Performancero mexicano desafía a EU
Mi país ha olvidado a chicanos por ignorancia o desprecio: Gómez Peña
CESAR GÜEMES
Hijo lo mismo de Tin Tan que de Arnold Schwarzenegger, de Robocop y del mariachi Vargas de Tecalitlán, el performancero mexicano radicado en Estados Unidos, Guillermo Gómez Peña, lo tiene muy claro: México se ha olvidado por completo de las comunidades chicanas, quizá por mera ignorancia, quizá por desprecio.
Luego de varios años de ser uno de los más leídos autores y más vistos actores tanto en Estados Unidos como en Europa y Latinoamérica, finalmente da a conocer en su país un libro de su autoría: El Mexterminator. Antropología inversa de un performancero postmexicano, publicado aquí por Océano, Citru, CNCA-INBA y el Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos.
El ganador del American Book Award por su libro The new world border expresa: ''Hay por lo menos medio centenar de escritores de mi generación, latinos, chicanos o mexicano-americanos, que no hemos sido editados en México. Quizá sea una suerte de desprecio que nuestro país de origen tiene hacia la cultura fronteriza y los emigrantes".
Interlocutores de frontera
Más allá de las imágenes lúdicas de sus presentaciones, el concepto social de Gómez Peña es claro: ''Ser mexicano aquí ya es un acto de desafío. Hablar en español otro tanto. El simple hecho de venir del sur es un acto político, por eso no escapamos a la realidad; vivimos en un contexto profundamente politizado, y debido a ello el arte que generamos contiene necesariamente esos tonos. Los grandes temas que ocupan al arte y la literatura chicanos son los que afectan a nuestras comunidades: la brutalidad policiaca, el racismo, la representación errónea de nuestra presencia en los medios o el veto a los espacios políticos y culturales. Por eso el actual arte chicano está del todo conectado al proyecto político nuestro, no hay opción".
-Hablamos de una tercera identidad, desde luego.
-El fronterizo y el mexicano-americano hemos desarrollado modelos culturales que pueden ser muy útiles a México, hemos aprendido a negociar entre dos mundos: el anglosajón y el español, el norte y el sur, la ''alta" y ''baja" cultura. México bien podría pensar en los artistas chicanos como intérpretes o diplomáticos sin cartera oficial, digamos, como interlocutores de frontera. Sin embargo, la realidad es incontestable: México se ha olvidado de nosotros. Por otra parte, este es un magnífico momento para que la voz del mexicano-americano y el chicano sean redescubiertas en nuestro país de origen.
-Tus personajes provienen lo mismo de Tin Tan que de Robocop o el mariachi Vargas de Tecalitlán.
-Así es, deambulamos de manera continua entre estas dos órbitas, y lo que tratamos de hacer con estos personajes es la crónica de la vivencia diaria, que es multicultural y con realidades muy disparadas. De ahí surgen personajes como el Mad-Mex, el Mariachi Liberachi o Mexterminator. Son seres que hacen el diario de notas de nuestros dilemas, luchas internas y contradicciones.
-Estableciste ya una estética visual con este tipo de personajes. ƑQué tanto los miras pasar por la calle?
-La cultura de la calle nos rebasa en inventiva. Caminando por los barrios chicanos de San Francisco, San Antonio, Chicago o Los Angeles se encuentra a personajes similares. Las culturas alternativas y suburbanas son muy ricas en posibilidades expresivas. En todo caso diría que a mi generación le tocó asumir y articular con trabajo este tipo de posibilidades híbridas. Pero para nuestros hijos, que son web-backs o cibercholos, ya es una forma de vida cotidiana.
En varias de las imágenes que incluye el autor es claro un espíritu con dosis considerables de agresividad. Gómez Peña lo hace a propósito y se explica: ''El chicano es gandalla y cabrón porque es su camino. Lo que el arte le ha dado a nuestras comunidades es la posibilidad de recuperar una ciudadanía que nos negaron los dos gobiernos. Uno se completa en su dimensión cívica por medio del arte, sólo así se puede reinsertar en la esfera social, luchar contra la migra y las instituciones racistas. Las imágenes tienen esta dimensión violenta porque experimentamos con el temor arcano del anglosajón. De forma tradicional en Estados Unidos se teme a la migración mexicana. Este país vive un miedo continuo ante la sola posibilidad de que México recupere su territorio perdido. Es un horror arquetípico. Les espanta mexicanizarse o chicanizarse. En ocasiones esta preocupación se ve apoyada por la realidad: en California acabamos de inaugurarnos como mayoría. Así que de algún modo mis personajes y los de algunos otros compañeros dedicados a las artes escénicas son la encarnación de todos los temores del estadunidense promedio".