Jaime Martínez Veloz
Baja California: la otra cara del paraíso
Si en algún estado puede apreciarse la magnitud del desastre, producto de la natural incapacidad del panismo para gobernar, es en Baja California. Ningún otro sitio de la geografía nacional ha padecido la destrucción, el desgaste y el agotamiento de sus instituciones como en esta entidad federativa, desde el arribo de Acción Nacional al gobierno en 1989.
En sólo 13 años, el panismo en Baja California ha superado con creces los defectos que siempre criticó al régimen mexicano. Tráfico de influencias, corrupción, abuso oficial, clientelismo, elecciones de Estado, todo aquello que siempre denunció, ahora el PAN lo ha interiorizado en sus prácticas de gobierno.
Desde la ciudad de México, es difícil apreciar en su magnitud el nivel alarmante de descomposición en el que ha postrado el panismo a Baja California. Fenómenos como la violencia, la criminalidad común y organizada, la inseguridad pública, la delincuencia y las adicciones a drogas ilegales se gestaron y crecieron exponencialmente en estos 13 años de administraciones panistas, como en ninguna otra entidad del país.
Junto a la consolidación de los gobiernos blanquiazules, esos flagelos se institucionalizaron en la entidad y adquirieron una auténtica carta de naturalización. Fox admitió en su informe de gobierno de 2001, que Baja California sufre los más altos niveles de criminalidad, superando los índices de una megaurbe como la ciudad de México.
El renombrado periodista Jesús Blancornelas lo ha sintetizado magistralmente: 4 mil ejecuciones con los gobiernos panistas, en su mayoría impunes, además de los altísimos homicidios del orden común.
El anterior jefe de seguridad pública municipal de Eugenio Elorduy Walther, nuestro gobernador nacido en Estados Unidos, está preso, acusado de brindar protección a narcotraficantes. Otros jefes policiales y funcionarios del panismo están detenidos, prófugos, o han sido victimados al involucrarse con bandas. En 2000, el jefe policial de Tijuana fue ametrallado en un aparatoso operativo ejecutado por integrantes de la propia policía municipal. Cuando menos uno de los sicarios era connotado militante panista.
El ex gobernador y actual zar de frontera, el sandieguino Ernesto Ruffo Appel ha padecido también de su respectivo hermano incómodo, al que el imaginario popular le atribuye nexos poco recomendables. En el gobierno de este panista se incrementó el número de avionetas que "bajaban al Valle", como narran los habitantes de Mexicali, en el lenguaje críptico que describe el tráfico prohibido.
Para "enfrentar" el gravísimo problema de las adicciones, la autoridad estatal creyó benéfico importar de Estados Unidos un programa preventivo contra las adicciones, suponiendo que su aplicación idéntica podía lograr resultados. El gran problema es que el Drug Abuse Resistance Education (DARE), al que ni siquiera le cambiaron el nombre y cuyo currículo se remeda en algunas escuelas de Baja California, ya ha sido severamente cuestionado de manera generalizada por la comunidad académica estadunidense.
El DARE ha sido incapaz de mostrar consistentes efectos preventivos en el uso de drogas, y los beneficios observados del programa, cuando los hay, han sido pequeños en tamaño y de corta duración. Asimismo, se encontró que los niveles de consumo de drogas no difieren entre estudiantes que han cursado el programa y aquellos que no lo recibieron.
ƑQué hay de la rehabilitación? No existe ninguna política pública, más allá de reiteradas invocaciones contra "la maldad del mundo", "la pérdida de valores" y huecas frases similares. En la anterior administración se creyó pertinente experimentar con técnicas de la Dianética en el penal de Ensenada, con reos encarcelados, seres humanos que en la óptica conservadora de los blaquiazules bien pueden ser desechables, o servir de conejillos de indias.
La violencia, inseguridad, criminalidad y adicciones, se retroalimentan mutuamente, al grado de ser difícil precisar entre ellos la relación causa-efecto de manera tajante. El vínculo común de todos esos fenómenos es, sin embargo, precisamente la incapacidad o complicidad panista. La gran excusa panista seguirá siendo la oscuridad de los "71 años de dictadura priísta", que en todo caso palidece ante la pesadilla de los 13 años de administraciones panistas que hemos sufrido en Baja California.
Lo que ahora sucede en Baja California es un augurio de lo que puede acontecer a escala nacional con el gobierno panista, "del cambio".
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