Humo de leña descubre el valor del oficio para diversas comunidades en Veracruz

Susana Casarín halla los ambientes y el claroscuro de la panadería

En torno a la compra de ese producto gira mucho de la vida cotidiana, dice; ''por ejemplo en Tlacotalpan su venta, dos veces al día, es motivo de reunión entre vecinos de la zona''

CESAR GÜEMES

En su búsqueda de imágenes y ambientes fotográficos, Susana Casarín encontró ''el santo olor de la panadería'' en Veracruz. Además de las fotografías, por sí mismas interesantes, Casarín descubrió el valor que el oficio de panadero tiene para muy diversas comunidades en Veracruz, rubro que llegado el caso bien podría extrapolarse a casi cualquier sitio en el que el oficio de panadero se mantenga en su forma tradicional. Producto de sus investigaciones es el libro Humo de leña (publicado por la Universidad Veracruzana, el Instituto Veracruzano de Cultura y el Conaculta a través del Fonca), que a lo largo de este mes se dará a conocer en diversos foros de la entidad.

Así narra Susana Casarín el acercamiento al tema: "Siempre he tenido una cierta fascinación por los poblados pequeños y las zonas rurales. Soy totalmente urbana, pero las relaciones cotidianas en los pueblos que implican al panadero o a cualquier otro comerciante me despiertan enorme interés. En torno a la compra del pan gira mucho de la vida cotidiana. Por ejemplo, la única mujer panadera en Tlacotalpan sale a cantar el pan dos veces al día, y es muy claro que los vecinos se encuentran en la calle cuando ella pasa, se cuentan cómo les va en el día. De modo que me interesó la panadería no sólo por la producción el producto, sino por la capacidad que tiene para auspiciar relaciones sociales".

-Elegiste Veracruz, si bien el gusto por el buen pan se da en todo el país.

-Veracruz conjunta para mí características muy singulares, su gente es muy abierta y el clima social es favorable. La producción del pan, en el caso de Tlacotalpan, se vincula incluso con la presencia del Papaloapan. En el ambiente hay elementos cálidos y sensuales que para la imagen son muy importantes.

-ƑFuiste con la idea de hacer este libro, o descubres en el sitio las relaciones que genera la venta de pan?

-Al principio la idea era registrar la producción de pan, pero me di cuenta a tiempo de que eso lo podía contener cualquier libro. En cuanto me adentro en el tema percibí que lo atractivo eran los ambientes, el claroscuro, la propia personalidad de los panaderos, que están muy orgullosos de su oficio. Entonces decidí enfocarme hacia un proyecto más amplio que el solo registro. En cuanto a la forma, quise respetar la atmósfera de los lugares, por eso hay tanto claroscuro. Nunca coloqué luz artificial para las fotografías. Sólo contaba con la escasa luz que se colaba por las ventanas o rendijas del sitio. Algo que también habla mucho de las condiciones en que trabajan las personas que se dedican a la panadería.

-El volumen como tal puede ser que narre una historia. Esto sí es deliberado.

-Yo misma hice la edición y es posible que las imágenes lleven a quien las observa a reconocer espacios, personajes y situaciones. Luego, las panaderías son un negocio familiar y en ocasiones es por ello que aparecen algunos niños, si bien es escasa su presencia. La vida familiar, por su parte, de algún modo está retratada, porque casi en su totalidad los panaderos mantienen su sitio de trabajo dentro de casa.

-Además del valor estético, Humo de leña se puede leer también como un ensayo.

-Puede ser. Lo ubicaría como un trabajo documental sobre una cierta costumbre. Ayuda a que uno se adentre en este tipo de relaciones sociales. Es importante rescatar este tipo de imágenes porque evidentemente es un tipo de trabajo en extinción, por una parte es muy extenuante, y por otra las grandes cadenas van absorbiendo a los panaderos tradicionales. De hecho el único apoyo con que cuentan los panaderos es el de su comunidad, que jamás compraría pan de caja.