Un fracaso anunciado
Hace un año el sector privado empezó a avizorar el fracaso del proyecto aeroportuario en Texcoco.
En entrevista con La Jornada, el director del Centro de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable (Cespedes), Gabriel Quadri, advirtió que la demora de las autoridades en tomar una decisión estaba propiciando el recrudecimiento de disputas entre grupos económicos, lo que a la postre derivó en un "juego sucio" que llegó al terreno político.
Asimismo, por esas fechas se preveía que tanto Texcoco como Tizayuca podían fracasar porque ninguno de los proyectos incluía un programa integral de rescate ecológico, protección y regulación hidráulica y equipamiento urbano, y esta carencia generaría un conflicto político, jurídico y técnico de tal magnitud que haría abortar el plan o por lo menos postergarlo.
En sus análisis, el sector privado consideró numerosos factores técnicos, ambientales, urbanísticos, geográficos, financieros, institucionales y de infraestructura; sin embargo, también pasó por alto el elemento que a la postre resultó decisivo: los ejidatarios.
Ahora, después del prolongado conflicto de San Salvador Atenco, el Cespedes empieza a preguntar: "ƑPor qué no se intentó una compraventa civilizada a partir de una negociación voluntaria y mutuamente provechosa? ƑPor qué se pretendió expropiar e indemnizar a los ridículos valores catastrales? ƑPor qué, insólitamente, se pretendió marginar a los propietarios de las tierras de la renta inmobiliaria y de la plusvalía que hubiera generado el nuevo aeropuerto?"
DAVID ZUÑIGA