Jorge Santibáñez Romellón*
Reacomodos: una ventanilla menos para mexicanos en EU
Después de meses de especulaciones, por fin se decidió que la Oficina para la Atención de los Mexicanos en el Exterior, a cargo de Juan Hernández, pasara a formar parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Esto, que en cualquier país organizado sería algo lógico y mera formalidad administrativa, en el caso mexicano tiene -más allá de las personas involucradas- varias lecturas que resulta interesante analizar.
Desde mi particular punto de vista, y contrariamente a lo que varios medios han expresado, el asunto no se puede simplificar al extremo en el cual la decisión se deriva de un enfrentamiento personal entre los titulares de la SRE y de la oficina en cuestión. Si ésa fuera la lógica, el gabinete en su conjunto estaría en peligro, porque hoy resulta evidente que no se trata de un grupo con buenas relaciones internas, más bien todo lo contrario. Por otro lado, no se debe ignorar que, junto con la Comisión de Asuntos de la Frontera Norte -recientemente sectorizada en la Secretaría de Gobernación-, se trata de la modificación de dos compromisos de campaña del presidente Fox. Los costos políticos de esto que algunos se apresurarán a llamar incumplimiento todavía están por pagarse.
Los asesores del Presidente deberían evaluar las implicaciones de estas decisiones y en todo caso darles un mejor manejo comunicacional. La oficina que se creó con gran estruendo -recuérdese que la primera reunión oficial de Vicente Fox en Los Pinos fue organizada por ésta- ahora se desaparece con tibios, vagos y discretos comunicados de prensa.
El movimiento o restructuración referidas muestran la poca cohesión de los hombres y mujeres cercanos al Presidente; nadie salió a defender o a explicar la medida pero, quizá más importante, también hacen evidente el estrecho espacio que tiene el Ejecutivo al tomar sus decisiones. No es secreto el interés particular que él tenía en esta oficina y en su titular. Varias veces alabó la labor desarrollada, en México y en el extranjero.
Personalmente creo que la medida es correcta y soy optimista ante ella. Al menos teóricamente existía una obvia duplicidad de funciones entre la SRE y la oficina mencionada. Desde el punto de vista organizacional -y en un país con serias limitaciones de presupuesto-, lo menos que podemos pedir es que no se desperdicien recursos. Sin embargo, tampoco podemos negar que Juan Hernández quizá cometió errores y sus acciones, al menos vistas desde afuera, descansaron más en una comunicación directa con el Presidente y fueron encaminadas a aprovechar las oportunidades que se iban presentando que en una visión de fondo y de largo plazo.
Hernández logró acercarse a grupos de mexicanos en Estados Unidos que, nos guste o no, representen o no a los migrantes, a los intereses de los mexicanos en Estados Unidos o a los de México en ese país, tienen un peso político y económico importante entre nuestros vecinos y crecientemente en México. A su vez, esas organizaciones encontraron una interlocución directa con el presidente Fox, por lo que la pregunta que ahora surge es si la SRE podrá mantener y fortalecer esos vínculos. La respuesta aún no es clara.
Por mucho no se trata de una cuestión de voluntad, sino de contar con los medios y la estructura para hacerlo. Una de las diferencias centrales es que Hernández se dedicaba de manera directa y exclusiva a la atención de los asuntos referidos y, por cuestiones obvias, no podemos esperar lo mismo del titular de una secretaría de Estado. La burocracia de Relaciones Exteriores puede ser un obstáculo. La red consular no ha demostrado ser especialmente eficiente y lo peor que puede pasar es que simplemente se integre a las labores rutinarias que áreas de la secretaría ya realizan o por lo menos deberían realizar.
No se trata de evaluar a Juan Hernández o a su equipo, tampoco de distinguir "quien ganó el pleito". Es quizá la oportunidad de reflexionar sobre una mejor y necesaria coordinación gubernamental de las cuestiones asociadas a la migración internacional de mexicanos hacia y desde Estados Unidos que contemplen, desde el mismo equipo, desde la misma visión, todos los componentes del fenómeno: la negociación con Estados Unidos, los vínculos con comunidades mexicanas en ese país, la protección y orientación de los migrantes, el desarrollo de las regiones de expulsión, la congruencia con nuestra política inmigratoria, y otras muchas que sería largo enumerar.
* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte