El fraccionamiento Juan Pablo II tiene 40 mil habitantes de clase media
baja
El pequeño Vaticano de Yucatán está
olvidado; basura, calles en mal estado, vandalismo y prostitución
lo asuelan
LUIS BOFFIL CORRESPONSAL
Merida, Yuc., 27 de julio. A casi nueve años
de su construcción, el pequeño Vaticano de Yucatán
está abandonado: basura, calles en mal estado, inseguridad, vandalismo
y hasta prostitución acompañan a los habitantes de esa zona
residencial meridana que el papa Juan Pablo II conoció en 1993,
cuando ofició una misa durante su tercera visita a México.
El fraccionamiento Juan Pablo II, ubicado al poniente
de esta capital registra ahora una expansión poblacional espectacular,
con casi 40 mil pobladores, la mayoría de ellos de clase media baja.
Incluso, las autoridades municipales consideran dicho sitio prácticamente
una ciudad dentro de la capital yucateca.
A
raíz de ese crecimiento desmedido, las carencias en servicios y
los niveles de inseguridad se dispararon. Las secciones llamadas Vaticano
y La Visita constituyen ejemplo del olvido y la proliferación de
la delincuencia. Paradójicamente, las bandas más temidas
se hacen llamar Los Juanes y Los Angeles que, integradas
por adolescentes y hasta por hijos de agentes policiacos, hacen de las
suyas por el rumbo, según los vecinos.
Fue a principio de 1993, durante el gobierno interino
de Dulce María Sauri Riancho, actual senadora priísta, cuando
se acondicionó el terreno, de casi tres hectáreas, se bacheó
y a marchas forzadas quedó listo para la visita papal a Yucatán
que se efectuaría en agosto de ese año.
Independientemente de la misa que el pontífice
celebró en la población de Izamal para etnias mayas y del
diálogo que sostuvo con el campesino Primitivo Cuxim Caamal, el
acto esperado era el oficio litúrgico en Mérida que se transmitió
a todo el mundo.
El área bendita, así bautizada por los feligreses,
lucía su máximo esplendor. En La Visita se instaló
un atrio y una cruz gigante de hierro, de aproximadamente 15 metros de
altura. Desde allí, Juan Pablo II volvió a repetir su célebre
frase: "México, siempre fiel".
Posteriormente, el terreno pasó a ser el fraccionamiento
Juan Pablo II. La gente llegó a poblarlo y poco a poco todo creció.
Junto a ello, las necesidades aumentaron.
A unos días de la quinta visita de Juan Pablo II
al país, el problema social del Pequeño Vaticano preocupa.
La basura predomina en las calles; éstas lucen rotas y llenas agua;
la maleza cubre lo mismo predios abandonados que habitados. Por si fuera
poco, las pandillas acosan a los habitantes y cometen robos y desmanes
en plena luz del día. Las calles 30, 32 y 43 son los principales
sitios de reunión de los vándalos.
La Jornada recorrió el fraccionamiento y
constató las carencias y las quejas de los moradores. María
Elena Aguilar y Sergio Uribe, dirigentes de colonos, lamentaron el abandono
de la zona habitacional y pidieron ayuda al ayuntamiento, así como
a la Secretaría de Protección y Vialidad, para vigilar el
rumbo. Las autoridades, se quejaron, poco han hecho al respecto.
Algo similar ocurre en el área La Visita, donde
está el parque, una capilla y la cruz gigante de metal. Allí,
el Papa ofició una misa para casi 8 mil personas que se transmitió
a todo el orbe.
El
improvisado atrio es ahora un sitio donde se reúnen parejas de jóvenes
y adultos durante la noche, según denuncia de los colonos. Sexoservidoras
y travestis venden sus servicios en ese lugar.
El parque está lleno de grafitis que pintan
los vándalos y del inmueble donde los jerarcas de la Iglesia católica
descansaron del intenso calor, poco queda. Es una caseta que ya no tiene
muebles, sus cortinas fueron arrancadas y los cristales lucen quebrados.
De noche, pocos se atreven a pasar por La Visita a riesgo
de ser víctimas de asaltos o agresiones. En el parque yacen tiradas
botellas de licor y cerveza; la basura está amontonada y el olor
fétido es penetrante.
Elsy Sánchez, activista del fraccionamiento, añadió
que "lejos de ser un sitio bendito, ha sido víctima de la inseguridad
y el vandalismo".
De esa parte del lugar sólo la parroquia se mantiene
semintacta, pero tampoco está exenta de riesgos. Los delincuentes
ya robaron objetos considerados sagrados.
-Ahora que el Papa retorna a México, ¿no
será posible hacer algo para que el fraccionamiento mejore? -se
pregunta Martha Ku, una de las primeras pobladoras del lugar.
-De poco han servido los ruegos, estamos olvidados -se
responde.