Miles de campesinos rinden homenaje al activista
"Gobierno, Ƒcuántos muertos más para que nos dejes vivir en paz?"
JAVIER SALINAS, RENE RAMON ALVARADO Y ROBERTO GARDUÑO CORRESPONSALES Y ENVIADO
San Salvador Atenco, 24 de julio. "šGobierno asesino que matas campesinos!", fue el grito unísono de más de 2 mil ejidatarios y habitantes de San Salvador Atenco cuando, en punto de las 19:30 horas, el féretro color café con el cuerpo de José Enrique Espinoza Suárez arribó a la plaza del pueblo, a más de 15 horas de haber fallecido en el hospital de Lomas Verdes del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Los rostros de hombres y mujeres reflejaban sus emociones. Los primeros estaban enfurecidos, con los ojos rojizos. Ellas, con el llanto que hacía más flácida su cara, exclamaban: "šEl pueblo vengará tu muerte!" Y es que José Enrique no pudo superar las enfermedades que se le vinieron encima tras la golpiza que recibió de granaderos del estado de México durante el enfrentamiento que sostuvieron con los ejidatarios el jueves 11 de julio en el municipio de Acolman.
A las 19:15 horas de este miércoles arribó el cortejo fúnebre al pueblo de San Salvador Atenco. Dentro de una camioneta de modelo reciente viajaban el ataúd, la viuda María del Socorro de Espinoza y los hijos mayores. En casa sólo se quedaron los dos menores de edad.
El féretro fue trasladado al templete donde ya lo esperaban media docena de coronas, veladoras y una mesa de madera cubierta por un mantel blanco.
Ignacio del Valle no pudo controlar sus emociones. Su cuerpo no resistió como aquel domingo 14, cuando fue liberado tras días de detención. Las lágrimas escurrieron por su rostro endurecido; sin embargo, fue el primero que tomó la palabra. Ante la gente, preguntó: "Gobierno, Ƒcuántos muertos más para que nos des dignidad? ƑCuántos muertos más para que nos dejes vivir en paz?"
Para los habitantes de San Salvador Atenco, el día transcurrió entre la angustia y la desesperación.
Eran las cinco de la madrugada cuando los familiares de José Enrique, desde la sala de espera del hospital de traumatología del Seguro Social, vía telefónica dieron aviso de la muerte del campesino originario de Guanajuato, pero desde hace más de 15 años vecino de la colonia Francisco I. Madero, donde su esposa, María del Socorro Merino, heredó de sus abuelos ejidatarios una parcela.
Pasadas las 20 horas el cuerpo de José Enrique fue llevado hasta su vivienda, ubicada en la calle Pinos sin número, de la comunidad de Francisco I. Madero, a unos tres kilómetros de la cabecera de Atenco. Mientras, aquí las mujeres continuaron recolectando dinero para cubrir los gastos funerarios, que fueron de casi 14 mil pesos.