Sergio Valls Hernández
Reforma de la nación y de su Estado
Para Anthony D. Smith la "nación es una población humana que comparte un territorio histórico, mitos y memorias en el tiempo, así como derechos y obligaciones comunes a todos los miembros". De ahí que sus integrantes tengan un sentido de pertenencia que los une y los hermana con su pasado, con sus ancestros, con su linaje, que al mismo tiempo los compromete a actuar y conducirse en razón de su afecto mutuo, en razón de esos mitos y memorias, y a su vez los constriñe a procurarse derechos y obligaciones comunes, con lo que favorecen una justicia distributiva.
De manera que "la nación" está constituida por la sociedad misma, y en ese tenor cuando se habla de reforma del Estado, también habría que aludir a la reforma de la nación -aun cuando sea un término más sociológico que jurídico-, toda vez que es ésta la que determina su forma de gobierno, y en consecuencia define también estructura, funciones, límites de competencia y demás aspectos relacionados con el Estado.
Entonces, el Estado no es la causa de la nación; el Estado es el efecto de la nación, y si esto es así, como lo es, los mexicanos somos la suma histórica de nuestro pasado, pero, por igual, nuestro presente y futuro como nación están supeditados a nuestra forma de existir, a nuestros niveles cultural, social, intelectual y religioso, a nuestro lenguaje, a nuestro estilo de enfocar los problemas, a nuestra forma de proceder ante los conflictos. En fin, tanto nuestro "ser" interior como el externo condicionan el perfil del Estado.
Entonces, Ƒcómo buscamos excelencia en el Estado cuando nosotros como sociedad no aspiramos a ella? No se trata de instalarnos en un plano de disimulo ante nuestra realidad, la cual dista mucho de cumplir íntegramente con los derechos y las obligaciones que nos hemos impuesto; más bien la idea es que como sociedad, como nación, transformemos nuestro interior, pues creemos que la metamorfosis del "ser" es síntoma de capacidad creativa constante y, sin duda, los mexicanos, entre sus muchas cualidades, cuentan con este atributo.
Entonces dispongámonos a hacer próspero nuestro futuro y, parafraseando a Ortega y Gasset, convenzámonos de que las deficiencias que padecemos no son superficiales ni externas, provienen de los más profundo de nosotros; las ineficacias no son de instituciones, proceden de las raíces subterráneas del cuerpo social mexicano y no del mero perfil que es su Estado.
Ejemplo de ello lo han dado a la nación mexicana las etnias que se ubican en distintas regiones del país, las cuales evidencian su percepción de "nacionalismo" mediante la solidaridad que se dispensan entre sí, a través del respeto irrestricto de sus costumbres, tradiciones y demás normas internas que hacen prevalecer.
En fin, mucho se ha hablado de la necesidad de reformar el Estado, de modernizarlo, de cambiar todo lo caduco, de rehacerlo, de compactarlo, de modificar de fondo sus principios constitucionales, de fortalecer los medios de supervisión y vigilancia que sobre él se ejercen; de acuerdo, el momento de replantear un proyecto de gobierno ideal ha de llegar, sólo que antes necesitamos replantearnos las líneas generales a las que aspiramos como sociedad, como individuos, como partes integrantes de una nación como la nuestra.
Hemos incursionado en la democracia, Ƒahora hacia dónde nos dirigimos? ƑQué camino nos conviene tomar como nación? No divaguemos, la mayoría de las respuestas ya está en las mentes de nuestros intelectuales, algunas en proceso de maduración, otras, en forma precisa.
Antes de reinventar el Estado escuchemos esas voces, llevan en sí procesos intelectuales admirables, pero también, y por esto, son aun más valiosas, portan el alma de la nación, pues en ella nacieron, en ella se han formado, a ella deben su esencia y, por lo mismo, la disciernen con mayor penetración, pues amalgaman nuestro pasado y nuestro presente, la experiencia de otras naciones que muestran indicadores que no deberán soslayarse en una eventual reforma del Estado, y con Renán digamos que entendemos a la nación como un plebiscito de todos los días.
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