Necesario, hacer justicia para revertir los trastornos, afirma Paz Rojas Baeza
Los crímenes de Estado causan daños que duran generaciones, advierte defensora de derechos
ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
La violencia desde el poder, como la perpetrada en Tlatelolco en 1968 y en San Cosme en 1971, deja trastornos graves, que trascienden a las generaciones y hacen que la sociedad, de manera paulatina, pierda valores fundamentales de confianza, solidaridad y transparencia en las relaciones, señaló Paz Rojas Baeza, presidenta de la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo en Chile y ex jefa de la clínica del hospital de la Universidad de Chile, donde trabajó en atención siquiátrica a personas afectadas por la violación de sus derechos humanos.
Crímenes de esa naturaleza no se olvidan fácilmente, advierte. "El tiempo no borra las heridas, están ahí, y eso explica que después de tantos años las víctimas busquen la verdad, a los responsables, para que se haga justicia.
"Una violencia que viene desde el poder, que tiene toda su estructura para someter, que tiene todo su organismo y sus responsables para actuar sobre determinada persona y destruirla interiormente (...) es un problema intrasíquico que queda para siempre si no se sana, si no se hace verdad integral, si no se hace justicia", dijo.
Rojas Baeza visitó México para participar en el seminario internacional Comisiones de la Verdad: Tortura, Reparación y Prevención. Presentó el análisis Comisiones de la verdad: Ƒun camino incierto?, estudio comparativo sobre el resultado de las comisiones creadas en Chile, Argentina, El Salvador, Guatemala y Sudáfrica, que realizó con Víctor Espinoza Cuevas y María Luisa Ortiz.
Experta en trastornos provocados en la salud mental -individual y colectiva- durante el desarrollo de conflictos y en periodos de posguerra y posdictadura, Rojas lamenta que en América Latina se ligaran "dos fenómenos: una economía de libre mercado, más los crímenes de Estado, que están construyendo un sujeto social de consumo y olvido; el consumo y el olvido es lo que les importa ahora".
Al respecto, Víctor Espinoza dice: "ciertas cosas pasaron en mi sociedad, y si veo que a la vuelta de 30 años no hay grandes cambios, no me queda más que temer que mañana o pasado todo esto se repita, que frente a un conflicto más o menos agudo, va a volver a pasar lo mismo".
En los países donde funcionaron comisiones de la verdad, agregó, fueron los políticos quienes incumplieron con las recomendaciones de dichas instancias, en algunos casos con el pretexto de la reconciliación.
Pero, añadió, en las entrevistas hechas a las víctimas guatemaltecas, sudafricanas o chilenas, éstas dijeron: "reconciliarnos es como volver a estar juntos, porque esto es un país común que tuvimos, y nunca hemos tenido un país común", es decir, "de qué reconciliación se puede hablar si nunca estuvimos conciliados".
Reparar a quien se usó como criminal
Paz Rojas habló de un vínculo perverso entre la víctima y el victimario: "Yo víctima sé que existe una persona que es capaz de violarme, de destruirme, de torturar a mis hijos, y eso hace que la persona pierda verdaderamente los lazos con el otro, pierda absolutamente la relación de confianza, las relaciones de solidaridad.
"Entonces es un drama, desde el punto de vista médico-sicopatológico, muy profundo, y si uno no lo entiende así no va a darse cuenta de por qué es tan importante la búsqueda de la verdad, la búsqueda del responsable."
Sobre este último, expresó: "se tiene que reparar a esa persona que se transformó o se utilizó como criminal", porque de lo contrario, si esa agresión humana queda intacta, se repite de alguna manera.
"Esos trastornos del campo de la sicopatología tienen una gravedad que trasciende generaciones, por un lado, y por otro lado no actuar sobre la violencia humana, o sea sobre seres perpetradores que son capaces de violar, de degollar, de matar, de asesinar fríamente, brutalmente, permiten que si nosotros no nos concentramos en la figura de los responsables quede para siempre como una lacra en el proceso del individuo", advirtió.
Al lado de aquellos que exigen justicia, añadió, están también los sectores que ven esa lucha como un afán de venganza, que buscan una reivindicación que no corresponde, por esto es necesario un proceso social, de educar, de interiorizar los conceptos de violencia humana.
Es decir, abundó, se require un proceso de comprensión de los fenómenos, "porque si no, el nunca más es una mentira. Estas personas (que buscan justicia y reivindicación) no están apegadas al pasado; están obligatoriamente mirando hacia el futuro".