CRONICAS TEXANAS
Es igualito a Chihuahua pero sin derechos laborales, estima el periodista
Dubois
Texas, uno de los estados vitales de la cultura estadunidense,
es todo y nada de lo que se dice
En educación, salud y gasto social se encuentra en los últimos
lugares de las 50 entidades de Estados Unidos; eso sí, tiene el
índice más alto de población penitenciaria
JIM CASON Y DAVID BROOKS
Austin, Texas. Texas es un "estado de ánimo",
escribió John Steinbeck.
El periodista Lou Dubois, ex editor del Texas Observer,
dice que no necesita visitar su estado para conocerlo, ya que sólo
se requiere entender que "es igualito a Chihuahua pero sin derechos laborales".
Texas, la puerta principal a Estados Unidos para México,
es un universo: si fuera un país ocuparía el octavo lugar
entre las principales economías del mundo, pero está entre
los últimos sitios de las 50 entidades de Estados Unidos en rubros
como educación, salud y gasto social. También tiene el porcentaje
de población encarcelada más alto de la unión, y continúa
siendo líder en ejecuciones de presos.
Este lugar está vinculado con varios hechos y personajes:
el asesinato de John F. Kennedy en Dallas, la sede de las famosas "segundas
opiniones" médicas en Houston, tierra donde se libró la guerra
entre México y Estados Unidos, y ahora donde los mexicanos ricos
depositan sus fortunas y se van de compras a Galleria y otros malls
famosos.
De este estado también surgió Lyndon B.
Johnson, el "mejor político" moderno del país y para algunos
el más trágico. Johnson, quien en su juventud fue maestro
de niños mexicanos en los barrios pobres, comenzó su carrera
política muy a la texana: logró un escaño en el Senado
con los votos de 99 muertos que sufragaron en estricto orden alfabético
y con la misma ortografía.
Tal vez ningún otro estado provoca tantas reacciones
en este país o tiene tantas canciones dedicadas a él, o sufra
de tantos estereotipos. Texas, tierra de vaqueros, rancheros, petróleo,
El Alamo, los Dallas Cowboys y sus mundialmente famosas cheerleaders,
el two-step (un tipo de polka), el chili con carne, el barbacue,
la Biblia y el fervor religioso, las cantinas, la frontera, y uno de los
centros más vitales de la cultura nacional. Es todo y nada de lo
que se dice que es.
Más urbano que rural
Sí hay ranchos y vaqueros, pero ahora el estado
es más urbano que rural, con tres de las 10 principales ciudades
del país. Continúa siendo la capital petrolera, pero su economía
ya pasó de depender del petróleo a las industrias de servicios,
financieros y, sobre todo, de la alta tecnología. Es uno de los
estados más ricos y más pobres, más parecido a uno
del tercer mundo que a uno del industrializado: ahora las fortunas petroleras
son superadas por las de la alta tecnología, como las de Michael
Dell y Ross Perot, dos de los hombres más ricos del mundo.
Pero alrededor de los nuevos rascacielos de las tres principales
ciudades -Dallas, Houston y San Antonio- existen áreas extensas
de pobreza, como en la mayor parte de la zona rural, con una de las regiones
más pobres del país en el llamado Valle del Río Grande,
en la esquina sudeste del estado, a lo largo de la frontera.
Este
estado tiene impacto nacional. Establece varias de las principales tendencias
políticas, económicas y sociales de Estados Unidos, lo que
se constata hoy por haber ofrecido a la unión a su actual presidente,
George W. Bush, y a dos de los líderes de la mayoría republicana
de la Cámara de Representantes, Dick Armey y Tom DeLay. El avance
de la política conservadora en el país tiene parte de su
origen en Texas, donde organizaciones como la Coalición Cristiana
y otros movimientos derechistas han tenido mucho éxito.
Pero aunque la impresión general de Texas es de
cuna de políticos y políticas conservadores, también
es sitio de nacimiento de algunos de los movimientos más progresistas
del país, como el llamado Movimiento Populista -coalición
de trabajadores y pequeños granjeros- que logró influencia
nacional a fines del siglo XIX y principios del XX. Algunas de las figuras
progresistas de mayor influencia en este país, como la articulista
y periodista Molly Ivins y el líder populista Jim Hightower, son
texanas.
Y hay un encuentro con el futuro estadunidense: es en
este estado donde los cambios demográficos están modificando
la geografía social que pronto afectará al resto del país:
para 2025 la población blanca de Texas será minoría,
y los latinos mayoría. En los próximos dos años, la
mayoría serán las llamadas minorías, y la minoría
será blanca.
Así, los texanos ya no son representados -si alguna
vez lo fueron- por esa figura de un cowboy blanco sobre su caballo.
Más bien ahora son chicanos (algunos descendientes de los primeros
texanos, cuando era territorio mexicano), afroamericanos, asiáticos
y, claro, un enorme sector de inmigrantes mexicanos.
Es, en gran medida, un estado bilingüe, y en algunas
partes monolingüe, pero en español. Un estado que siempre ha
vivido binacionalmente, donde nunca fue opción política para
ninguno de los dos principales partidos una campaña antinmigrante,
en contraste con California y su famoso gobernador Pete Wilson. De esta
experiencia, por cierto, nace la estrategia republicana para buscar el
voto latino, tradicionalmente base cautiva del Partido Demócrata,
que tuvo su primer éxito con la elección de Bush en la gubernatura
y después en la presidencia.
Este lugar, desde su origen, nunca ha dejado de marcar
su independencia, tanto de México como de Estados Unidos. Aquí
existió la República Independiente de Texas, y todos "recuerdan
El Alamo" -la frase nacionalista de Texas- y la guerra contra México.
El Alamo, en San Antonio, es un especie de monumento nacional. Lo que pocos
recuerdan, y lo que no está en la historia oficial, es que esa lucha
supuestamente en defensa de "la libertad" de los inmigrantes estadunidenses
en territorio mexicano incluyó la defensa de la esclavitud, la cual
violaba la Constitución mexicana.
Siempre se recuerda que Texas es el estado más
grande del territorio estadunidense (sólo le gana Alaska en dimensión
geográfica), que "todo en Texas se hace en grande" y que siempre
existe el orgullo -hasta la autocrítica y los tonos sarcásticos
se envuelven en él- de ser texano. Se autodefine como "el estado
de una sola estrella" (lone star state), en parte para afirmar que
no es sólo una estrella más en la bandera estadunidense,
y así lo representa su bandera estatal. Pero también es una
entidad que invita a los extranjeros: "así es, no eres de Texas,
pero Texas te quiere de todas maneras", canta el famoso músico texano
Lyle Lovett.
Las oleadas de inmigrantes
Por cierto, esta tierra no sólo fue creada por
inmigrantes anglosajones como Sam Houston, Stephen y Moses Austin, Davey
Crockett y la familia Cason, que llegaron de otras partes del país,
sino por olas de refugiados europeos en el siglo XIX. Fueron los alemanes
liberales y checos quienes aportaron la polka y el acordeón a la
música texana (casi gemela de la música norteña mexicana),
y se sumaron las poblaciones indígenas, latinas, negras y, más
recientemente, asiáticas.
Esta diversidad se manifiesta en la cultura, la cual se
caracteriza, dice Molly Ivins, por la omnipresencia de la música
con cualquier pretexto, la pasión por las fiestas, por el baile,
el desmadre, el alto volumen en todo. Por cierto, advierte Ivins: si de
pronto un silencio invade una cantina o cualquier lugar público
en Texas, es hora de salir huyendo, ya que cuando los texanos dejan de
hacer ruido algo peligroso está por comenzar.
Este lugar nutre y rompe su propio estereotipo simultáneamente.
Al mismo tiempo, la dinámica social, económica y política
texana tiene un impacto nacional. Por lo tanto, para entender a Estados
Unidos se tiene que entender a Texas, aunque uno no siempre tenga algo
que ver con el otro, y frecuentemente ambos lo prefieren así.
La Jornada realizó una exploración
en parte de este estado, viajando más de 3 mil kilómetros
entre grandes ciudades y pueblos perdidos en la frontera, pasando por granjas
y "colonias", por los pasillos del gobierno estatal y senderos clandestinos
para indocumentados, con el propósito de explorar una tierra que
todos creen conocer pero cuyos misterios reafirman la definición
de Texas hecha por Steinbeck.