Bienestar y salud en la comodidad del hogar Telemedicina Juan Soto Ramírez Una de las características más distintivas de la cultura del siglo pasado fue la realización de múltiples actividades coordinadas a distancia gracias a los desarrollos tecnológicos. La telecomunicación contribuyó a acelerar los flujos de información. Fue óptima para una cultura en la que menos es más (mayor información en tiempo menor). Las actividades humanas se trasformaron sustantivamente gracias a la transmisión a distancia de mensajes hablados, sonidos, imágenes o señales convencionales, pero también se hizo un gran negocio de ello. Muchas de nuestras actividades cotidianas dependen ahora de las telecomunicaciones y de alguna manera nos hemos convertido en teleoperadores expertos. El salto del mundo analógico al mundo digital amplió las potencialidades de las comunicaciones a distancia y el surgimiento de nuevas disciplinas como la telerradiología y la teledermatología, por ejemplo. Existen campos en la medicina en los que ver al paciente o establecer un contacto directo con él no resulta una actividad primordial, el diagnóstico no depende de ello, tampoco la prescripción. Muchas de las interacciones entre el médico y el paciente se reducen a simples entrevistas que no necesariamente tienen que llevarse a cabo en persona (cara a cara). En la actualidad, muchos ginecólogos o nutriólogos recurren al llenado de formularios para hacerse de una historia clínica o realizan simples entrevistas con sus pacientes para detectar algunas anomalías en el tratamiento que le han suministrado a sus pacientes-clientes. La presencia en los consultorios es mero formalismo, hábito o costumbre. Un legado cultural: ir al médico es un rito (la cita, la espera y el poco tiempo que pasa uno con su médico se han convertido en un mal necesario para estar bien). El llenado de formularios o las entrevistas de consultorio pueden llevarse a cabo de otras maneras, a distancia. En nuestros tiempos, un ultrasonido puede ser transmitido con facilidad por algún medio electrónico por lo que un embarazo podría ser "supervisado" por un médico en otra región o en otro país, incluso a un costo menor. El ginecólogo ve al feto hasta que está fuera del cuerpo de la madre, mientras, existe un conjunto de aparatos para monitorear el desarrollo del embrión y posteriormente del feto. En muchas ocasiones, los ginecólogos brindan consultas a su paciente por teléfono de tal manera que se recurre a la telecomunicación para ello. Los partos no pueden llevarse a cabo aún a distancia, pero sí pueden ser asistidos con la tecnología necesaria. En la actualidad, muchas consultas médicas podrían llevarse a cabo por medio de videoconferencias en la comodidad del hogar, evitando el engorroso desplazamiento al consultorio. Los depósitos para el pago de los honorarios se pueden hacer por medio de las bancas electrónicas. Y así sucesivamente. La telemedicina ofrece un potencial inimaginable a la práctica médica: simplifica y multiplica. Si a esto le sumamos el potencial de los agentes médicos en forma de software veremos con facilidad que el monopolio médico puede comenzar a tambalearse. Ir al médico podría ser el equivalente a sentarse frente a la computadora personal unos 15 ó 20 minutos cada vez que se programe una cita. Muchos consultorios desaparecerían o se transformarían en pequeños estudios de televisión ambientados de tal forma que el paciente se sintiera a gusto con la escenografía que el médico ha montado a sus espaldas. En países como el nuestro falta un tiempo considerable así que los médicos pueden respirar tranquilos, pero la consolidación de la telemedicina es un hecho contundente. El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa |