La actuación de George W. Bush en Harken Energy pone en juego su
credibilidad
Acusan demócratas a la Casa Blanca de ocultar
déficit y deuda
Ha adoptado prácticas del ámbito empresarial estadunidense,
asegura Byron Dorgan
Los repetidos escándalos financieros constituyen el talón
de Aquiles del presidente: analistas
AFP, REUTERS Y PL
Washington, 12 de julio. Legisladores demócratas
acusaron este viernes a la Casa Blanca de estar envuelta en prácticas
cuestionables de contabilidad, luego de que la administración gubernamental
aumentó el estimado del déficit a 165 mil millones de dólares
para el presente año fiscal, con reducciones hasta 2005.
El senador Byron Dorgan, miembro del liderazgo demócrata,
dijo que la Casa Blanca "ahora ha adoptado las prácticas de una
parte de la América corportiva, escondiendo déficit y deudas".
Dorgan
dijo en una conferencia de prensa: "mi reacción cuando vi estos
informes fue que (en la Casa Blanca) han estado perdidos en la fantasía".
Pero el diputado miembro del Comité de Presupuesto
de la Cámara, John Spratt, dijo que, en efecto, la Oficina de Presupuesto
de Washington tuvo ahora un aumento de 80 mil millones de dólares.
"La economía está mejor que en febrero", dijo Spratt.
El Senado aprobó, por abrumadora mayoría,
91 contra dos, discutir la semana entrante un proyecto con ese fin, presentado
por el Partido Demócrata.
El presidente estadunidense, George W. Bush, tenía
previsto reunirse con un grupo de trabajo gubernamental creado esta semana
para combatir el fraude empresarial, en momentos en que el mandatario busca
reparar la pérdida de confianza de los inversionistas en la bolsa.
Esta reunión se da un día después
de conocerse que el mandatario compró , entre 1986 y 1988 con dos
préstamos de Harken Energy más de cien mil acciones de la
firma energética que dirigió antes de dedicarse a la política.
El deteriorado ambiente en los mercados financieros amenaza
con transformarse en una carga política, ante las elecciones legislativas
que tendrán lugar en noviembre en Estados Unidos.
Los repetidos escándalos financieros en Estados
Unidos constituyen el talón de Aquiles del presidente republicano,
George W. Bush, cuya credibilidad política está en juego.
Su conducción de la guerra contra el terrorismo
lanzada luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Washington
y Nueva York le valió la aclamación general, pero el terreno
en el que se encuentra ahora es mucho más movedizo dado que se trata
de restablecer la confianza de los estadunidenses en su economía
y en la bolsa.
"Hasta ahora el presidente Bush, y hasta un cierto grado,
su partido político, no han sido seriamente perjudicados por el
mal manejo de WorldCom o los excesos de Enron", subrayó este jueves
el politólogo Norm Ornstein en un editorial publicado por el diario
USA Today.
Según las encuestas, Bush mantiene su popularidad
y los escándalos financieros no parecen haber afectado la aprobación
que recibe de su pueblo, cuyo índice de 76 por ciento es el más
alto otorgado a un presidente desde Lyndon Johnson en los años 60,
según un sondeo de CNN/USA Today publicado el miércoles.
El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo que
Bush deseaba oír de parte de los dirigentes del grupo de trabajo
un informe "sobre sus esfuerzos para combatir el fraude empresarial", después
de la reciente serie de escándalos financieros que debilitaron la
fe de los inversionistas en las empresas que cotizan en la bolsa.
Los escándalos, como el que protagonizó
la empresa de telecomunicaciones estadunidense WorldCom Inc., provocaron
una fuerte sacudida en los mercados mundiales.
Para satisfacer las exigencias de los estadunidenses sobre
la responsabilidad de las empresas, Bush firmó el martes un decreto
para crear el grupo de trabajo sobre fraude empresarial, con el que busca
dar dirección a las investigaciones y los procesos por actividades
ilícitas.
El grupo de trabajo está encabezado por Larry Thompson,
subprocurador general de Estados Unidos, y Harvey Pitt, presidente de la
comisión de valores (SEC, por sus siglas en inglés), quien
fue cuestionado por algunos críticos que dicen que tiene una relación
muy estrecha con el sector que debe regular.
En el encuentro de media hora en la Casa Blanca se preveía
la presencia del procurador general, John Ashcroft, y del director de la
Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller.
"Este es un equipo SWAT (fuerzas especiales de la policía)
en el sentido de que si uno comete un fraude empresarial, si uno participa
en irregularidades, este grupo de trabajo actuará como SWAT", dijo
Fleischer.