Ser y ver es el título del nuevo libro de la especialista
Raquel Tibol aborda la variedad de posiciones de las
mujeres frente al arte
Revisa la trayectoria de cerca de 80 creadoras de México y otros
países
Lola Alvarez Bravo, Lilia Carrillo, Susana Sierra e Irma Palacios figuran
en la lista
MERRY MAC MASTERS
Las mujeres y sólo las mujeres son el tema del
nuevo libro de Raquel Tibol: Ser y ver. Mujeres en las artes visuales
(Plaza & Janés, 2002). Las cerca de 80 artistas que allí
aborda no nada más son de México, sino de otros países.
Pero
por qué dedicar un volumen en exclusiva a las artistas, la
crítica de arte lo explica así: ''Primero, escribí
tanto sobre mujeres que era un tema que solito pedía que
se le retrabajara. Por lo demás, ver que se puede enfocar el tema
del trabajo de las mujeres en el arte, sean pintoras, escultoras, grabadoras,
fotógrafas, lo que usted quiera, sin necesidad del enfoque feminista,
como algunas feministas dedicadas a la escritura de arte quisieran que
se hiciera siempre. Aquí, el feminismo aparece cuando las artistas
mismas lo invocan; como autora no lo invoco".
El argumento principal de Ser y ver... -el libro
será presentado el 28 de julio a las 12 horas, en la sala Manuel
M. Ponce del Palacio de Bellas Artes- es que no existe una característica
única en el campo del arte producido por las mujeres, como tampoco
lo hay en el de los hombres.
Y Tibol quiere ''poner justamente la enorme variedad de
posiciones de las mujeres frente al arte, tanto en técnicas, en
sentidos, en tendencias y también frente al feminismo, un tema muy
presente en todo el siglo XX, y me extiendo en este libro al XXI que está
todavía tan fresquecito. En el siglo XX el feminismo ha estado muy
militante y algunas mujeres artistas se han sentido tocadas por la actitud
feminista, aunque no la mayoría de las que aquí trato".
Capítulo de artistas vivas
Para escribir Ser y ver. Mujeres en las artes visuales
sirvieron los reportajes, entrevistas, notas informativas, crónicas,
críticas y artículos publicados en periódicos, revistas
y catálogos, escritos por la autora entre 1953 y 1999. (Por vez
primera Tibol utilizó partes de algunos programas que durante muchos
años realizó para Radio UNAM, material ''casi intocado",
que todavía no aborda ''a fondo".)
El volumen no es una historia propiamente, sin embargo
''tiene muchos elementos históricos porque en muchos momentos trato
a los personajes -no todos- con su biografía ordenada cronológicamente",
apunta la entrevistada. En el primer capítulo, de carácter
teórico, que lleva el subtítulo del libro, aparece ''esa
cita hipermachista de un teórico cubano, donde dice que las mujeres
no tienen capacidad para el dibujo porque es cosa de hombres".
Breviarios de algunas precursoras, como su nombre
lo indica, es un capítulo que trata las siguientes artistas ya fallecidas:
Caecilie Seler-Sachs, Amelia Peláez, Lola Alvarez Bravo, María
Izquierdo, Isabel Villaseñor, Lola Velázquez Cueto, Cordelia
Urueta, Celia Calderón, Olga Costa, Alice Rahón, Lilia Carrillo
y Antonia Eiriz. En caso de esta última, Tibol necesitaba ''curarse
en salud", ya que en la década de los sesenta Eiriz había
tenido una exposición en Casa del Lago: ''Recuerdo que escribí
cómo era posible en plena euforia de la Revolución Cubana
que un artista trajera un arte con mucho elemento expresionista, de amagura,
de introversión. No sólo fue mi comentario, sino que en Cuba
le hicieron tal cantidad de críticas que se retira del arte".
El capítulo Activas en la segunda mitad del
siglo XX debió ser de artistas vivas, pero mientras se editaba
el libro murió Niki de Saint Phalle. Aparte están Joy Laville,
Helen Escobedo, Myrna Báez, Beatriz González, Marysole Worner
Baz, Susana Sierra, Irma Palacios, Dulce María Núñez,
Nunik Sauret, Georgina Quintana, Mónica Castillo y Flor Minor.
Por fin Ser y ver, capítulo que atribuye
el nombre al volumen, trata el problema de ''ser o no ser artista". Empieza
con el caso de Victoria Compañ, pintora que destruía su obra
hasta que los hermanos Castro Leñero -con quienes integró
el Taller Tlalpan- comenzaron a guardarla ''bajo llave para impedir que
Victoria llegara con cualquier elemento punzante a hacer trizas telas y
papeles".
Tibol evita el happy end al abordar el derecho
de tomar la imagen de un ser decrépito, por medio de la fotografía
de Vida Yovanovich.
Cabe mencionar que en el contexto del libro se habla de
muchas más mujeres artistas.