Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 9 de julio de 2002
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Economía
Ugo Pipitone

Tres noticias

En los días pasados han ocurrido algunos hechos sobre los cuales es oportuno reflexionar.

El primero es la comparecencia del ex presidente Echeverría ante el Ministerio Público. Confieso que no me sentiría especialmente gratificado con verlo detrás de las rejas. Echeverría es ya sólo un delirio que quedó en el pasado y se puede tener hacia él aquel sentido de humana piedad que él no tuvo hacia centenares de jóvenes asesinados por "fuerzas de seguridad" bajo sus órdenes. Mucho dolor de padres, hijos, hermanos, persiste después de décadas por (¿la "locura"? de) ese hombre. Como siempre, la tesis de la locura es una escapatoria. Si los "locos" no lo eran, queda por explicar cómo fue que tuvieron éxito. Echeverría se limitó a mostrar el grado de bajeza moral, de paranoia política y de sentido de impunidad institucional de una clase dirigente que gobernó este país por décadas y que podía -con una mano en la cintura y la otra abanicándose- sostener justas causas mundiales mientras asesinaba y torturaba opositores. O los corrompía, adulaba, coptaba, etcétera. Echeverría es sólo un peldaño de la historia de una clase dirigente. Y hoy, me atrevo a pensar, la principal necesidad colectiva es saber (con la mayor precisión posible) de dónde venimos y hacia dónde sería oportuno que no regresáramos.

Pero el punto es otro. ¿Cuántas simulaciones institucionales, cuánta corrupción, cuántos discursos floridos que nos tratan como retrasados mentales -originados en un "pasado" nacionalista, revolucionario, etcétera-- persisten en el presente? Esta debería ser una de nuestras grandes preguntas colectivas. Las cabezas han cambiado, pero, de pronto, uno descubre continuidades preocupantes, como ejemplo nimio, los directivos de Bancomext que se suben sus sueldos (que pequeños, sospecho, no eran) con el mismo estilo de antaño: no tener nadie a quién rendir cuentas. Sentirse miembros de una tribu que se protege a sí misma y que establece ciertas barreras protectoras frente a la sociedad.

Segunda noticia, que en realidad no lo es. Carlos Salinas "desviaba" (según palabras de La Jornada) fondos públicos en favor de su hermano. O sea, robaba al Estado a favor de Raúl. Más o menos, como un Iturbide renacido, pero ahora en vestiduras nacional-evolucionario-modernizadoras. Noticia asociada: nuevo escándalo en Pemex. Ahora, por la friolera de 127 millones de dólares. ¿Qué diferencia hubo, en lo sustantivo, entre eso y Ferdinand Marcos en Filipinas o Syngman Rhee en Corea del Sur? Montañas de retórica, corporaciones asociadas, una voz presidencial como la de Júpiter, un partido con funciones de sumo sacerdote de las justas causas y, naturalmente, millones de miserables convertidos en peones de un juego que no entienden. En fin, nuestra normalidad. Ese es el pasado que, no obstante todo, sigue gravitando sobre el presente.

Tercera noticia: México Posible recibe el registro como partido político para las elecciones del 6 de julio de 2003. Diré algunas cosas en forma brutal. El PRD ha pagado el costo de sangre más alto que cualquier otro partido político en, al menos, medio siglo de historia de México. Sin embargo, ese partido está hoy dramáticamente lejos de la necesidad de este país de tener una izquierda creativa, innovadora y capaz de ser encarnación del deseo colectivo de lo mejor: bienestar, solidaridad y democracia. La mayor novedad de la izquierda mexicana en el siglo xx, el PRD, se ha ido poco a poco replegando sobre nefandas y antiguas tradiciones: el "líder natural", un discurso anclado a reflejos nacional-revolucionarios y un ritualismo interno que recuerda a veces el partidazo u otros ejemplos mundiales igualmente poco halagüeños. México Posible -el partido cuyas cabezas más visibles son Patricia Mercado y Sergio Aguayo- puede ser una ocasión importante para renovar ideas y estilos de una izquierda mexicana aún demasiado amarrada a lo peor de su (propio y ajeno) pasado.

Ese nuevo partido proviene de cuatro tradiciones: el feminismo, los derechos humanos, los derechos de los homosexuales (y todos los "diferentes") y el ecologismo. Temas, todos ellos, sobre los cuales ciertamente vale la pena intentar la renovación de un discurso mexicano de izquierda que, en ocasiones, está dolorosamente lejos de las necesidades del presente.

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