Homenaje al artista por sus 50 años de trayectoria
Carlos García Estrada exige más espacios para el grabado
Exhiben en monasterio de Italia 30 piezas del mexicano
MERRY MAC MASTERS
El grabado "va a despegar a pesar de todos, de los que quieren y no pueden, de los que hablan mal, de los que lo desdeñan", advierte el artista Carlos García Estrada (1934, ciudad de México), y agrega que es el vehículo de expresión más poderoso.
"Las personas correspondientes necesitan darse cuenta de que el grabado está tomando un auge como nunca y que hay que ampliar sus espacios. Durante mucho tiempo grité, pero nada más yo y alguna otra persona por allí. Pero ahora es el momento en que se deben pedir cosas, exigir", añade.
A partir del 5 de julio, García Estrada recibe un homenaje -por su medio siglo de trayectoria- de una asociación internacional de grabadores en Urbina, Italia. En el monasterio de Santa Clara se ha montado una exposición de más de 30 piezas suyas, así como obra de 30 colegas de todo el mundo.
También en México García Estrada ha sido objeto de diversas exposiciones desde 2000. Maestro de varias generaciones de artistas, destaca la muestra realizada por 22 de sus ex alumnos, entre ellos Francisco Castro Leñero, Irma Palacios, Nahúm B. Zenil, Gabriel Macotela, Javier Marín, Marco Vargas, Nunik Sauret y Elena Villaseñor, en igual número de estaciones del Metro. El Museo-Taller Erasto Cortés Juárez, de Puebla, le organizó una exposición, al igual que la Alianza Francesa de San Angel y la Sala de Exposición de la Gráfica, de Tlaxcala.
Hace unos días salió una carpeta conmemorativa, editada por Caracol Púrpura, con tres poemas de Dionisio Morales, ilustrados por el homenajeado.
Nacido en la colonia Morelos, frente a la fábrica de chocolates La Azteca, García Estrada se introdujo al arte vía el teatro guiñol. A los 16 años "se enamoró" de éste al ver "unos muñecos que hablan".
Expresa: "Varias veces traté de ver qué pasaba detrás del teatrino, hasta que Gilberto Ramírez, director del Teatro Don Ferruco, que estaba en el Teatro del Pueblo, me tomó de la mano y me dijo, 'oye, creo que quieres manejar los muñecos'. Todo asustado le dije que sí".
Como ser titiritero implicaba diseñar los muñecos y hacer las escenografías, y ya que el joven Carlos "no tenía muy adiestrada la mano para dibujar", en 1952 empezó a asistir a las clases que impartía el grabador Mariano Paredes, en las pérgolas de Chapultepec, donde ahora está el Museo de Arte Moderno. Continuó en las escuelas de iniciación artística del Instituto Nacional de Bellas Artes y, luego, La Esmeralda, en una época en que "nadie quería ir al taller de grabado".
Opina que siempre ha existido una relación "muy extraña" entre el teatro guiñol y el grabado (ambos se han utilizado como medios de propaganda.) Incluso, grabadores como Alberto Beltrán, Adolfo Mexiac, Lola y Germán Cueto lo practicaron. Siendo titiritero, García Estrada recuerda que un día llegó Leopoldo Méndez -también hizo guiñol-, porque quería regalar un muñeco a una amiga educadora que lo necesitaba para entretener a los niños: "El señor Gilberto me dijo que hiciera el muñeco, se lo llevé a Leopoldo y me regaló 10 copias de sus grabados".
La primera influencia de García Estrada fue, entonces, la "escuela mexicana": "Con Mariano Paredes íbamos a dibujar a la Merced, que los cargadores, que la gente muy pobre. En ese tiempo mi grabado tenía la idea social de reflejar la miseria y el entorno que siempre ha tenido esta ciudad de partes paupérrimas".
-ƑAlguna vez te invitaron a formar del Taller de Gráfica Popular?
-No. Paredes, que había sido fundador del taller, pero después no quiso estar allí, decía siempre que ya hay que terminar de tejer. Pensaba en un grabado más dinámico, más contrastado, más lleno de esa idea de blanco y negro. Y, de trabajar el color, que no pusiera muchos.
En su libro Gráficas y neográficas en México (la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal acaba de reditarlo), Raquel Tibol habla de una influencia en cierto momento de Hans Hartung, alemán radicado en París, en la obra de García Estrada. Y es que de 1969 a 1970 el joven mexicano fue becado por el gobierno francés para recibir "un curso de especialización sobre grabado en color", en el Atelier 17 de M. Hayter en París.
Para el entrevistado, el grabado es una forma de expresión "contundente", que requiere de una disciplina feroz. "Cuando me dicen que soy abstracto, cada vez creo que soy más real, porque quiero decir algo que tiene que sentir el espectador para que se logre esa comunicación. Quiero hacer planteamientos en torno a algo que me pasa". Desde hace muchos años el artista sólo utiliza la punta seca y, "si acaso", unas mezzotintas.