Señala el prelado que los indígenas están "insuficientemente evangelizados"
La Iglesia no busca andar paseando al Papa; viene porque quiere, dice el obispo Martínez Zepeda
ANGELES CRUZ
La Iglesia no está empeñada "en andar paseando a un anciano débil, como se ha dicho, sino que él, Juan Pablo II, es quien quiere venir a México", afirmó el obispo auxiliar de México, José de Jesús Martínez Zepeda.
El pontífice cumplirá con esta decisión de viajar a México por quinta ocasión, para canonizar a Juan Diego, igual que "contra viento y marea" ha desarrollado otras actividades pese a las manifestaciones o recomendaciones en contra, señaló el prelado.
Por ello, agregó, la jerarquía católica mexicana no tiene temor a la crítica. La visita papal será breve, pero muy significativa, "porque ese es el deseo del Santo Padre". Si bien Juan Pablo II está muy mermado en sus facultades físicas, "viene a México a expresar su amor y su fe por la Virgen de Guadalupe". Con este viaje quiere seguir dando muestra de decisión y firmeza, señaló.
A los mexicanos "nos reanima alguien que cree, ama y tiene grandes esperanzas en este país", apuntó el también miembro del comité organizador de la visita papal, prevista del 31 de julio al 2 de agosto.
En conferencia de prensa durante uno de los recesos del Congreso de Mariología, Martínez Zepeda retomó el tema de la canonización de Juan Diego e indicó que este hecho podría ser un estímulo para la nueva evangelización, no sólo de los indígenas, sino de la población en general, pues actualmente "tenemos bautizados, confirmados y quienes han hecho la primera comunión, pero que en sus actos no reflejan ningún compromiso con la fe cristiana".
Respecto a los indígenas, Martínez resaltó que hay una tarea pendiente, porque están "insuficientemente evangelizados". Para revertir esta situación, debiera retomarse la teoría de Samuel Ruiz García, quien durante más de 30 años fue obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Su filosofía era evangelizar, pero respetando la cultura y tradición de los pueblos.
Es una tarea ardua, pero debe hacerse. No se trata de someterlos o imponerles nuestra cultura, apuntó.