Presentación del libro de Carlos Díaz Barriga sobre Mario Ruiz Armengol
Los compositores populares, legisladores sentimentales de la nación: Monsiváis
Han dado nombre a México a través de frases de temas musicales, refirió el escritor de Días de guardar
En el acto se interpretaron varios temas del compositor jarocho, quien agradeció con una sonrisa
ARTURO CRUZ BARCENAS
Los otros legisladores de la Nación, tal fue el título del texto leído el pasado martes por Carlos Monsiváis durante la presentación del libro escrito por Carlos Díaz Barriga, La calle de los sueños: vida y obra de Mario Ruiz Armengol. Tal designación, expuso el autor de Días de guardar, corresponde a quienes han dado nombre a México en el mundo, a través de frases de temas musicales que sólo pudieron ser dichas por autores como el compositor jarocho.
El salón del Centro Cultural Veracruzano estaba lleno, tanto que se colocaron bocinas en los pasillos para que más gente pudiera oír. "Hay algo siempre muy sospechoso en una persona que puede congregar tantos amigos", agregó Monsiváis, quien destacó la presencia en el acto de Manuel Esperón y María Victoria. Aplaudieron Marco Antonio Muñiz, Yolanda Montes Tongolele, Pepe Arévalo, Rosita Quintana, Beto el Boticario, Enrique Quezada del trío Los Diamantes...
"ƑCuánto le debe México a sus compositores populares, entre los que debe incluirse a Silvestre Revueltas y José Pablo Moncayo? La lista es interminable, de 1901 a 2002, del estreno de Perjura (...) a lo que ha sido la moda interminable de canciones de Agustín Lara, María Grever, Alfonso Esparza Oteo, Tata Nacho, Chucho Monge, Felipe Valdez Leal, Pepe Guízar, Gonzalo Curiel, Gabriel Ruiz, María Elena Valdelamar, Manuel Esperón..." y Mario Ruiz Armengol, entre muchos otros.
Música de fondo de las relaciones amorosas
Monsiváis siguió pronunciando nombres de compositores de ese corte, sin faltar Armando Manzanero y Juan Gabriel. "Estos son los legisladores sentimentales, emotivos... son las minorías privilegiadas sin las cuales es imposible entender la vida íntima de los mexicanos, y no sólo de ellos. Sé que no exagero en lo mínimo. Entre otras cosas, a esos compositores se les debe la música de fondo de las relaciones amorosas y de las experiencias juveniles.
"Cuando alguien habla de mi época, se refiere inevitablemente a su juventud y a las canciones" que enlaza con "sus enamoramientos, sus pasiones y jugadas, sobre sus rencores. En los años treintas, Noche de ronda quiere decir el gusto con los amigos nocturnos; hoy es la manera de aprender la transmisión de un exceso contenido con la inspiración.
"Poco después, Aunque tú no me quieras informa de las vicisitudes del ligue y de las frustraciones consiguientes. Hoy es un himno no tanto de amor romántico como de la metamorfosis del amor romántico en un pacto de creencias."
Añadió que las canciones de esos autores son referencias verbales indispensables, "más allá de lo anecdótico. Así, mira, Bartola, ahí te dejo estos dos pesos, o a veces me pregunto que pasaría si yo encontrara un alma como la mía, o solamente una vez amé en la vida, o mi rival es mi propio corazón, o por eso aún estoy en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente, y hoy resulta que no soy de la estatura de tu vida...
"Son frases hechas de la canción popular, que tienen tanto o más fuerza que las de la poesía. Provocan también estos compositores la mínima y máxima vanidad del mexicano en el extranjero, al oír en un sitio inesperado o previsible Granada, o Solamente una vez, o Muchachita -de Ruiz Armengol, quien en el presídium dejó asomar una sonrisa".
Citó otros temas de tales compositores cantandos por famosos de otros países, como Somos novios, con Perry Como. Citó el caso de Orson Welles, quien plagia una composición de Gabriel Ruiz y la firma como suya en El ciudadano Kane. Reconoce después que no es de él. Siguió con otros casos similares.
"Esta es una parte de la inmensa deuda que México, y no sólo él, tiene con sus compositores populares, entre los cuales tiene un lugar muy destacado Mario Ruiz Armengol, cuya historia es la de una vida itinerante", puntualizó Carlos Monsiváis.
Un sueño
En la presentación del libro de Carlos Díaz Barriga no podía faltar la música de Ruiz. Patricia Carrión interpretó Soñé, que hiciera famosa José Antonio Méndez; Rodolfo Popo Sánchez, al sax, tocó Ternura; con modestia y humildad, Roberto Pérez Vázquez -otrora violinista de Villafontana, quien dijo estar enfermo ("hace 20 años la tocaría, pero hoy sólo la rasguñaré")- interpretó La calle de los sueños. Gualberto Castro llenó con su voz el salón; con su estilo cantó Muchachita, una de las más conocidas del maestro.
Ricardo Rocha también dirigió unas palabras a Mayito. "A ti, Mariote, inmenso como artista, excepcional como ser humano. A ti, a quien tuve la suerte de abrazar tantas veces en los pasillos de lo que fue nuestra W. A ti, a quien vi con admiración devota, acariciando las notas de aquel piano tuyo, nuestro, como siempre.
"Muchas gracias, Mario, por desgarrarnos la piel y la entraña con tus canciones, por alborotarnos la neurona y también la hormona; sobre todo, gracias por esto último", agregó el periodista.
El autor, Carlos Díaz, estaba, más que emocionado, feliz. Tomó aire y pidió que le tomaran una foto, pues estar en un presídium con Monsiváis, Manuel Esperón y el propio Ruiz, entre otros, fue como un sueño. Era real todo. "Tómenla, por favor, si no nadie me va a creer."
Acabó su discurso y dio un beso en la mejilla a Ruiz Armengol.