Recientemente la
Secretaría de Economía del gobierno de Puebla
recomendó a las "organizaciones civiles e
indígenas" analizar los objetivos del Acuerdo de
Libre Comercio para las Américas (ALCA) antes de
reprobarlo. Viejo y tramposo truco de quienes invierten
las cosas para descalificar a los críticos, pues no se
trata de rechazar los propósitos del ALCA (por ejemplo,
elevar los niveles de vida, mejorar las condiciones
laborales, erradicar la pobreza y la discriminación,
proteger el medio ambiente y fortalecer la democracia),
sino más bien preguntarnos si con el libre comercio, la
integración subordinada a Estados Unidos, la entrega de
nuestros recursos a la inversión extranjera, la
propiedad sin regulación, la privatización del
patrimonio nacional, los empleos mal remunerados, las
empresas maquiladoras y la profundización de la
dependencia, con el capitalismo salvaje, es posible
alcanzarlos. Las siguientes líneas buscan esa respuesta Significado del ALCA
Con el propósito de superar la
recesión económica que vivía Estados Unidos y
garantizar la hegemonía de ese país sobre toda
América, el 27 de junio de 1990 el entonces presidente
norteamericano George Bush padre presentó la
"Iniciativa de las Américas" -que sería el
primer planteamiento integral sobre las relaciones
hemisféricas desde la Alianza para el Progreso en los
años sesenta-, donde se contiene propuestas para los
tres instrumentos fundamentales del ejercicio hegemónico
y la reactivación económica de Norteamérica: el
comercio internacional, la inversión y la deuda externa.
Si bien la iniciativa hace hincapié en la inversión y
la deuda externa, la propuesta de mayor alcance se
refiere al comercio internacional. En efecto, el objetivo
de largo plazo propuesto por George Bush padre fue la
creación de una zona de libre comercio que se extendiera
"desde el puerto de Anchorage hasta la Tierra de
Fuego". Más tarde, entre el 9 y el 11 de diciembre
de 1994, siendo ya presidente de Estados Unidos William
Clinton y recién iniciado en México el gobierno de
Ernesto Zedillo, se llevó a cabo en Miami, Florida, la
Primera Cumbre de la Américas, "para integrar, en
un plazo no mayor de 10 años (2005) las economías del
Hemisferio occidental en una zona de libre
comercio", que sería la más grande del mundo.
En México, que se presentaba ante las demás naciones
como el ejemplo a seguir en materia de apertura comercial
y desrregulación económica, se prestó poca atención a
las resoluciones de la Cumbre, debido a que pocos días
después de concluida la reunión estalló la crisis más
profunda de los últimos tiempos, pero también debido a
cierto disgusto derivado del temor a perder el recién
ganado ingreso privilegiado, vía Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), al mercado
estadounidense.
Posteriormente, los mandatarios de los 34 países
americanos participantes en el ALCA, con la honrosa
excepción de Cuba, se reunieron dos veces más, una en
Santiago de Chile en 1998 y la otra en Québec, Canadá,
en abril de 2001. Actualmente, trabajan nueve grupos de
negociación (Acceso a Mercados; Agricultura; Compras del
Sector Público; Inversiones; Política de Competencia;
Propiedad Intelectual; Servicios; Solución de
Controversias; y el de Subsidios, Antidumping y Derechos
Compensatorios), que tienen el compromiso de concluir las
negociaciones en enero de 2005, para poner en marcha la
zona de libre comercio de las Américas, a más tardar,
en diciembre de ese mismo año.
El último tramo de las negociaciones tendrá lugar en la
ciudad de Puebla, gracias, según reveló el gobernador
Melquiades Morales, al apoyo determinante de Jeffrey
Davidow, embajador de Estados Unidos en México y el del
flamante panista Luis Derbez, secretario de Economía del
gobierno federal. (La Jornada, 14/05/02: 36)
Por supuesto, las negociaciones del ALCA se han llevado a
cabo al margen de la sociedad, a nombre de la cual en la
sexta reunión de ministros de Economía y Comercio de
las naciones participantes declararon: "Creemos en
la importancia de la liberación del comercio, tanto a
nivel mundial como regional, para generar crecimiento
económico y prosperidad [...] En consecuencia,
reiteramos nuestro compromiso de evitar, en la medida de
lo posible, la adopción de políticas o medidas que
puedan afectar negativamente el comercio y la inversión
regional y la imposición de barreras comerciales".
Esta declaración, sin considerar lo que piensan millones
de latinoamericanos de las políticas de apertura y
cambio estructural de orientación al mercado que los ha
empobrecido, es la expresión simple de la exclusión
social que ha caracterizado a todo el proceso
negociación del ALCA, y que se traduce en el
desconocimiento de su contenido y significado por buena
parte de la población latinoamericana.
Las propuestas del ALCA
Impuestas ya en el Consenso de
Monterrey, las propuestas del ALCA parten del siguiente
dogma: todas las economías se benefician de una mayor
integración de los mercados internacionales, aunque las
economías (en vías de desarrollo) con escaso capital y
baja productividad tienen más posibilidades de
beneficiarse con una mayor integración al mercado que
las economías (desarrolladas) con abundancia de capital
y elevada productividad.
En consecuencia, a las naciones en vías de desarrollo
que aspiren a los niveles de vida de los países
desarrollados se les sugiere integrarse al mercado
mundial mediante la eliminación de aranceles y toda
restricción al flujo de mercancías y capitales, así
como la concesión de mayores beneficios a la inversión
extranjera, la entrega al capital foráneo del sistema
financiero, la privatización de los activos públicos,
la apertura sin limitación alguna de todas las
actividades económicas al capital privado, la
construcción de infraestructura en beneficio de la
acumulación capitalista, y permitir que las decisiones
de los agentes económicos privados determinen la
composición, orientación, dinámica y magnitud de la
economía.
De esta manera, a los países empobrecidos y dependientes
se les exige aplicar la estrategia neoliberal que ha sido
la causante, por lo menos, de tres graves cuestiones:
inestabilidad económica y bajas tasas de crecimiento;
aumento social y regional de la pobreza, así como la
pérdida de independencia y soberanía para diseñar y
llevar a cabo una política económica a favor de los
sectores populares.
Cuando el futuro nos alcance
Así las cosas, la puesta en marcha del
ALCA significará, para la población pobre y
extremadamente pobre de América Latina, reforzar la
estrategia económica neoliberal que la condujo a esa
situación.
De acuerdo con los resultados obtenidos con la
aplicación de las políticas neoliberales y de
integración subordinada, para los campesinos de América
Latina, el ALCA traerá consigo la irrupción en gran
escala de empresas agropecuarias de tipo capitalista que
despojarán a los agricultores de sus medios de
producción (tierras, bosques y selvas) para convertirlos
en peones asalariados, destruyendo además la producción
interna de alimentos, lo que acentuará la dependencia de
la importación de granos básicos; en particular para
los pueblos indígenas el ALCA implicará la
desintegración de sus culturas ante el avance del
mercado y la lógica del capital en todos los aspectos de
su vida económica, social y política.
Para los trabajadores de las ciudades, el ALCA provocará
un mayor desempleo, menores salarios y desprotección
laboral en virtud del sometimiento de la fuerza de
trabajo al mercado y a la situación de indefensión de
los trabajadores frente al capital que lleva consigo la
"flexibilización de las relaciones laborales".
ésto, sin duda, repercutirá en la situación de las
mujeres y los jóvenes, que se verán excluidos en mayor
medida y sometidos a una creciente explotación y
marginación.
La otra cara de la moneda es el mundo de los negocios
lucrativos para unas cuantas empresas transnacionales;
esto es, el fortalecimiento en la región de los grandes
monopolios a costa de la destrucción de la industria
local y la consecuente formación de enclaves sin
beneficio alguno para la población.
Por otra parte, de acuerdo con los principios del ALCA se
exige a las naciones dependientes la eliminación total
de aranceles, así como la apertura sin limitaciones al
capital y los bienes del exterior -pero impidiendo el
flujo de trabajadores, o en todo caso, regulándolo de
manera racista-, lo cual siempre beneficia a los países
de mayor desarrollo industrial, que no sólo tienen una
mayor capacidad de producción y elevada productividad,
sino que, además como en el caso de Estados Unidos, son
capaces de mantener una fuerte estructura proteccionista,
totalmente distinta a la apertura exigida a sus
"socios comerciales".
De la misma manera, a los gobiernos de cada nación
integrante del ALCA se les impone una lista de
"requisitos de desempeño" mediante los cuales
renuncian a regular la actuación del capital privado y,
por el contrario, se acepta satisfacer sus exigencias
como parte de las ventatas competitivas que los gobiernos
deben crear para facilitar la inversión sin limitación
alguna, es decir, totalmente privada, extranjera y en
cualquier área de la economía. Incluso en la iniciativa
original se propuso un programa de créditos dirigido a
los países que adopten medidas importantes para eliminar
las barreras a la inversión extranjera, al amparo del
cual se ha destinado créditos para financiar la deuda de
Bolivia, Chile y Colombia.
Asimismo, desde hace tiempo Estados Unidos ha tratado de
apropiarse de los recursos naturales, de la biodiversidad
y del conocimiento medicinal tradicional de la región.
En este sentido, diversos analistas coinciden en un
hecho: el ALCA promoverá, sin duda, el saqueo de los
recursos naturales de América Latina, incluyendo los
minerales y sin olvidar, por supuesto, la privatización
de la explotación del agua, la biodiversidad y el saber
médico tradicional.
Para el capital transnacional el petróleo representa un
negocio que requiere sea privatizado, seguridad jurídica
le llaman en México y Venezuela, lo que explicaría, en
nuestro país, las presiones de la derecha para reformar
la Constitución y abrir el sector energético a la
inversión privada, y en Venezuela el golpe de Estado en
contra del presidente Hugo Chávez.
Dentro de la normatividad del ALCA, cualquier acción de
un gobierno que pueda afectar la tasa de ganancia
empresarial puede incluirse entre las medidas de efecto
equivalentes a una nacionalización, lo cual puede ser
motivo para una demanda de las empresas contra un Estado
nacional, y que esa demanda sea juzgada por un panel
internacional colocado fuera de la jurisdicción de las
leyes nacionales del Estado demandado. Así, el derecho
nacional que expresa los intereses sociales de un país
es burlado por la relación empresaEstado y los
mecanismos privados de solución de controversias. Por
otra parte, se pretende cambiar la naturaleza del derecho
internacional, que se basa en acuerdos entre naciones
soberanas, sustituyéndolo por acuerdos preferenciales en
favor de las corporaciones transnacionales.
Por supuesto, con el pretexto de eliminar los monopolios
se pretende evitar cualquier intervención del Estado en
la economía y, sobre todo, la creación de empresas
estatales, "porque distorsionan el libre
funcionamiento del mercado", aunque esas empresas
tengan como propósito satisfacer necesidades sociales.
Conclusión
El ALCA, que por donde quiera que se le
vea es un nuevo instrumento de fortalecimiento del
control hegemónico de Estados Unidos sobre nuestras
naciones, hasta hoy se ha logrado alimentar, por lo menos
en México, con apologistas discursos gubernamentales y
augurios positivos para nuestros pueblos, y sin embargo
no ofrece mecanismos claros para integrar en condiciones
favorables -no subordinadas- a las economías más
pequeñas y pobres del continente, lo cual, dada la
asimetría existente con Estados Unidos, significará no
sólo que verán destruida su economía interna, sino que
ahora deberán agregar el riesgo inminente de perder su
identidad y soberanía nacionales.
Por otro lado, aunque pregona el libre comercio, Estados
Unidos mantiene los subsidios a la producción
agropecuaria interna, cuyos productos se exportan a bajos
precios hacia nuestras naciones, provocando así la
crisis y destrucción del campo nacional.
Tampoco cuenta el ALCA con mecanismos para resolver los
problemas de la pobreza y el atraso social en la región,
ni para solucionar la dependencia y la inestabilidad
financiera de las naciones latinoamericanas, y no se
puede esperar que sólo con el principio de reciprocidad
entre los países (totalmente desiguales) y el título de
socio con el que se les nombra, se genere un ALCA capaz
de terminar con las desigualdades existentes en las
naciones del continente.
Por último, conviene recordar que el Congreso
norteamericano no ha querido autorizar al presidente Bush
el fast track (vía rápida) para permitirle negociar
acuerdos comerciales con terceras naciones. Al no otorgar
esa autorización, los congresistas se han reservado para
sí el derecho de modificar alguna o todas las cláusulas
que acuerden los 34 jefes de Estado integrantes del ALCA,
lo que sí bien podría ser aceptado por gobiernos como
el de México o el de Uruguay, en los hechos
significaría dejar en manos del Legislativo de Estados
Unidos el futuro de América Latina.
En fin, como advirtiera Osvaldo Martínez, ex ministro de
Economía de Cuba, el ALCA tiene la peculiaridad de
"beneficiar a muy pocos y lesionar a muchos".
Por eso, señor secretario de Economía, por ser el ALCA
un instrumento de dominación norteamericana los pueblos
de América, que saben mucho más de lo que usted cree,
han expresado de múltiples formas su rechazo a ese
instrumento de dominación, y lo seguirán haciendo en el
camino de la construcción de una sociedad libre,
democrática, justa, soberana, independiente y solidaria,
como quizá ni siquiera la imagina vuestra merced.
* Facultad de Economía de la UAP.
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