lunes 24 de junio de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Análisis

El Acuerdo de Libre Comercio para las Américas

n Jaime Ornelas Delgado *

Recientemente la Secretaría de Economía del gobierno de Puebla recomendó a las "organizaciones civiles e indígenas" analizar los objetivos del Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA) antes de reprobarlo. Viejo y tramposo truco de quienes invierten las cosas para descalificar a los críticos, pues no se trata de rechazar los propósitos del ALCA (por ejemplo, elevar los niveles de vida, mejorar las condiciones laborales, erradicar la pobreza y la discriminación, proteger el medio ambiente y fortalecer la democracia), sino más bien preguntarnos si con el libre comercio, la integración subordinada a Estados Unidos, la entrega de nuestros recursos a la inversión extranjera, la propiedad sin regulación, la privatización del patrimonio nacional, los empleos mal remunerados, las empresas maquiladoras y la profundización de la dependencia, con el capitalismo salvaje, es posible alcanzarlos. Las siguientes líneas buscan esa respuesta

Significado del ALCA

Con el propósito de superar la recesión económica que vivía Estados Unidos y garantizar la hegemonía de ese país sobre toda América, el 27 de junio de 1990 el entonces presidente norteamericano George Bush padre presentó la "Iniciativa de las Américas" -que sería el primer planteamiento integral sobre las relaciones hemisféricas desde la Alianza para el Progreso en los años sesenta-, donde se contiene propuestas para los tres instrumentos fundamentales del ejercicio hegemónico y la reactivación económica de Norteamérica: el comercio internacional, la inversión y la deuda externa.
Si bien la iniciativa hace hincapié en la inversión y la deuda externa, la propuesta de mayor alcance se refiere al comercio internacional. En efecto, el objetivo de largo plazo propuesto por George Bush padre fue la creación de una zona de libre comercio que se extendiera "desde el puerto de Anchorage hasta la Tierra de Fuego". Más tarde, entre el 9 y el 11 de diciembre de 1994, siendo ya presidente de Estados Unidos William Clinton y recién iniciado en México el gobierno de Ernesto Zedillo, se llevó a cabo en Miami, Florida, la Primera Cumbre de la Américas, "para integrar, en un plazo no mayor de 10 años (2005) las economías del Hemisferio occidental en una zona de libre comercio", que sería la más grande del mundo.
En México, que se presentaba ante las demás naciones como el ejemplo a seguir en materia de apertura comercial y desrregulación económica, se prestó poca atención a las resoluciones de la Cumbre, debido a que pocos días después de concluida la reunión estalló la crisis más profunda de los últimos tiempos, pero también debido a cierto disgusto derivado del temor a perder el recién ganado ingreso privilegiado, vía Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), al mercado estadounidense.
Posteriormente, los mandatarios de los 34 países americanos participantes en el ALCA, con la honrosa excepción de Cuba, se reunieron dos veces más, una en Santiago de Chile en 1998 y la otra en Québec, Canadá, en abril de 2001. Actualmente, trabajan nueve grupos de negociación (Acceso a Mercados; Agricultura; Compras del Sector Público; Inversiones; Política de Competencia; Propiedad Intelectual; Servicios; Solución de Controversias; y el de Subsidios, Antidumping y Derechos Compensatorios), que tienen el compromiso de concluir las negociaciones en enero de 2005, para poner en marcha la zona de libre comercio de las Américas, a más tardar, en diciembre de ese mismo año.
El último tramo de las negociaciones tendrá lugar en la ciudad de Puebla, gracias, según reveló el gobernador Melquiades Morales, al apoyo determinante de Jeffrey Davidow, embajador de Estados Unidos en México y el del flamante panista Luis Derbez, secretario de Economía del gobierno federal. (La Jornada, 14/05/02: 36)
Por supuesto, las negociaciones del ALCA se han llevado a cabo al margen de la sociedad, a nombre de la cual en la sexta reunión de ministros de Economía y Comercio de las naciones participantes declararon: "Creemos en la importancia de la liberación del comercio, tanto a nivel mundial como regional, para generar crecimiento económico y prosperidad [...] En consecuencia, reiteramos nuestro compromiso de evitar, en la medida de lo posible, la adopción de políticas o medidas que puedan afectar negativamente el comercio y la inversión regional y la imposición de barreras comerciales".
Esta declaración, sin considerar lo que piensan millones de latinoamericanos de las políticas de apertura y cambio estructural de orientación al mercado que los ha empobrecido, es la expresión simple de la exclusión social que ha caracterizado a todo el proceso negociación del ALCA, y que se traduce en el desconocimiento de su contenido y significado por buena parte de la población latinoamericana.

Las propuestas del ALCA

Impuestas ya en el Consenso de Monterrey, las propuestas del ALCA parten del siguiente dogma: todas las economías se benefician de una mayor integración de los mercados internacionales, aunque las economías (en vías de desarrollo) con escaso capital y baja productividad tienen más posibilidades de beneficiarse con una mayor integración al mercado que las economías (desarrolladas) con abundancia de capital y elevada productividad.
En consecuencia, a las naciones en vías de desarrollo que aspiren a los niveles de vida de los países desarrollados se les sugiere integrarse al mercado mundial mediante la eliminación de aranceles y toda restricción al flujo de mercancías y capitales, así como la concesión de mayores beneficios a la inversión extranjera, la entrega al capital foráneo del sistema financiero, la privatización de los activos públicos, la apertura sin limitación alguna de todas las actividades económicas al capital privado, la construcción de infraestructura en beneficio de la acumulación capitalista, y permitir que las decisiones de los agentes económicos privados determinen la composición, orientación, dinámica y magnitud de la economía.
De esta manera, a los países empobrecidos y dependientes se les exige aplicar la estrategia neoliberal que ha sido la causante, por lo menos, de tres graves cuestiones: inestabilidad económica y bajas tasas de crecimiento; aumento social y regional de la pobreza, así como la pérdida de independencia y soberanía para diseñar y llevar a cabo una política económica a favor de los sectores populares.

Cuando el futuro nos alcance

Así las cosas, la puesta en marcha del ALCA significará, para la población pobre y extremadamente pobre de América Latina, reforzar la estrategia económica neoliberal que la condujo a esa situación.
De acuerdo con los resultados obtenidos con la aplicación de las políticas neoliberales y de integración subordinada, para los campesinos de América Latina, el ALCA traerá consigo la irrupción en gran escala de empresas agropecuarias de tipo capitalista que despojarán a los agricultores de sus medios de producción (tierras, bosques y selvas) para convertirlos en peones asalariados, destruyendo además la producción interna de alimentos, lo que acentuará la dependencia de la importación de granos básicos; en particular para los pueblos indígenas el ALCA implicará la desintegración de sus culturas ante el avance del mercado y la lógica del capital en todos los aspectos de su vida económica, social y política.
Para los trabajadores de las ciudades, el ALCA provocará un mayor desempleo, menores salarios y desprotección laboral en virtud del sometimiento de la fuerza de trabajo al mercado y a la situación de indefensión de los trabajadores frente al capital que lleva consigo la "flexibilización de las relaciones laborales". ésto, sin duda, repercutirá en la situación de las mujeres y los jóvenes, que se verán excluidos en mayor medida y sometidos a una creciente explotación y marginación.
La otra cara de la moneda es el mundo de los negocios lucrativos para unas cuantas empresas transnacionales; esto es, el fortalecimiento en la región de los grandes monopolios a costa de la destrucción de la industria local y la consecuente formación de enclaves sin beneficio alguno para la población.
Por otra parte, de acuerdo con los principios del ALCA se exige a las naciones dependientes la eliminación total de aranceles, así como la apertura sin limitaciones al capital y los bienes del exterior -pero impidiendo el flujo de trabajadores, o en todo caso, regulándolo de manera racista-, lo cual siempre beneficia a los países de mayor desarrollo industrial, que no sólo tienen una mayor capacidad de producción y elevada productividad, sino que, además como en el caso de Estados Unidos, son capaces de mantener una fuerte estructura proteccionista, totalmente distinta a la apertura exigida a sus "socios comerciales".
De la misma manera, a los gobiernos de cada nación integrante del ALCA se les impone una lista de "requisitos de desempeño" mediante los cuales renuncian a regular la actuación del capital privado y, por el contrario, se acepta satisfacer sus exigencias como parte de las ventatas competitivas que los gobiernos deben crear para facilitar la inversión sin limitación alguna, es decir, totalmente privada, extranjera y en cualquier área de la economía. Incluso en la iniciativa original se propuso un programa de créditos dirigido a los países que adopten medidas importantes para eliminar las barreras a la inversión extranjera, al amparo del cual se ha destinado créditos para financiar la deuda de Bolivia, Chile y Colombia.

Asimismo, desde hace tiempo Estados Unidos ha tratado de apropiarse de los recursos naturales, de la biodiversidad y del conocimiento medicinal tradicional de la región. En este sentido, diversos analistas coinciden en un hecho: el ALCA promoverá, sin duda, el saqueo de los recursos naturales de América Latina, incluyendo los minerales y sin olvidar, por supuesto, la privatización de la explotación del agua, la biodiversidad y el saber médico tradicional.
Para el capital transnacional el petróleo representa un negocio que requiere sea privatizado, seguridad jurídica le llaman en México y Venezuela, lo que explicaría, en nuestro país, las presiones de la derecha para reformar la Constitución y abrir el sector energético a la inversión privada, y en Venezuela el golpe de Estado en contra del presidente Hugo Chávez.
Dentro de la normatividad del ALCA, cualquier acción de un gobierno que pueda afectar la tasa de ganancia empresarial puede incluirse entre las medidas de efecto equivalentes a una nacionalización, lo cual puede ser motivo para una demanda de las empresas contra un Estado nacional, y que esa demanda sea juzgada por un panel internacional colocado fuera de la jurisdicción de las leyes nacionales del Estado demandado. Así, el derecho nacional que expresa los intereses sociales de un país es burlado por la relación empresaEstado y los mecanismos privados de solución de controversias. Por otra parte, se pretende cambiar la naturaleza del derecho internacional, que se basa en acuerdos entre naciones soberanas, sustituyéndolo por acuerdos preferenciales en favor de las corporaciones transnacionales.
Por supuesto, con el pretexto de eliminar los monopolios se pretende evitar cualquier intervención del Estado en la economía y, sobre todo, la creación de empresas estatales, "porque distorsionan el libre funcionamiento del mercado", aunque esas empresas tengan como propósito satisfacer necesidades sociales.

Conclusión

El ALCA, que por donde quiera que se le vea es un nuevo instrumento de fortalecimiento del control hegemónico de Estados Unidos sobre nuestras naciones, hasta hoy se ha logrado alimentar, por lo menos en México, con apologistas discursos gubernamentales y augurios positivos para nuestros pueblos, y sin embargo no ofrece mecanismos claros para integrar en condiciones favorables -no subordinadas- a las economías más pequeñas y pobres del continente, lo cual, dada la asimetría existente con Estados Unidos, significará no sólo que verán destruida su economía interna, sino que ahora deberán agregar el riesgo inminente de perder su identidad y soberanía nacionales.
Por otro lado, aunque pregona el libre comercio, Estados Unidos mantiene los subsidios a la producción agropecuaria interna, cuyos productos se exportan a bajos precios hacia nuestras naciones, provocando así la crisis y destrucción del campo nacional.
Tampoco cuenta el ALCA con mecanismos para resolver los problemas de la pobreza y el atraso social en la región, ni para solucionar la dependencia y la inestabilidad financiera de las naciones latinoamericanas, y no se puede esperar que sólo con el principio de reciprocidad entre los países (totalmente desiguales) y el título de socio con el que se les nombra, se genere un ALCA capaz de terminar con las desigualdades existentes en las naciones del continente.
Por último, conviene recordar que el Congreso norteamericano no ha querido autorizar al presidente Bush el fast track (vía rápida) para permitirle negociar acuerdos comerciales con terceras naciones. Al no otorgar esa autorización, los congresistas se han reservado para sí el derecho de modificar alguna o todas las cláusulas que acuerden los 34 jefes de Estado integrantes del ALCA, lo que sí bien podría ser aceptado por gobiernos como el de México o el de Uruguay, en los hechos significaría dejar en manos del Legislativo de Estados Unidos el futuro de América Latina.
En fin, como advirtiera Osvaldo Martínez, ex ministro de Economía de Cuba, el ALCA tiene la peculiaridad de "beneficiar a muy pocos y lesionar a muchos". Por eso, señor secretario de Economía, por ser el ALCA un instrumento de dominación norteamericana los pueblos de América, que saben mucho más de lo que usted cree, han expresado de múltiples formas su rechazo a ese instrumento de dominación, y lo seguirán haciendo en el camino de la construcción de una sociedad libre, democrática, justa, soberana, independiente y solidaria, como quizá ni siquiera la imagina vuestra merced.

* Facultad de Economía de la UAP.