Octavio Rodríguez Araujo
ƑSeguridad social?
Dos gobiernos neoliberales, el de Fox incluido, se han dedicado a privatizar lo público y lo social. Una estrategia seguida, que por cierto no inventó el ex presidente de la Coca-Cola, ha sido el abandono de las empresas e instituciones públicas para llevarlas a la crisis, con ésta a su inoperancia y, a partir de ahí, justificar su sustitución por empresas privadas, nacionales o extranjeras -da igual.
El criterio fundamental de los neoliberales es que lo que no produce ganancias debe desaparecer o convertirse en negocio de particulares (si al final resulta que no fue negocio, no importa, el gobierno interviene y salva a los capitalistas con el dinero del pueblo: bancos, carreteras, etcétera).
El punto es convertir todo lo que tiene un costo en mercancía sujeta a las leyes del mercado y, para quienes no tienen dinero para sobrevivir, instrumentar mecanismos caritativos con los que se adorna la primera dama, la más caritativa de todas las mexicanas y la mejor promotora de la imagen de su marido y de las fundaciones altruistas que sirven, en sus respectivos países, para evadir impuestos más que para socorrer a los necesitados.
Ante los impedimentos (hasta ahora) para privatizar el petróleo, la electricidad y la Universidad Nacional Autónoma de México (porque ya se privatizaron de facto las demás universidades públicas), ahora la embestida va contra el sector salud, especialmente el ISSSTE y la Cruz Roja Mexicana. En esta última ya se modificó su estatuto para que no sea obligación prestar sus servicios de manera gratuita, y esta modificación coincide (Ƒcasualmente?) con la designación de la primera dama como socia honoraria de la institución. El proceso de privatización en el sector salud (como parte de la seguridad social) no es una exageración. Si bien la Secretaría de Desarrollo Social ha señalado que "la política social debe constituirse en el eje articulador de todo el desarrollo del país", apunta que los empresarios deberán constituirse en "la pieza clave del proceso de transición social que reclama el país" (La Jornada, 17/06/02).
La lógica privatizadora ha sido bien comprendida por el BBVA-Bancomer, cuyos analistas ya dijeron que "el país requiere de un cambio sustantivo en su marco institucional de provisión de servicios de salud pública" y que de lo que se trata es que el "consumidor" (sic) pueda elegir su plan de salud en el marco de la competencia de los servicios en los mercados (ídem). Esto quiere decir que las aseguradoras y los hospitales privados tendrán una clientela cautiva que los hará más ricos de lo que ya son, y que los que no tengan seguro tendrán que recurrir a los pocos hospitales públicos si no mueren en el intento de ser atendidos por burócratas y médicos deliberadamente mal pagados (para que la gente haga el esfuerzo de acudir a un hospital privado).
El ISSSTE, como bien se señala en editorial de este diario, está en crisis terminal (16/06/02). Se le ha abandonado desde hace años con recortes presupuestales, y ahora vive un déficit enorme que muy difícilmente podrá cubrir. Este organismo descentralizado no sólo presta servicios médicos, también ofrece paupérrimas jubilaciones a quienes han trabajado al servicio del Estado toda su vida, además de préstamos personales cada vez más reducidos.
Quienes cotizan al ISSSTE son alrededor de 2.4 millones de trabajadores (y presta servicios a 10 millones de derechohabientes) que, si desaparece la institución, tendrían que recurrir a seguros privados con la consecuente disminución de sus ya raquíticos salarios (que, en términos reales, han disminuido en más de 60 por ciento en los últimos 20 años). De hecho ya se prevé que en muy poco tiempo esta institución no tendrá recursos para medicamentos ni para aguinaldos. Pero los trabajadores al servicio del Estado no deberán preocuparse, nuestro flamante gobierno del cambio ya se ha dirigido al Banco Mundial para que, con su concurso (que como todos sabemos es altruista), se ponga en marcha un programa de reforma a los sistemas de pensiones y de salud prestados por el ISSSTE. La Iglesia en manos de Lutero, ni más ni menos.
Las aseguradoras ya están listas para recibir, con los brazos abiertos, a las víctimas del ISSSTE. Saben que después vendrán el IMSS y los mil hospitales públicos que hay en el país, salvo -quizá- los 400 que cuentan con certificados de calidad y que, si bien son públicos, de ninguna manera son gratuitos, como tampoco lo será la Cruz Roja, que está en vías de dejar de ser benemérita para convertirse en benemártita.
Así como los pobres de México están pagando la deuda pública externa, el Fobaproa-IPAB y demás "errores" de los grandes capitalistas mexicanos y extranjeros, en muy poco tiempo pagarán, si pueden, el mayor enriquecimiento de los hospitales privados y de las aseguradoras. Los que no puedan pagar, ni modo: ya recibirán migajas de la fundación Vamos México.