Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 10 de junio de 2002
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Economía

León Bendesky

Grieta

Todas las sociedades tienen grietas en su conformación. Provienen del carácter esencialmente conflictivo de las relaciones entre los seres humanos: como individuos, grupos o clases. La pretensión de armonía como base del orden social propuesta durante siglos, es una situación anómala, que por su naturaleza inestable requiere de la política. Las grietas son de distinta profundidad y amplitud, algunas pueden restaurarse y otras se agravan, y las fricciones tienden a resquebrajar la organización existente, en especial cuando es de índole precaria.

En Oaxaca se advirtió en los días pasados cómo la grieta de la pobreza revienta en hechos de extrema violencia. La matanza de Agua Fría tiene, por supuesto, muchas aristas, más de las que se aprecian en la interpretación de los hechos que ofrecen tanto el gobernador de esa entidad como las autoridades federales y que se pasaron sus respectivos compromisos de una a otra parte, como siempre. A lo largo del país hay disputas sobre los recursos en un marco de pobreza, donde además se mezclan otros intereses que sí disponen de medios para el control de las fuentes de riqueza. Estos pueden vincularse con la explotación de los bosques, lo que al parecer estuvo detrás del reciente episodio criminal o incluso con uno de los negocios más boyantes como el narcotráfico. Es posible que esto sea parte del asunto y que lo remite al ámbito judicial.

Pero está el otro entorno, la política, y ahí hay grandes lagunas en la forma de gobernar, de exigir responsabilidades y de aplicar la ley, las que no se eliminan con la alternancia de partidos en el poder. Del gobierno de Oaxaca los reclamos fueron directamente al gobierno federal, especialmente a las oficinas de la secretaría de recursos naturales, donde, tal vez, nadie imaginó que iban a enfrentar un asunto tan grave como la matanza que ocurrió. Los recursos naturales son relevantes en relación con las necesidades de la gente y su capacidad de acceso a los recursos, por eso entrañan un conflicto grave.

Y ahí es donde la grieta social de la pobreza se cruza con el quiebre de las formas de gestión política aun vigentes en el país en los distintos niveles de gobierno y que son cada vez menos sostenibles. Tenemos un grave problema centrado en el funcionamiento de las instituciones y en la vigencia del estado de derecho, cuya limitada operatividad contrasta con la vehemencia de los discursos de las autoridades. Este es un obstáculo real a la transición democrática. Se desgastan los conceptos y la legitimidad de los arreglos políticos.

La pobreza constituye, sin duda, una grieta enorme para esta sociedad, y le confiere un alto grado de fragilidad. Se puede ahondar en la medición de las condiciones de la pobreza y señalar quiénes son los pobres y cuáles más que otros. Se puede definir lo que necesitan tener para dejar de serlo, en una actitud que tiene un cierto contenido autoritario. Lo común es que a partir de esos diagnósticos se elaboren programas de atención o combate, como hoy se dice, a la pobreza, y que son muy limitados en su efectividad para resanar la grieta que ella representa. La política social es básicamente incapaz de enfrentar a la pobreza que subsiste como fenómeno persistente y sólo opera como paliativo en algunas situaciones concretas. En otras, sin embargo, puede incluso actuar de modo perverso, cuando se erosionan las redes de contención que operan en distintas dimensiones y con acciones que desde una cierta perspectiva, generalmente financiera, dejan de ser viables o deseables. En México ese es un ámbito de la reforma social que tiende a debilitar la capacidad de resistencia y a provocar mayores riesgos asociados con la marginación y el empobrecimiento de diversos grupos de la población.

El país está en un momento crítico de su desenvolvimiento. Las reformas económicas tal como se han planteado y aplicado han llegado a su límite para modificar de manera virtuosa la manera en que se genera y se distribuye el producto e incluso para mantener las mismas condiciones de la estabilidad financiera. Este límite no se va a superar sólo con más reformas en la misma dirección o con complementos de distinta naturaleza. La idea de que la recomposición económica daría por sí misma sustento a una nueva estructura política carece cada vez más de sustento. Ahí fracasó Gorbachov y también Salinas y sus continuadores.

Esta discrepancia ha tenido de nuevo una expresión trágica en términos humanos en Oaxaca, con la impunidad de unos y la impotencia de otros. Hay aun quienes ven el enfrentamiento entre las comunidades indígenas como cosa de pleitos entre gente primitiva, y aunque la naturaleza humana es débil, ésta es sin duda una interpretación simplista y propia de visiones oscuras sobre lo que pasa en el país. Ni la debilidad de la acción política ni la supremacía del hombre blanco nos van a llevar a ningún lado.

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