Jorge Santibáñez Romellón*
Las remesas de los migrantes: usos y abusos
Consecuencia de lo que los gobiernos de México y Estados Unidos han llamado "asociación para la prosperidad", cuyo objeto central es crear empleos y promover la prosperidad en las zonas menos desarrolladas de México, y que se formalizó en la ciudad de Monterrey en marzo pasado, esta semana el tema de las remesas que los migrantes mexicanos envían regresó a las primeras planas de los diarios nacionales, toda vez que el plan de acción de dicha asociación comprende la reducción del costo de los envíos para así aumentar el dinero que reciben los hogares en México. La medida fue, además, aderezada por la presencia de Rosario Marín, tesorera de Estados Unidos pero también de origen mexicano.
En varias reuniones y presentaciones se anunció a la prensa con bombo y platillo que de los 10 mil millones de dólares que envían los migrantes, 2 mil millones se quedaban en el costo de la transferencia y que, gracias a este programa, esa cifra se reduciría considerablemente.
En primer lugar creo que debemos congratularnos de cualquier medida que mejore las condiciones de los ignorados migrantes mexicanos en Estados Unidos. Efectivamente, cobrar 20 por ciento de la cantidad enviada para realizar el envío es un robo que no debe ser permitido, y mientras llega el acuerdo migratorio integral que todos estamos esperando, lo que se pueda avanzar es ganancia. Dicho esto hay algunas cuestiones que se deben analizar con un poco más de cuidado.
De diferentes formas y en diversos foros Rosario Marín mencionó que la comisión de 20 por ciento para la realización de un envío era "injusta y muy pesada" y apuntó como solución "fomentar el mercado", es decir, que la competencia lleve a las compañías que hoy disfrutan de este jugoso negocio a reducir sus tarifas. No dudo de las buenas intenciones de la señora Marín, pero habría que recordarle que los abusos, en esto y en muchas otras cosas, se dan esencialmente por el carácter indocumentado de nuestros migrantes, que no pueden recurrir al sistema bancario regular y que, hasta que eso no se resuelva, estamos poniendo sólo parches de solución. Resulta altamente inmoral que se disminuyan los derechos de los migrantes indocumentados y que además se haga negocio con ellos. De un tiempo para acá Estados Unidos ha escogido como estrategia de "solución" para el tema migratorio medidas parciales, limitadas, que sólo se refieren a un aspecto del problema y que no lo abordan integralmente.
Otro asunto sobre el que habría que ser más cautos es el relacionado con el monto de las remesas y su uso en nuestro país. La administración foxista ha insistido en montos y destinos de las remesas que, según los datos de los que disponemos, están alejados de la realidad. Aparentemente en algún momento, al poco tiempo de haber tomado posesión, alguien le dijo al presidente Vicente Fox que los migrantes enviaban 7 mil millones de dólares anualmente a México. Desde ese entonces hemos solicitado los estudios o estimaciones que llevan a esa cantidad, muy diferente a la que se había manejado; esta solicitud, hasta la fecha, no ha sido atendida. Tampoco sería aceptable que la única fuente de la que se derivan las cantidades declaradas por nuestro presidente sean los datos de los bancos a través de los cuales, sin duda, se envían remesas para los hogares, pero también se envían dólares para muchas otras cosas, lícitas e ilícitas. Las fuentes y estimaciones más optimistas, apenas hace dos años, hablaban de 3 mil 500 millones de dólares. Todavía no sabemos bien cómo se pasó de esa cantidad a 7 mil millones de dólares, pero menos sabemos cómo de ahí, en menos de dos años, pasamos a 9 mil millones de dólares, cifra manejada en la reunión de Monterrey, y ya hoy andamos en 10 mil millones de dólares. Vaya que es buen negocio ser migrante, ningún otro negocio tiene ese ritmo de crecimiento en México. Ojalá que de tanto repetir la cifra se haga cierta.
Peor aún, según los datos del censo mexicano, que incluye una pregunta explícita acerca del dinero que se recibe del extranjero y que reitera la importancia de las remesas, toda vez que impacta la economía de casi un millón de hogares en México, dichas remesas ascienden a cerca de 2 mil 600 millones de dólares, cantidad que está muy lejos de los 10 mil millones de dólares a la que tanta publicidad se ha dado y que algunos pensamos que no es ni siquiera aproximada a la cantidad real. Parecería que se quiere proyectar la idea de que este desproporcionado incremento es una muestra de confianza hacia la presente administración, o bien que "como ya lo dijo el Presidente", lo dicho nadie puede refutarlo, y al contrario hay que aumentar cada vez más, de manera ficticia, la cifra en cuestión.
Por último, también habría que ser más cautos en las posibilidades de esas remesas para generar empleos como si se tratara de inversión directa. El destino que los receptores de las remesas dan a ese dinero, entre 85 y 95 por ciento de los casos es para comer, pagar renta, etcétera, es decir, los gastos corrientes de un hogar y queda muy poco margen para ahorrar o invertir.
Quizá un discurso más mesurado, basado en cifras reales, abordando los verdaderos problemas, ayudaría más a la construcción de una política migratoria.
* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte