Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de junio de 2002
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Espectáculos
JAZZ

Antonio Malacara

Festival de Jazz en la ESM/ IV

DESDE EL LUNES han estado desfilando 10 grupos diarios por este festival, a veces 11. Resultaría imposible cubrir siquiera la mitad de las presentaciones; el primer impedimento está en nuestros reducidos espacios periodísticos, pero además habría que pensar en la saturación de los oídos ante tan maratónico reto.

EN RELACION CON dos correos que hemos recibido: sabemos que hemos dejado excelentes grupos al margen de nuestros comentarios, sabemos que ahí están o han estado Hernán Hecht, el Cuarteto Mexicano de Jazz, Aanderud/Bernal/Puentes Trío, Miguel Villicaña, Eduardo Piastro, Cráneo de Jade. Pero a todos ellos ya los hemos abordado en estas páginas, así que preferimos comentar otras alternativas, entre estudiantes y profesionales; algunas elegidas al azar, y aunque nos hemos llevado fiascos, varios de estos debutantes documentan ampliamente nuestro optimismo en el futuro del jazz nacional.

Y SI BIEN MUCHO del sonido del Heavy Brass Jazz Ensamble, integrado también por estudiantes de esta escuela, se apoya en el color y el calor que imprimen Gil Pinzón y Jorge Retana en las guitarras eléctricas. Pero también está la solvente base rítmica de Arquímedes Hernández, en los bajos, y de Mario Vargas, en la batería, amén de dos saxos, una trompeta y un piano que cumplen bien. Los estándares de Miles Davis y Django Reinhardt, además del nombre mismo del ensamble, hablan ya de su propuesta.

ANTES DE APARECER el Quinteto de Marco Durán, Jaime Durán (sin parentesco alguno) sale por enésima ocasión para afinar el piano de batalla, y de cola. Se tarda un poco más de lo habitual, pero lo vuelve a dejar en perfectas condiciones. Aunque el esfuerzo fue momentáneamente estéril, porque Alejandro Mercado, pianista del quinteto en cuestión, prefirió llegar con su Yamaha eléctrico.

Alma para mostrar el poder



Y ES QUE EL sonido del grupo y de la obra de Marco Durán (los cuatro temas interpretados son de él) son esencialmente eléctricos, inscritos abiertamente en las enérgicas filas del jazz rock, aunque eventualmente asomaban por ahí tintes funk y new age. De hecho, este fue el primer problema para el quinteto, su contubernio con la electricidad, pues a todo lo largo de su presentación tuvieron problemas con el equipo de sonido y su ecualización. Los técnicos iban y venían de un lado a otro, pero los amplificadores nunca quedaron bien. Así las bocinas rezumbaban disparejas o saturadas gran parte del tiempo.

PERO AL GRUPO le alcanzó el alma para mostrar su poder y su imaginación. Marco Durán es egresado del Conservatorio Nacional de Música y es el mejor instrumentista en escena. Su guitarra se mueve con la misma destreza por la limpieza de las cuerdas que por las distorsiones, las reverberaciones y el delay. El pianista, a pesar de sus estudios en Berkeley pasa desapercibido, mientras que Carlos Padilla y Eduardo Balandrano, estudiantes de la Academia Fermatta, suenan precisos y eficaces en bajo y batería, respectivamente. Por su lado, Fernando Pineda mostraba impúdicamente sus estrecheces en el saxofón. Ni modo.

EL PUBLICO APLAUDIO con fuerza y emoción. Las danzas guerreras de la batería, los espesos compases del bajo y la acidez armónica de la guitarra lo mantuvieron feliz y expectante por poco menos de una hora, porque, de buenas a primeras, llegaron a darles las gracias.

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