La fanaticada recibió con gritos y aplausos
a Shirley Manson en el Auditorio Nacional
Cada que venimos, son ustedes más y más,
dijo la vocalista de Garbage
Con I just wanna have something to do, la banda
estadunidense homenajeó a Dee Dee Ramone
El público salió consciente de que lo
apreciado el jueves por la noche no fue una basura
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
Exaltada, sinceramente conmovida al ver un Auditorio Nacional
repleto, Shirley Manson suplica, a una hora del concierto del jueves por
la noche, que alguien suba al escenario a traducir sus sentimientos. Una
chavita trepa; la cantante de Garbage le dice con su acento escocés
que se siente muy emocionada de estar ahí. La chavita la mira con
cara de what: "ai don onderstán". El público
abuchea. Otro carnal sube... Shirley se pule arrojando corazón,
pero éste tampoco entiende. El auditorio se ríe divertido,
arroja buuus, y el carisma de la banda sube mientras se avientan
hora y media de atinadas rolas, de buen rockantronic contemporáneo.
El
cuarteto de Madison, Wisconsin, comandado por el baterista/programador/súper-productor
Butch Vig (quien no se presentó debido a una infección en
el oído), hizo escala en la ciudad de México para promover
en concierto su tercer álbum Beautifulgarbage (quizá
el más flojo respecto de los primeros). Shirley, luego de iniciar
con el mega-hit Push it, del Versión 0.2 (1998), advierte
feliz en inglés: "Cada que venimos, son ustedes más y más
y más. ¡Es impresionante!" El grueso de los asistentes ovaciona
su comentario, acaso denotando haber acudido a mejores academias de inglés
que los incautos que más adelante preferirían estar al lado
de Manson, aunque no supieran traducir. Y es que ahora que Shirley se puso
más platicadora que en sus anteriores presentaciones en el Metropólitan,
la fanaticada respondió con gritos, aplausos o expresiones correspondientes
a lo dicho por ella en english.
Shirley trae nuevo look: pelo cortito, pintado
de rubio (algunos extrañan su pelirroja melena); es sorpresa descubrir
lo alta que es. Desde su atuendo bélico (pantalones baggy
camuflados, bota militar) y su ceñida blusa blanca sin bra (un excitado
gime al ver las pantallas: "¡Ah! ¡Mira esos pezones!"), la
ex vocalista de Angelfish no cesará en lanzar un aguerrido show,
mesurado en sus caminatas a lo largo del escenario pero no por ello menos
entregado. Si por algo Vig eligió a Manson es porque, ha dicho,
"es capaz de cantar el texto más simple de la manera más
intensa". Mientras en sus anteriores conciertos pegó de brincos,
corrió de modo más juvenil, en esta gira la vocalista se
torna más sensual, en concordancia con varias de las fresi-pulidas
tonadas de su nuevo álbum, a diferencia de los anteriores, más
crudos, rasposos, enérgicos. Sus pasos son acompasados, su maquillaje
ha disminuido. Se le mira esbelta, segura, firme, con todo y ligerísima
sexy-pancita. Shirley se encuentra en muy buen momento.
Lo nuevo del sonido Garbage
Desde el inicio se extraña al buen Vig, pero Matt
Timberlain, el sustituto, se va ganando respeto con su potencia y efectividad,
tan necesaria para ese sonido Garbage, repleto de ruidos y secuencias electrónicas
basadas en cierto jungle primigenio y en guitarras de acordes precisos
y distorsiones explosivas, listas para alojar pegajosas melodías.
Para ello se lucen los guitarristas Steve Marker (quien también
disparará secuencias y acompañará en teclados), pero
sobre todo el guitarrista líder Duke Erickson, cuyas cuerdas y rasgueos
se han tornado más flotaditos, menos bruscos; también adornará
con frecuentes toqueteos en el teclado. En el bajo les acompaña
un joven e incógnito invitado. No necesitan más. Escenografía
adusta, toda la banda echada al frente y mucho poder musical. Imagen directa
y clara, tal y como lo son sus temas.
Después de otras rolas, Shirley intenta un acercamiento
en la lengua de Cervantes: "Buenas noches Mexico City, ¿cómo
estás? Nosotros es Garbage". Todos ovacionan felices. Luego lamenta
en inglés no poder hablar español. "Please forgive me"
(por favor, perdónenme), suplica tierna, y todos se derriten. Esta
preocupación parecerá obsesionarla a lo largo del concierto,
ávida de entregar lo mejor de sí a sus seguidores. De nuevo
se manifiesta más que contenta de estar en esta ciudad, y se discute
con otro hit, I think I'm paranoid. Su voz es tersa, deslizable,
grave, cachonda. El público está en el bolsillo desde el
inicio. Ya encarrilados, siguen los puros éxitos del Version...,
ahora con Special. Acaso habrán empezado con ellas, porque
a decir de esta cronista, es su álbum más eficaz y redondo
en concepto. "Muchas gracias... ¡Hooola!", sigue intentando.
Homenaje a Dee Dee Ramone
Una vez todos exaltados, viene la melancolía con
la balada Cup of coffee, del nuevo disco; es la primera rola compuesta
en su totalidad por ella para Garbage, acerca de un corazón roto.
El reciente sencillo Androgyny instala sonrisas, pero no es tan
poderoso. Viene Not my idea del primer disco, que aún suena
a ese rico alternativo de inicios de los 90. When I grow up, del
segundo, y el público corea "Pa-pa-pa-pá". Shirley se pone
seria y dice que tal vez no sea buen momento para hablar de muerte, pero
que el fallecimiento de Dee Dee Ramone les ha conmovido, por lo que dedicará
I just wanna have something to do, a incluirse en un álbum
próximo de tributo a la seminal banda de punk The Ramones. Viene
Milk, la tranquilita del homónimo disco debut. Vuelve la
alegría y Manson bromea, ultracarismática: la hace de animadora
de programa de concursos y pregunta a Erickson, "por dos dólares",
cuál es su bebida favorita; Duke dirá que una bebida polaca,
el público abuchea. Shirley pregunta de nuevo, dice darle chance.
Duke no contestará "tequila...", dirá: "el mezcal", ante
la divertida audiencia.
Shirley, como buena fan de Eminem, rapea con Shout
your mouth. Euforia con la magnífica Stupid girl. Viene
su retrochentero tema Cherry lips. Se van pero vuelven con la viejita
Supervixen, dedicada a los más fans, y con Breaking
up the girl. Se retiran con la anhelada Only happy when it rains,
en versión extra-large. Garbage se va veloz, dejando a todos antojados.
Al final, el público. Miguel: "Muy bueno, sobre
todo el cover a los Ramones". Pamela: "Estuvo muy cortito". Leonora: "Estuvo
bien que no se clavaran sólo en el nuevo disco, habría sido
muy aburrido". Javier: "Mis respetos para su ingeniero de audio, hacer
sonar tan bien este lugar es un logro... lástima del nopal que se
subió sin saber inglés... siquiera le hubiera agarrado las
nalgas". Total que entre sonidos satisfactorios y bromas pesadas, todos
van sonrientes, conscientes de que lo apreciado no fue una basura.