COSAS DEL FUTBOL
Josetxo Zaldúa
Cero y van dos. Francia está a un pasito de quedar fuera del Mundial por méritos propios. Ausente Zidane, a los galos los tutea cualquiera. Es tal su desesperación que la segunda joya de la corona, Thierry Henry, fue expulsado ante Uruguay de un modo impropio en un profesional de prosapia. La desorientación de los franceses sin Zidane parece no tener solución. Las charrúas les regalaron la pelota, pero de nada sirvió tanta generosidad.
Y si de decepciones se trata, qué decir de Portugal, de su astro venido a menos Luis Figo, incapaz de desbordar a un lateral, el de Estados Unidos, cuya rudimentaria técnica provocaba compasión. Más allá del pobre desempeño del considerado mejor jugador del mundo, los lusitanos demostraron con creces por qué no son capaces de cumplir los pronósticos. Su pobre actitud mental los llevó a dar una imagen que nada tiene que ver con la realidad de su futbol, mezcla de fado y samba. El otro día, ante Estados Unidos, fueron presas del pasmo.
Y cómo vieron la maravillosa actuación teatral de Rivaldo, cuya patética actitud fue multada por esa mafia futbolera llamada FIFA con la astronómica cantidad de 7 mil dólares. Si tamaño disparate hubiera sido protagonizado por un jugador sin renombre y del tercer mundo futbolero, juren ustedes que la FIFA se hubiera descolgado con una sanción ejemplar.
Tampoco Brasil estuvo a la altura de las circunstancias. Scolari se ha empeñado en hacerlos jugar como europeos y ya se sabe que no hay peor error que renegar de la esencia propia. En ese limbo tristea el mejor futbol del mundo. La defensa es un coladero, la media no sabe dónde está su campo de acción, y Rivaldo y Ronaldo, lejos de su mejor forma porque han sido machacados por las lesiones, se las ven y se las desean para hilar dos pases seguidos.
Pero hay dos que tres detalles que merecen rescatarse de esta primera fase que está por culminar. Vimos el primer gran gol del Mundial producto de una jugada elaborada. Fue en el segundo tiempo del Senegal-Dinamarca, y el jugadón corrió a cargo de los africanos, que acabaron empatando con los nórdicos.
Vimos, además de ese gol y la tersa zurda del senegalés Fadiga, a un porterazo de apellido Carini. Es uruguayo, titular en su selección y tercer portero la temporada pasada con la Juventus de Italia. Ya fichado por el atribulado Barcelona, el joven Carini acabó lapidando las esperanzas francesas de sumar los primeros tres puntos.
Hasta ahora no se ha visto a ningún equipo con perfil de campeón. La burbuja alemana se ponchó frente a la correosa Irlanda después de los ocho goles a Arabia Saudita. Dinamarca cayó en una profunda depresión ante Senegal y el resto de los equipos que aspiran a la gloria dejaron también un mar de dudas.
Si es verdad que, sobre todo, los jugadores que militan en las exigentes ligas europeas llegan a estas alturas del año con el físico bajo mínimos, pues tal vez los mandamás de la FIFA podrían ir pensando en darle una pensadita al asunto. Lo que revienta al aficionado es que los pretextos campeen cuando de dar explicaciones se trata respecto a la ausencia del buen rendimiento.
Ojalá que ya en octavos de final este mundial tan lejano y tan de trasnochadas se caliente para dejar ver lo que todos deseamos: espectáculo.