Lunes en la Ciencia, 3 de junio de 2002


Gabriel Ramos Fernández

Stephen Jay Gould, in memoriam

El 21 de mayo pasado falleció Stephen Jay Gould. A los 30 años de edad le diagnosticaron un cáncer abdominal llamado mesotelioma que, según la literatura que él mismo se dedicó a escudriñar con esa meticulosidad suya de paleontólogo, era invariablemente letal, con una mortalidad mediana de ocho meses después de la diagnosis.

JaygouldJustamente estoy leyendo un libro suyo, Full House: the spread of excellence from Plato to Darwin, en el que utiliza la anécdota de su diagnosis e investigación motivada por ésta, para ilustrar una de las falacias más sutiles y a la vez prevalecientes en el pensamiento científico y cotidiano.

ƑQué quiere decir, en términos estadísticos, que una población de enfermos de mesotelioma tenga una mortalidad mediana de ocho meses después del diagnóstico? Significa que la mitad de los enfermos muere antes de ocho meses y que la otra mitad muere después. Debido a que ocho meses es en realidad poco tiempo comparado con la longevidad restante de los pacientes, la distribución de los casos de muertes en el tiempo está balanceada hacia la derecha. En otras palabras, la mitad de los enfermos de mesotelioma que muere después de los ocho meses puede vivir bastante más tiempo que eso.

En resumen, la tendencia central en una población, estimada ya sea por el promedio, la mediana o la moda, no nos dice cuál es el resultado más probable para cualquier individuo dado. Para esto necesitamos una estimación de la variación que existe en la población.

La propuesta de Gould, modesta pero con ramificaciones importantes para todos los campos del pensamiento científico y su interpretación por el resto de la sociedad, es que nos debemos concentrar en la variación dentro de un sistema completo, más que en las medidas de tendencia central como son los promedios. Es en esta variación, dice Gould, en la que Darwin encontró el principio fundamental para su teoría de la evolución por selección natural. El promedio es, en realidad, una abstracción humana, un reflejo de nuestra búsqueda platónica de las "esencias" de las cosas. Según Platón, estas esencias tendrían que existir para proyectar esas sombras imperfectas en la pared de la cueva de nuestra percepción. En el mundo platónico, la variación es nada más un accidente y son las esencias las que constituyen la realidad última; por el contrario, en el mundo de Darwin es la variación la que define la realidad, mientras que los promedios (nuestra mejor aproximación operativa a las "esencias" de las cosas) se convierten en simples abstracciones mentales.

Gould vivió 30 años más después de su diagnóstico letal. Qué mejor homenaje a este gran pensador y divulgador de la ciencia que pensar un poco en estas sencillas, pero extraordinarias, ideas.

El autor es doctor por la Universidad de Pennsylvania, en el Departamento de Biología

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