Lograr la producción de 60 cintas anuales a más tardar en 2006, el objetivo: Jorge Fons
Piden a televisoras invertir en el cine mexicano, en la entrega del Ariel
La ceremonia fue reflejo fiel de la situación por la que atraviesa la filmografía nacional
Regina Orozco, Tito Vasconcelos y Susana Zavaleta improvisaron "ópera" aprovechando falla técnica
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La ceremonia de los Arieles, "la gran fiesta del cine mexicano", fue el reflejo fiel de la situación por la que atraviesa la filmografía nacional: poca producción, un acto con fallas técnicas, nada novedoso, chistes de humor forzado y finalmente se premia a una película que no conoce el público, porque no tiene distribuidor. Actores y actrices que prefieren pasar desapercibidos cuando, hace algunos años, los protagonistas de los largometrajes hacían todo lo contrario: eran divas y galanes que no temían representar ese papel y que, con todo y ese aire de intocables, tenían el cariño de quienes iban a verlos a la pantalla grande.
La versión 44 de la entrega del Ariel a lo mejor de las cintas exhibidas el año pasado se vivió sin mayores aspavientos: los reflectores y la alfombra roja fueron colocados a destiempo, cuando la mayoría de los invitados estaba dentro del Palacio de Bellas Artes, mientras afuera no hubo tumultos de personas esperando a sus estrellas para un autógrafo o una foto.
Decenas de actores y actrices, algunos con sus mejores galas y otros enfundados en pantalones de mezclilla y camisas que ya vieron sus mejores épocas, tomaron por asalto los pasillos del palacio, donde el calor comenzó a correr maquillajes y a empapar rostros. Como de costumbre Diana Bracho, Margarita Sanz y Blanca Guerra aportaron elegancia y distinción.
La ceremonia, dedicada a los guionistas -hombres y mujeres-, transcurrió en medio de malas actuaciones de quienes representaron a los escritores en el escenario sin abandonarlo en ningún momento, y una falla técnica a mitad del evento que no dejaron pasar los conductores Regina Orozco, Tito Vasconcelos y Susana Zabaleta para hacer de las suyas e improvisar una ópera "aprovechando que estamos en Bellas Artes".
Fue lo único que dio aire y humor a esta ceremonia con los juegos de palabras y bromas que se lanzaron uno a otro mientras la pantalla permanecía apagada, sin posibilidad de que se vieran las escenas de los candidatos en vestuario y maquillaje. Incluso los conductores anunciaron un receso de 10 minutos para solucionar el problema. No fue necesario, un minuto después llegaron las imágenes. Como siempre fueron los técnicos y tramoyistas los que salvaron el punto.
Para empezar el presidente de la academia, Jorge Fons, dio un informe de la situación del cine mexicano, que este año no está en buena posición, con sólo seis largometrajes en producción en los primeros cinco meses de 2002, y planteó un objetivo ambicioso: llegar a producir 60 cintas anuales "a más tardar en 2006". Calificó de "insuficiente" los recursos con los que cuenta el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine) y demandó refinanciar el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine).
Fons pidió a las televisoras invertir en la producción de cine mexicano, como ocurre en países europeos especialmente; se solidarizó con creadores contra el gravamen a los derechos de autor que se aplica desde enero de este año y en cuanto a la clasificación de las películas, otro de los temas que han causado polémica, sentenció que toda la exhibición cinematográfica "debe ser vista o rechazada por la sociedad". En cada uno de sus planteamientos recibió el aplauso de la comunidad cinematográfica, en particular cuando subrayó que "al cine mexicano hay que defenderlo y apoyarlo".
Y a continuación los premios. Los galardonados se quedaron con las ganas de agradecer a sus amigos y parientes, mientras el resto apenas si tuvo unos cuantos minutos para dar las gracias a quienes los apoyaron.
En el Palacio de Bellas Artes dominaron dos bandos: los que participaron en la cinta Cuento de hadas para dormir cocodrilos, en el izquierdo, y los de De la calle, en el derecho. Cuando una de las películas obtenía el galardón, del lado contrario se escuchaba un resoplido de desacuerdo, aunque ya terminada la ceremonia, en el vestíbulo y copa en mano, todo el mundo felicitó a los ganadores sin importar el bando al que pertenecían.
Tres fueron los momentos emotivos del programa: los Arieles de oro al dramaturgo Emilio Carballido y al guionista, crítico y autor de la Historia documental del cine mexicano, Emilio García Riera, quien no asistió a la ceremonia por motivos de salud, además del homenaje a directores, productores, actores y actrices que fallecieron en los últimos meses: Amalia Mendoza La Tariácuri, Salomón Laiter, Manolita Saval, Paco Rabal, Nathanael León Moreno, Edgardo Gascón de Anda, Eva Calvo, Gregorio Wallerstein, Irán Eory, Rafael del Río, Silvia Derbez y, por supuesto, María Félix.
Dos horas después de comenzada la ceremonia Silvia Pinal anuncia el Ariel a la mejor película exhibida el año 2001: Cuento de hadas para dormir cocodrilos, de Nacho Ortiz, lo que marcó el final de un acto desangelado que dejó bastantes caras largas entre quienes no obtuvieron uno solo de los premios.