lunes 27 de mayo de 2002 |
Del hecho al
dicho Caltzotzin inspector ¡vive! n Manuel de Santiago |
Fox y sus amigos han
pregonado a los cuatro vientos "el" cambio, un
cambio que no sabemos qué significa exactamente, cuándo
va a empezar y qué cosas van a cambiar. Se nos dice que el combate a la corrupción es uno de los blancos de ese cambio. Los empresarios, en un desplegado reciente, piden menos corrupción; es decir, que haya pero nomás tantita. Sin embargo, el estado de cosas persiste sin mayor asomo de transformación. Cuando llega un alto funcionario de visita a nuestro estado, las autoridades locales se esmeran en pintarle las cosas bonitas a lo largo de su recorrido, para que éste vea cuan "chipocludos" son en la atención a los problemas. Esto me recuerda a los enfermos rebosantes de salud del hospital municipal que visita el supuesto "inspector" Caltzotzin: los atléticos muchachos del pentatlón que sustituyen a los abandonados y muchas veces desahuciados enfermos reales. La historia nos recupera las imágenes descritas de las "aldeas Potemkin", aquellas escenografías maravillosas de bienestar y alegría que contemplaba la zarina Catalina cuando recorría en su lujosa barca los poblados situados en las márgenes del río Neva. Las casitas pintaditas, los aldeanos vestidos para la ocasión, bailando y cantando y, al mismo tiempo, gritando alabanzas a la zarina por los "dones" concedidos. Pero, detrás de las mamparas teatrales, había un pueblo verdaderamente miserable que se debatía entre la pobreza, insalubridad y desesperanza. ¿Qué les pediría a los funcionarios cacareadores del cambio? Solamente que se pongan a trabajar, a cumplir seriamente con sus responsabilidades, como lo hace el campesino que se levanta a las cinco de la mañana con su "barriga de farol" y le "talachea" casi todo el día a su tierrita para sacarle un magro producto; como el obrero que está ocho horas pegado a una "méndiga" máquina y el cual a veces dobletea turno para medio comer; al changarrero que apuesta su poca lanita a un negocito paÕ sobrevivir solamente; al "profe" que tiene que lidiar diariamente con un gran número de escuincles con la exigua recompensa de un mal salario y el 15 de mayo ser considerado "el apostol" de la niñez; a los estudiantes de instituciones públicas que viajan en sus ruidosas motos de DominosÕs, Pizzas, tintorerías Lav o Tronik, hamburguesas Mc DonaldÕs, etcétera. ¿Cuándo empezamos el cambio de este país, señor Fox? ¿Cuándo vamos a dejar de simular? ¿Cuándo vamos a dejar el "jarabe de pico" por la chamba para el verdadero cambio? Si alguien sabe cuándo va a empezar el cambio... ahí me avisan, ¿eh? |