El hombre sin pasado, de Aki Kaurismäki, obtuvo el Grand Prix y la mejor actuación femenina
La Palma de Oro de Cannes para The pianist, de Roman Polanski
Japón, del mexicano Carlos Reygadas, sólo con mención especial de la Cámara de Oro
Ese galardón fue para la cinta francesa Bord de mer, de Julie Lopes-Curval
LEONARDO GARCIA TSAO ENVIADO
Cannes, 26 de mayo. Nuevamente el cine mexicano se queda con el premio ya merito en un certamen internacional. A pesar de los rumores insistentes sobre la posibilidad de que Japón, del debutante Carlos Reygadas, se llevara la prestigiosa Cámara de Oro, en realidad tuvo que conformarse con una mención especial. El premio fue para la francesa Bord de mer, de Julie Lopes-Curval. No es que uno sea suspicaz pero quizás influyó en la decisión el hecho de que Japón no fue estrenada en Cannes, sino en el festival holandés de Rotterdam. Reygadas agradeció en inglés y dedicó el reconocimiento: "...a México porque es un país que sufre mucho, con varios demonios internos, pero también con esperanza".
En cuanto a los premios oficiales podría decirse que quien esto escribe fungió como un Nostradamus a medias. Entre las predicciones cumplidas la más clara era la Palma de Oro para The pianist, de Roman Polanski. La película reunía los requisitos: un tema noble, una realización de alcances épicos y el aspecto sentimental del regreso del realizador. Aunque hubo abucheos entre la prensa cuando el presidente del jurado, David Lynch, pronunció el título ganador, se trata de un premio bastante justo.
La gran favorita de la crítica, El hombre sin pasado, del finlandés Aki Kaurismäki, obtuvo el Grand Prix y el premio a la mejor actuación femenina, para Kati Outinen. Por supuesto, Kaurismäki aprovechó la ocasión para payasear sobre el escenario.
Intervención divina
Otros aciertos previsibles fueron el premio del jurado a Intervención divina, del palestino Elia Suleiman, y el premio del 55 aniversario al documental Bowling for Colombine, de Michael Moore. En una ceremonia afligida por largos discursos de agradecimiento, Moore se convirtió en la botana de la noche al intentar soltar parrafadas en francés con un acento que sonaba a chino.
Una verdadera sorpresa, en cambio, fue el premio ex aequo para la mejor dirección. Nadie esperaba que el coreano Im Kwon-Taek y Paul Thomas Anderson, realizadores de Chihwaseon y Punch-drunk love, respectivamente, entraran al círculo de ganadores, sobre todo con estilos tan opuestos. Igualmente, el premio de la mejor actuación masculina -en apariencia, cantado para Jack Nicholson- fue para el belga Olivier Gourmet, por su papel en Le fils, de los hermanos Dardenne (tal vez el jurado decidió que su nuca era muy expresiva, pues el actor fue enfocado casi siempre de espaldas).
La Palma de Oro al mejor guión fue para Paul Laverty por Sweet sixteen, del director Ken Loach; el premio al mejor cortometraje fue para Eso utan, de Peter Meszaros (Hungría), y el Premio del jurado del cortometraje lo compartieron: The stone of folly, de Jesse Rosensweet (Canadá), y A very very silent film, de Manish Jha (India).
En cuanto a la película de clausura, And now... ladies and Gentlemen, de Claude Lelouch, dejó intacta la tradición de cerrar con algo insufrible. Con esta especie de comedia musical sobre el encuentro amoroso entre un ladrón de altos vuelos (Jeremy Irons, añorando la profundidad dramática de Calabozos y dragones) y una cantante de piano bares (Patricia Kaas), Lelouch nos recuerda quién es el realizador más cursi de la historia. A su lado, Eliseo Subiela o Baz Luhrmann, por ejemplo, parecen modelos de sobriedad, dignos discípulos de Robert Bresson.
Pero no nos quejemos. Fue una edición satisfactoria del festival de Cannes, con una recompensada aunque escasa participación mexicana y unos premios que no fueron tan disparatados como de costumbre.