La Jornada Semanal,  26 de mayo del 2002                         núm. 377
Clementina Díaz y de Ovando

Miguel León-Portilla y los indios de ayer y de hoy

En la abundancia de la obra excepcional del historiador, antropólogo, historiador-filósofo, en suma, del humanista Miguel León-Portilla, hay que hacer hincapié en dos de sus facetas: la del estudioso, el gambusino y difusor de la cultura náhuatl, y la de su preocupación apasionada por los derechos y el destino venturoso de los indios de hoy, los de carne y hueso.

León-Portilla ha contado varias veces cómo le nació el interés por los indios del ayer prehispánico. Sobrino del arqueólogo y antropólogo Manuel Gamio –padre de la antropología mexicana y a quien se deben las primeras excavaciones estratigráficas, el descubrimiento del templo de Quetzalcóatl en Teotihuacan, y la localización del Templo Mayor en la Ciudad de México–, siempre mantuvo, cuando estudiaba en Estados Unidos, relación epistolar con Gamio.

También desde muy joven León-Portilla visitó muchos sitios arqueológicos con don Eduardo Noguera, arqueólogo muy distinguido y el más connotado estudioso de la cerámica mesoamericana.

A su regreso a México en 1952, colaboró con don Manuel Gamio en el Instituto Indigenista Interamericano. Allí se encargó de estrechar, de fortalecer contactos e intercambios con los centros indigenistas nacionales de otros muchos países, desde Alaska hasta la Patagonia. Y durante varios años cuidó la Revista América Indígena de amplísima circulación en el continente.

La lectura de las traducciones del padre Ángel María Garibay fue para León-Portilla toda una revelación. Gamio le insistió que, en vista de su inquietud por los textos nahuas, acudiera a visitar al sabio nahuatlato Garibay, y con el padre pronto aprendió la lengua náhuatl. El padre Garibay testimonia: "Hasta conocerla profundamente para ver y atisbar en su hondura los conceptos del mundo y los problemas del hombre en un conato de explicación. No es otra cosa la filosofía."

Con el instrumento de la lengua náhuatl, en agosto de 1956 presentó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM su tesis doctoral: La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, extraordinaria, novedosísima y retadora tesis publicada en 1959 por nuestra Casa de Estudios. En ediciones revisadas y ampliadas continúa divulgándose en México y en el extranjero. Con esta aportación a la filosofía mexicana dio comienzo León-Portilla a sus trabajos sobre el legado cultural indígena que mostraría lo que fue la visión del mundo y lo más sobresaliente del pasado prehispánico.

El 24 de marzo de 1957, la Gaceta de la UNAM notificaba la creación del Seminario de cultura náhuatl adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras, a cargo de los doctores Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla. Este Seminario señaló una nueva senda a la investigación de las culturas del mundo mesoamericano, al estudiarlas de manera integral y desde un punto de vista histórico y humanista.

En la actualidad el Seminario, dirigido por Miguel León-Portilla, además de atender a la docencia, difunde una serie de valiosas publicaciones, entre otras, un "proyecto audaz": Estudios de cultura náhuatl, que goza de gran renombre nacional e internacional.

La vehemencia y sabiduría de su director ha formado, y sigue formando, devotos de la cultura indígena, mexicanos y extranjeros; estos últimos sienten orgullo de enseñar y propagar en sus países la cultura mesoamericana.

En el libro In Iihiyo, in Itlahtol. Su aliento, su palabra. Homenaje a Miguel León-Portilla, Birgitta Laender, antigua directora del Departamento de Difusión de la UNESCO, agradece el cambio que tuvo su vida en virtud de su asistencia al Seminario, con las sabias enseñanzas de su maestro, ya que de odontóloga se convirtió en reconocida etnolingüista: "La razón profunda de semejante viraje completo de mi vida se resume en tres palabras: Miguel León-Portilla."

En 1959 salió a la luz otro libro de enorme trascendencia por su novedosísimo modo de historiar: Visión de los vencidos, conjunto de textos en náhuatl, del cual hace poco dijo el conocido historiador inglés John Elliot: "Entre las perspectivas más penetrantes de la historia está la que lleva a la relación de los hechos no sólo desde el ángulo de los vencedores, sino también desde quienes se pensó que nada podrían decir, los vencidos."

En Visión de los vencidos se expresa el poético lamento ancestral y se revela la inquietud profunda del historiador Miguel León-Portilla, cuyo mensaje nos conmina a aceptar en análogo plano de paridad la cultura indígena y la hispánica, pues únicamente aceptando la dualidad de nuestros orígenes fortaleceremos nuestro ser histórico, ese innegable rostro y corazón de mexicanos, cuya aprobación –asevera León-Portilla– otorga patente de universalidad.

La Visión de los vencidos publicada por la meritoria Biblioteca del Estudiante Universitario, es el libro editado por la unam con mayor número de ediciones; a la fecha lleva veinte y está traducido a quince lenguas.

A Visión de los vencidos han seguido como en cascada muchos libros, entre otros, Quince poetas del mundo náhuatl, en donde se identifican varios cantos y poesías con personajes bien conocidos del mundo indígena; prólogos, incontables artículos. Asimismo, un número impresionante de conferencias, de cursos.

Desde los años en que colaboró con Manuel Gamio, León-Portilla se percató y siguió al pie de la letra su sapiente y humano consejo: "No sólo deben interesarnos los indios muertos sino sobre todo los vivos, los de hoy."

Y, para llevar a la práctica esta advertencia, León-Portilla trabajó en un proyecto entre los nahuas de la sierra de Puebla, tomando como centro el pueblo de Cuetzalan. El proyecto tenía el propósito de coordinar las fuerzas ya existentes, es decir, promover la adaptación de la cultura indígena a los servicios de diversas entidades gubernamentales.

En el Seminario de cultura náhuatl, León-Portilla empezó a recibir la presencia de un buen número de indígenas: nahuas, tarascos, mixtecos, otomíes, zapotecos, incluso de Centro y Sudamérica, y desde 1957 una de las asignaturas del Seminario es la problemática de los indios de hoy. En él se han organizado reuniones de hablantes de náhuatl de varios lugares de México; se discute el futuro de las lenguas indígenas y la significación y valor de las diferencias culturales. Afirmar su valor y perdurabilidad –por razones de justicia para con los pueblos indígenas– ha sido para León-Portilla una de las obsesiones de su vida. Ha batallado por tan noble misión en libros, artículos, revistas profesionales y, desde luego, en la prensa. Ha dictado innumerables conferencias sobre el apasionante mundo antiguo y ha aprovechado cuanta ocasión se le presenta para defender al mundo indígena de hoy. Ante varios presidentes de la República ha insistido en que debe reconocerse el derecho de la autonomía que reclaman los pueblos indígenas.

Ha contribuido activamente en la creación de la Casa de escritores de lenguas indígenas, y ha repetido una y otra vez que "cuando muere una lengua, la humanidad se empobrece". Ha insistido reiteradamente también, con arrebatado ímpetu, en que las diferencias culturales son el recio amparo contra la globalización dirigida a clonarnos culturalmente.

Incluso en creaciones literarias suyas vuelve siempre al tema indígena. Un ejemplo lo ofrece su obra de teatro La huida de Quetzalcóatl, que es la leyenda del héroe cultural Quetzalcóatl, en la que encuentra el marco y el alma para dar salida a la angustia existencial del hombre que vive en la fugacidad del tiempo.

Sin exageración alguna, Miguel León-Portilla se ha consagrado, a lo largo de más de cincuenta años, a investigar la herencia que nos legaron los indígenas de ayer, y a la fogosa defensa de los derechos de los indios de hoy, de México y de otros lugares, en la palestra en la cual se debaten la justicia y la razón que les asisten.

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