Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 26 de mayo de 2002
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Sociedad y Justicia

Ofrecen títulos profesionales en poco tiempo pero con nula calidad educativa

Proliferan los institutos patrulla en el país por la falta de cupo en universidades públicas

La mayoría de rechazados en escuelas de reconocimiento recurre a esos centros

JOSE GALAN

Julio tiene 20 años y fue rechazado en el examen de admisión para cursar una licenciatura en la UNAM, a pesar de tener ocho de promedio en la preparatoria. De clase media baja, recurrió a lo que llama con sorna "el instituto patrulla" para sacar en tres años la licenciatura en derecho. Como él, cerca de 170 mil jóvenes en todo el país optan por las universidades patito para hacerse de una carrera que, a la postre, sólo pocos ejercerán.

Asiste a la Universidad Univer, tiene como lema "la excelencia que te forma" y está ubicada en la calzada de Tlalpan, arteria que se ha convertido en la predilecta de este tipo de planteles, particularmente cerca de las estaciones de la línea dos del Metro. En estos institutos hombres y mujeres jóvenes sin oportunidad en planteles públicos y privados reconocidos buscan conseguir un título profesional.

La falta de cupo en las instituciones públicas y el alto costo de las universidades privadas, además del reconocimiento oficial otorgado por las autoridades educativas en los pasados tres sexenios a planteles sin ninguna calificación sobre el servicio que otorgan, ha fomentado el auge de la educación de nula calidad, en un negocio que permite a las autoridades presentar cifras alegres sobre la atención de la demanda de educación superior.

Para Daniela, de 19 años y estudiante de administración de empresas en otro centro universitario de ese tipo, no importa el engaño. Ella asiste a uno de los múltiples planteles del denominado Centro Universitario Grupo Sol, ubicado en avenida Cuauhtémoc. Dice que lo urgente es acabar la carrera para dedicarse al negocio familiar. Al igual que Julio y otros jóvenes entrevistados, habla bajo la condición de que no se publiquen sus apellidos, "porque luego hay represalias".

Ella también fue rechazada en el examen de admisión para la UNAM. "Mi sueño era estudiar en Ciudad Universitaria. Pero parece una escuela elitista, porque sólo unos cuantos entran. Lo peor del rechazo, además de que lastima tu amor propio, es que te quedan realmente pocas opciones, sobre todo si no tienes dinero para ir a la Ibero o al Tec de Monterrey. Así que optas por lo más rápido, aunque está cañón por la falta de prestigio o la poca calidad de los maestros".

La matrícula en licenciaturas de instituciones particulares pasó de 16 por ciento en 1980 a 32 por ciento en 2001, mientras que de 1996 a 2001 se duplicó de 301 mil alumnos a 602 mil, según cifras de la Federación de Instituciones Mexicanas de Educación Superior (Fimpes). La tasa de crecimiento fue de 9.53 por ciento de 1990 a 2000, mientras que en las universidades públicas fue de 2.31 por ciento.

Augusto Escobar recuerda que quiso entrar a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) para estudiar diseño industrial, una de las carreras de más prestigio de esa institución, pero fue rechazado porque, reconoce, "nunca fui un alumno excelente, aunque estoy en el promedio". Para no quedarse con las ganas, ingresó hace tiempo a la Universidad Insurgentes, que cuenta con siete planteles en la zona del valle de México, tres de ellos obviamente sobre calzada de Tlalpan.

"La dejé porque, en mi opinión, ni había calidad ni compromiso real con las expectativas de empleo de los alumnos, y siempre andaban sobre las colegiaturas", explica. "Me pegué a un despacho de diseñadores y te aseguro que allí he aprendido más que en cualquier escuela. Además, allí tengo chamba asegurada."

Según la Fimpes, la explosión en el número de escuelas de carácter privado las ha hecho crecer de entre 5 y 10 que había en 1950 en todo el país a más de mil 61 en 1999, incluyendo las universidades de elite pero sin contar las escuelas normales privadas y centros que adoptan la característica de tecnológicos para ofrecer carreras en tiempo récord.

Pero así como hay alumnos rechazados que recurren a los "institutos patrulla", también hay quienes se inscriben por pura conveniencia, como Alberto, a quien sus amigos llamaron El Pollo, mientras se realizaba la entrevista afuera de la Universidad Mexicana, sobre la calle de Emilio Castelar, en Polanco.

"A mí me dio flojera hacer fila para el examen de admisión de la UNAM. Luego estás allí horas y ni te aceptan. Así que en caliente escogí una escuela y me vine para acá. Estoy estudiando administración de herencias (risas)".

Así, mientras que las universidades públicas y privadas practican una política de contención de la matrícula -la Ibero no pasa de 9 mil alumnos, mientras que la UAM se ha fijado un tope de 45 mil-, la absorción de la demanda recae en instituciones que obtuvieron el reconocimiento de validez oficial de estudios por las políticas permisivas y populistas de la Secretaría de Educación Pública en los últimos tres sexenios.

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