Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 26 de mayo de 2002
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Política

Antonio Gershenson

Energía y reformas

Es positivo que el secretario de Energía declare públicamente que Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) han sido las "vacas lecheras" a las que el gobierno ordeña para solventar buena parte de sus gastos. Lo es, porque se pone en el centro de la discusión una parte del verdadero contenido de las reformas que el país puede, en términos simplemente objetivos, tener ahora. Porque seguir discutiendo sobre el cadáver de las iniciativas de reforma constitucional ya rechazadas en el Senado es sólo retrasar la reforma que en realidad se puede y debe promulgar.

Sin embargo, el plantear que se recurra al dinero de las Afore no apunta al centro del problema. No es más que una fuente alternativa de crédito, cuando el problema no es cómo endeudarnos más sino al contrario, cómo desarrollar nuestras industrias energéticas sin tanto endeudamiento. Y, efectivamente, una parte de la solución está en reducir de manera significativa la rapiña fiscal de que son objeto estas entidades públicas. La reforma fiscal, sin embargo, iría ligada a la autonomía técnica y a la autonomía de gestión de las mismas. De ese modo, no sólo hablaríamos de cantidad esquilmada, sino de un régimen fiscal más cercano -por lo menos- al de las otras empresas: impuesto sobre la renta, impuesto sobre producción y servicios, etcétera.

Debe irse reduciendo, hasta su eliminación, el conjunto de gravámenes hechos "a la medida" por un sastre inepto. El "aprovechamiento" que se quita a la CFE es casi una cantidad fija, que no depende de sus ingresos ni de sus utilidades. Peor aún, el otro aprovechamiento, sobre las llamadas utilidades excedentes de Pemex, se basa en el excedente del precio del petróleo de exportación, por encima de previsiones que siempre están mal hechas, y casi en todos los casos se han visto totalmente desmentidas por la realidad.

Se puede medir la calidad de estas previsiones. Una de las formas es usando lo que se llama "correlación estadística", que permite, entre otras cosas, medir qué tanto corresponden las previsiones oficiales de cada año con los precios reales. Si la correlación es igual a uno, las previsiones fueron perfectas. Si es igual a cero, no hubo ninguna relación entre previsiones y realidad. Si es igual a menos uno, los cambios previstos fueron exactamente los contrarios que los reales, o sea que cambió en la misma cantidad pero en el sentido opuesto al previsto. Pues bien, esta correlación, entre 1986 y 2001, entre previsiones oficiales y realidad, fue de -0.26, peor que si no hubiera habido relación entre una y otra. Y sobre esto se basa el cobro a Pemex.

Una de las fuentes de ingreso de las empresas públicas de la energía debe ser la modificación de su régimen fiscal. Claro, en un momento dado esto lleva a la reforma fiscal que permita que el erario federal tenga suficientes recursos. El asunto está en que éstos provengan de donde está el dinero, y no de los hambrientos y de los enfermos, como se pretendió con lo del IVA a bienes básicos hoy exentos.

Otra fuente de ingreso debe ser la reducción del subsidio a los grandes consumidores de electricidad. De esto ya hemos hablado. También hemos mencionado el estímulo al autoabastecimiento de electricidad.

Lo importante ahora es que salga una reforma que implique avances. Y en especial los legisladores, en cuyas manos está su posible concreción o su congelamiento, tal vez hasta después de las elecciones, deben tener ese objetivo en un primer plano. Y que si el Presidente habla a favor de que haya reforma en el periodo extraordinario, más bien habría que tomarle la palabra o, simplemente, concentrarse en cómo debe salir el dictamen en el Senado. Lo relevante no es reclamar derechos de autor sobre las iniciativas vigentes en el Congreso, provenientes todas de partidos de oposición, sino dictaminarlas a tiempo y en el mejor sentido posible.

No tenemos todo el tiempo del mundo. En el pasado reciente, al llegar el año de elecciones se hace casi imposible que se aprueben en las cámaras cuestiones importantes, al no haber ningún partido con mayoría absoluta. Y es que cada partido, en esos momentos, quiere reafirmar su identidad ante los electores. Quiere mostrar que sus competidores no ofrecen una opción válida. Lo que no es fácil saber es en qué momento se va a entrar en la dinámica prelectoral. En otros momentos, fueron seis meses antes de la elección. Pero la campaña de Fox duró por lo menos dos años. ƑCuánto será ahora?

Este periodo extraordinario de junio puede ser la última oportunidad... hasta después de las elecciones. No hay que desperdiciarla.

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