Sugieren explicar en lenguaje sencillo peligros del volcán
Critican expertos falta de mapa de riesgo en la zona
del Popo
Errores de autoridades y miedo a perder sus tierras alimentan resistencia
de campesinos a evacuar, dicen en foro de Casa Lamm
ALMA E. MUÑOZ
Hubo ayer un acercamiento al significado sagrado y a la
evolución eruptiva del volcán Popocatépetl, desde
la óptica de tres especialistas en el tema: Julio Glockner, Aurelio
Fernández -ambos de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP)-
y Alejandro López, director del Parque Nacional Iztaccíhuatl
y Popocatépetl.
La Casa Lamm, en la capital del país, fue el centro
de reunión para dar continuidad al ciclo de conferencias organizado
por La Jornada, donde en esta ocasión decenas de personas
se adentraron en el terreno de la confrontación que existe entre
el pensamiento religioso y la verdad científica respecto a la actividad
del estratovolcán de 5 mil 450 metros de altura sobre el nivel del
mar, cuya fase eruptiva más reciente se inició en 1994.
Glockner, investigador del Instituto de Ciencias Sociales
y Humanidades de la UAP, más allá de una explicación
técnica, habló del lado humano del coloso: de la simbología
religiosa que para los habitantes del lugar tiene el cerro que humea.
El científico estableció la diferencia prevaleciente
entre los habitantes del campo y de la ciudad sobre el contacto con la
naturaleza. Los primeros, con una relación "carente de contacto
sensorial permanente", y los segundos, con un acercamiento "cuerpo a cuerpo"
que posibilita el establecimiento de vínculos de "carácter
sagrado".
Esto representan los volcanes de la sierra nevada: el
Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. Desde la época prehispánica,
en la región se realizan rituales propiciatorios de lluvias para
obtener una buena cosecha anual de maíz y frijol, como consignan
códices, descubrimientos arqueológicos y cronistas de los
siglos XVI y XVII.
Quienes encabezan las ofrendas, que aún hoy en
día se realizan, reciben diversos nombres, según la zona
donde trabajan. En Puebla los llaman tiemperos, quiaclazques, cuitlamas,
quiamperos, conjuradores y conocedores del tiempo; en el estado de México
son graniceros, trabajadores temporaleños, ahuaques, aureros y ahuizotes;
en Morelos quiapequis, misioneros del temporal, rayados y claclazques,
y en Tlaxcala son quítalas, tezitlazquez e hijos del rayo.
Su característica común, a explicación
del antropólogo interesado en la relación mística
y religiosa que los habitantes de la zona tienen con el Popocatépetl,
también conocido como Don Gregorio, es desempeñar
el papel de intermediarios entre los hombres y los seres sobrenaturales
que habitan y gobiernan los fenómenos naturales, bajo mandato expreso
del Padre Eterno o Dios Padre.
Después de la actividad eruptiva de 1994 se acentuaron
la dicotomía entre tradición y modernidad, entre mito y razón.
Mientras la comunidad científica fomentó una actitud de prevención
ante el riesgo y alentó la evacuación de la zona de peligro,
los campesinos afianzaron su resignación a permanecer en el sitio.
Más aún, comenzaron a temer el robo de sus tierras y propiedades
por parte de las autoridades, como más adelante explicó Aurelio
Fernández, investigador del Centro Universitario de Prevención
de Desastres de la UAP y director de La Jornada de Oriente.
Para Glockner no hay duda de que en el pensamiento campesino
actual "persisten las inquietudes medievales y renacentistas, que oscilan
entre el libre albedrío de los hombres y la omnipotencia divina",
mientras para un individuo cualquiera de la ciudad, un volcán es
un "fenómeno de la naturaleza", formado a partir de una grieta en
la tierra por la que han subido y pueden seguir ascendiendo gases y materiales
sólidos a muy altas temperaturas, que lo llevan a mantenerse en
estado de alerta.
"El vulcanólogo conoce los límites de su
disciplina y sabe que la ciencia no está en condiciones de predecir,
con exactitud, un incremento en la actividad del volcán que pondría
en peligro a la población. El tiempero sabe que fue agraciado con
un don del cielo (a través de los sueños recibe instrucciones
que le permiten actuar ritualmente), que la tierra fue creada por Dios
y que los cerros y los volcanes que en ella vemos fueron puestos por él.
Sabe que en el interior del volcán habitan deidades tan diversas
como San Miguel Arcángel, la Virgen María, el divino rostro
de Jesucristo o el propio espíritu del volcán conocido como
Gregorio o José Silvino Popocatépetl".
Frente a esta confrontación, Glockner propuso
la elaboración de folletos explicados de manera sencilla, utilizando
el lenguaje de la región para, científicamente, narrar la
naturaleza del volcán.
Aurelio Fernández habló de los riesgos que
genera el Popocatépetl. En su exposición, caracterizada por
el sentido del humor, criticó la ausencia de un mapa de peligro,
elaborado profesionalmente, para que las autoridades no "inventen" al momento
de una evacuación.
Para ejemplificar citó la experiencia vivida por
el gobernador de Puebla, Melquiades Morales, en una reunión con
la secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, a 15
días de que ésta asumió el cargo: "Melquiades, tengo
200 millones y tú otros 200. ¡Cómo tienes a la gente
a 11.6 kilómetros del volcán! Vamos a reubicarlos. Al día
siguiente lo hizo sin ningún plan". Con este tipo de acciones, en
caso de una gran erupción, "que sí puede darse", a ver cómo
se combate la resistencia de los pobladores.
Y trajo a colación una encuesta realizada en diversas
poblaciones aledañas al coloso con preguntas como: ¿Ha oído
usted que Carlos Salinas de Gortari le vendió el volcán a
los japoneses? ¿Ha oído usted que los ovnis tienen que ver
con lo que hace el volcán? ¿Ha oído usted que la erupción
es un invento para robarles sus tierras? ¿Ha oído usted que
los aviones echan humo en el volcán? ¿Ha oído usted
que en el volcán hay oro? La sorpresa es que la mayoría de
la gente lo escuchó. Y aproximadamente 43 de 89 por ciento de entrevistados
en Cuautla-Yautepec creen que es cierta la transacción hecha por
el ex presidente mexicano.
En este caso, el rumor tiene su razón de ser, a
decir del investigador. Cuando Porfirio Díaz era presidente de México
le dio a Gaspar López Ochoa "todo el volcán".
En su oportunidad, Alejandro Lara presentó un bosquejo
sobre el significado del Parque Nacional Popocatépetl-Iztaccíhuatl,
y subrayó la urgencia de detener su deterioro, provocado por la
tala clandestina -por lo menos mil 700 personas suben diariamente al bosque
y talan un árbol-, los incendios forestales -provocados en 90 por
ciento de las ocasiones por la mano del hombre-, el pastoreo, la expansión
de la mancha urbana sobre la superficie forestal, la cacería y la
explotación del suelo.