Leonardo García Tsao
Llegan las pandillas de NY y Canadá
Cannes, 21 de mayo. Las cosas se agitaron en Cannes porque prácticamente la tarde entera del lunes se dedicó a Martin Scorsese y la presentación de un avance de su más reciente película, Gangs of New York, de 20 minutos de duración. Por supuesto, la conmoción no la provocó el realizador, que ha estado desde el inicio del festival como jurado de los cortometrajes de la llamada Cinéfondation, sino la llegada de los actores Leonardo Di Caprio y Cameron Díaz; el primero sigue siendo objeto de motines de adolescentes que aún no lo olvidan por Titanic.
Por su parte, Scorsese parecía más interesado en rendir homenaje a Billy Wilder antes de la proyección de su avance. El cineasta recordó sus encuentros con el recién fallecido veterano, así como la última frase que le dijo: "Lo único que te envidio es el tiempo". Scorsese también presentó algunas secuencias claves de las películas Sabrina, Pacto de sangre, El apartamento, Infierno en la Tierra, Días sin huella, El ocaso de una vida y Una Eva y dos Adanes, tomadas de su versión en DVD. Mientras que el montaje cronológico de Gangs of New York da apenas un atisbo a su grandeza épica.
Ya a la hora de la conferencia de prensa, el palacio del festival fue el escenario de un frenesí de los medios. Los periodistas corrían por las escaleras y los pasillos, los fotógrafos se agolpaban afuera de los elevadores de donde saldrían las celebridades, mientras el salón de la conferencia estaba atiborrado mucho antes de su llegada. Hollywood siempre ha sido la palabra mágica para invocar estados de histeria masiva.
Mientras tanto, la sección oficial se volvió un dominio canadiense. En la mañana Atom Egoyan presentó su reciente Ararat fuera de concurso. Si bien es encomiable la voluntad de Egoyan por no estancarse, ahora se confirma que su registro es demasiado limitado. Ararat denuncia el genocidio de armenios cometido en 1915 por el ejército turco, pero lo hace de forma explicativa, abordando el asunto en la mayoría de sus diálogos. Por otro lado, Egoyan trata de combinar ese interés político con sus características historias paralelas de personajes con un pasado oculto, y el resultado es con frecuencia ridículo, sobre todo cuando los enfáticos diálogos son pronunciados por malos actores como Arsinée Khanjian, a quien el director está obligado a usar en cada una de sus películas por la sencilla razón de que es su esposa.
Egoyan ha explicado que ante la posible contrariedad de la comunidad turca, se decidió no presentar Ararat en competencia. Claro, empezó a circular el rumor de que la verdadera razón fue el rechazo del comité de selección.
Mucho más afortunada fue Spider (Araña), la más reciente exploración del también canadiense David Cronenberg por los escondrijos de la mente humana, proyectada en la sesión vespertina de prensa. Adaptada al cine por el mismo autor de la novela, Patrick McGrath, la película describe el desequilibrio mental de su abatido protagonista (Ralph Fiennes), quien fiel a su sobrenombre ha tejido una telaraña de falsedades alrededor de sus recuerdos infantiles.
Bajo una atmósfera tan opresiva y angustiosa como la de Naked Lunch, sin el elemento alucinante, Cronenberg nos sitúa en la mente del personaje y su visión torcida de la realidad familiar, como un conflicto freudiano sobre la sexualidad y las fijaciones edípicas. Lejos de la perversidad de Crash o del escapismo futurista de Existenz, Spider es otro peldaño en la curiosa evolución de un realizador que ha sabido desarrollar las mismas obsesiones en diferentes contextos. Un jurado presidido por David Lynch podría recompensarlo el próximo fin de semana.