Lunes en la Ciencia, 20 de mayo de 2002


Un entorno caótico es factor desencadenante de conductas socialmente inaceptadas

Criminalidad y violencia urbana

Carlos A. Hernández Avila

violencia2Por muchos años se ha conocido la relación existente entre la criminalidad violenta y la demografía de las áreas urbanas donde ésta ocurre. Las investigaciones que han cuantificado en diversas urbes del mundo el peso de los diferentes factores causales de este fenómeno han descrito que la tasa de desempleo, el nivel de pobreza y el número de hogares en los que el padre está ausente explican alrededor de 70 por ciento de los crímenes violentos.

Estos estudios además han mostrado que la frecuencia con la que ocurren este tipo de crímenes también se asocia con las características físicas de las colonias y vecindarios donde éstos ocurren. Así, se ha descrito una relación estrecha entre tasas de criminalidad violenta elevadas y la presencia de edificaciones o viviendas deterioradas, carros abandonados, basura, grafittis, lotes baldíos, proliferación desordenada de actividades comerciales nocturnas, como serían ex- pendios de comida rápida, etc.

El deterioro y desorganización física de los vecindarios interactúa con los rezagos sociales y la desintegración familiar en un círculo vicioso. Este proceso de degradación de la "ecología" de las áreas urbanas, aunado a la falta de vigilancia y a la corrupción policiaca, opera sobre la psique colectiva y sobre la conducta de sus habitantes, propiciando la aparición de comportamientos antisociales o francamente criminales.

Las comunidades que toleran o que son apáticas al proceso de deterioro y desorganización física de sus colonias dan el mensaje de que a nadie le importa lo que pase y que no existe la voluntad colectiva para hacer algo al respecto. Así se ha observado que los vecindarios donde los crímenes violentos son comunes también se caracterizan por tener una integración y organización vecinal deficiente, así como por tener niveles elevados de cinismo y de falta de respeto por la ley y las normas informales.

Un ejemplo trágico de dicho fenómeno sería el de Ciudad Juárez, donde el grave deterioro de la ecología urbana, en conjunción con la incompetencia y corrupción del gobierno local y federal, se han traducido en la espantosa ola de criminalidad predatoria contra las mujeres. Un segundo ejemplo en cuanto al nivel de deterioro ecológico urbano e ineptitud de las autoridades, sería el de Ecatepec, uno de los municipios donde se dan altas tasa de criminalidad y donde recientemente un individuo con características claramente antisociales atropelló a los alumnos de un jardín de niños, asesinando a dos de ellos.

Otra forma de degradación de la ecología urbana relacionada estrechamente con el fenómeno de los crímenes violentos, lo representa la proliferación y presencia sin control de licorerías, cantinas, bares, cabarets y otro tipo de "giros negros". La presencia en las calles de botellas rotas, de latas de cerveza y/o de personas intoxicadas, envía el mismo mensaje que la presencia de ventanas rotas, graffitis o basura, afirmando que los mecanismos formales e informales de control social han cesado de funcionar.

ciudad-1Varias investigaciones han determinado que en áreas urbanas mayores el número o densidad de comercios donde se expenden bebidas alcohólicas explica alrededor de 10 por ciento de la criminalidad violenta. Sin embargo, cuando se han estudiado áreas urbanas más circunscritas, como las colonias o vecindarios, se ha observado que esta variable es el factor que por sí solo tiene el mayor peso en la frecuencia con la que se cometen crímenes como el homicidio entre adolescentes y adultos jóvenes, explicando alrededor de 25 por ciento del total de estos crímenes.

El clima, una variable por excelencia, también influye en la frecuencia con la que se cometen crímenes violentos. Esto sucede especialmente en ciudades que tienen un clima extremoso, donde la criminalidad violenta se incrementan durante la época de calor, principalmente en vecindarios donde existe una alta densidad de giros negros y alrededor de ellos.

Un número elevado de establecimientos que expenden bebidas alcohólicas aumenta la disponibilidad de alcohol en la comunidad, lo que a su vez incrementa la probabilidad de que individuos predispuestos a la violencia se vean expuestos a sus efectos desinhibitorios. Asimismo, al aumentar la probabilidad de exposición a los efectos deletereos del alcohol en el raciocinio y el funcionamiento psicomotor, también se incrementa el riesgo de victimización entre los miembros de la comunidad en general. El resultado final es que las condiciones óptimas para que se comentan crímenes violentos en las colonias (deterioro de la ecología vecinal, falta de vigilancia y la presencia de víctimas y victimarios) se conjunten.

Recientemente, los diputados de las bancadas panistas y priístas y los llamados "verdes ecologístas" de la Asamblea Legislativa del DF aprobaron, sin considerar su impacto negativo en la ecología urbana y en la salud de los habitantes del DF, la llamada Ley del Funcionamiento de Establecimientos Mercantiles. Esta ley pretende entre otras cosas, regular de manera laxa la apertura y funcionamiento de comercios donde se expenden bebidas alcohólicas y otros giros negros.

Un aspecto preocupante de dicha ley es que ademas de no contribuir a detener el deterioro de las colonias del DF, ignora la participación de los vecinos en el control y supervisión de este tipo de establecimientos, anulando el potencial de participación colectiva eficaz, que es tan importante en la prevención y combate de la criminalidad violenta.

Si los diputados de PAN, PRI y PVEM realmente están interesados en que la violencia en el DF disminuya deberían de preocuparse menos en proteger los interés de las mafias de los giros negros, educarse y hacer su trabajo: legislar informadamente en favor de la salud y seguridad de los habitantes del DF. Ojala que esta ley sea modificada.

Profesor-investigador del Departamento de Psiquiatría del Centro Médico de la Universidad de Connecticut

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