El Ulises de la canción se presentará
este domingo en la sala Nezahualcóyotl
La edad me ha alejado de la pasión de la protesta:
Georges Moustaki
Lamenta el poder exagerado de EU y asegura que
sobre Medio Oriente ''sí soy un revolucionario''
''Para mí México
fue uno de mis sueños de niño y ahora es un sitio muy acogedor''
PABLO ESPINOSA
El Ulises de la canción confirma otra vez
su apodo, aunque a diferencia del personaje homérico no fue un barco
sino un avión -los tiempos cambian- el instrumento que lo trajo
a un nuevo viaje. Georges Moustaki llegó anoche a México,
procedente de París, por una razón simple y suficiente: porque
es tiempo de vivir, como dice claramente su visa de a deveras, y no hablamos
del documento aduanal común y corriente sino de la seña que
trae estampada -visa y divisa- en la frente y que solamente los que lo
entienden, es decir cronopios, poetas, mujeres y seres sensibles, pueden
leer: es tiempo de vivir.
Además, y tomando en cuenta que, como dijo André
Malraux, el arte es darle a la gente lo que tiene pero que ignora que lo
tiene, Moustaki lo dice, lo traduce, lo grita y lo canta por los labios
desde el corazón: es tiempo de vivir.
Nacido
Giuseppe Mustacchi en Egipto, de padres griegos, hace 68 años, Georges
Moustaki no sólo es conocido como la versión musical de Ulises
(el de Homero, claro, aunque a Joyce también le encantaría
cantar a dúo con Moustaki), sino que también le dicen Le
Meteque, sobrenombre autobiográfico que eligió como su
destino cuando compuso esa canción, Le Meteque (El fuereño),
antes de cumplir un cuarto de siglo de edad y veinte canciones antes de
escribir Milord, otra de las composiciones que lo inmortalizaron
y que concibió ex profeso para su amante, Edith Piaf.
Moustaki llegó anoche, entonces, a la ciudad más
grande del planeta y trajo su visa de lujo e incluso así tituló
el recital que ofrecerá este domingo 19, a las 19 horas, en la Sala
de Conciertos Nezahualcóyotl: "Es tiempo de vivir", acompañado
de músicos franceses, brasileños y, como sucede en sus ya
tradicionales visitas a esa sala, un coro mexicano en las butacas coreando
sus canciones. (Las localidades están agotadas desde ayer).
En México hay sensibilidad dulce y animada
Antes de abordar el avión, concedió una
entrevista a La Jornada desde su casa, en el mismísimo corazón
de la Ciudad Luz, muy cerca de Notre Dame:
-El público acostumbra que sus ídolos de
muchos años canten en sus conciertos las de siempre. Aun así,
Moustaki, ¿hay algo nuevo, canciones recientes?
-Es lo de siempre, es cierto: el amor, los viajes, los
amigos, la naturaleza, la vida. Esas siempre han sido las constantes de
las buenas canciones. No hace falta más. Pero eso no significa que
uno repita, siempre hace uno canciones nuevas, cada canción es nueva.
Llevo a México, como siempre otra vez, canciones nuevas.
-Tus discos recientes son en su mayoría recopilaciones
y un inédito, ¿ya hay título para éste?
-El más reciente como tal, es decir con canciones
nuevas para un disco, data de seis años, Tout reste a dire
(Todo queda por decir) y hace dos grabé uno en público.
El inédito mezcla cosas conocidas con canciones nuevas, pero no
tiene título, de hecho durante muchos años no tuve costumbre
de ponerles nombre. Eso es también reciente, poner títulos.
-Tus visitas a México son más que algo familiar,
¿tienes un título para eso?
-México fue para mí uno de mis sueños
de niño y después un sitio muy acogedor, desde la primera
vez que vine a cantar, en 1975, y desde mi primer regreso, en 1978, y es
cierto, cada vez es una cosa familiar y al mismo tiempo una cosa que descubro.
Me gusta, por ejemplo, que siempre hay en México una sensibilidad
al mismo tiempo dulce y animada.
Soy un poco más filósofo
-Mientras, en tu país de adopción están
ocurriendo cosas importantes ¿cuál es tu posición?
-Cada vez que hay elecciones es un incendio, ocurren peleas
y esta vez el peligro era la extrema derecha pero yo en ningún momento
tuve miedo porque era claro que se trataba, desde un principio, del recurso
del espantapájaros: ponen a Le Pen para espantar a la gente.
-En otros puntos del planeta siguen avanzando juntas derecha
y ultraderecha, ¿qué efectos tiene eso en quienes cantaron
en los 70 a la utopía, en los jóvenes que hoy necesitan algo
en qué creer?
-Lamento mucho el poder exagerado de Estados Unidos y
de los que están con ellos. Hoy en día no estar con Estados
Unidos parece una cosa imposible y eso me molesta mucho, en particular
lo que sucede en Medio Oriente y lo que pasa en otros países. Es
una vergüenza. El poder sin límite es muy peligroso. Cierto,
como dices, hubo en el pasado una utopía pero al parecer la gente
no despertaba porque Le Pen por ejemplo tiene 74 años de edad y
muchos años diciendo lo mismo pero, claro, por razones electorales
lo sacaron para que hiciera el papel de espantapájaros. Quizá
sea la edad lo que me haga sentir un tanto alejado de la pasión
de la protesta. Soy un poco más filósofo. Puede ser, no sé,
pero en lo que concierne al Medio Oriente, que es mi tierra de origen,
no tengo duda, ahí sí soy un revolucionario.
-Sigo pensando en quienes cantan tus canciones como una
señal de esperanza. ¿Es de ida y vuelta?
-Sí, precisamente hoy me acaba de llegar otra carta.
La chica tiene 19 años y me dice: "tú tienes 68 y además
me siento muy cerca de tí y lo que dices me ayuda a pensar cosas
distintas de los profesores de izquierda. Es una manera de respirar otro
aire". Eso es lo que pueden llevar mis canciones.
-¿Sientes esa responsabilidad sobre tus hombros?
-No es una responsabilidad porque yo no tengo afirmaciones,
tengo ideas que acompañan los acontecimientos. No conozco el impacto
exacto de mis canciones sobre los jóvenes. Lo que sé de cierto
es que tengo un afecto, un cariño, una complicidad más que
una cosa magisterial. No siento, entonces, una responsabilidad, siento
una complicidad.
-Este 3 de mayo festejaste tu cumpleaños 68 ¿tienes
una visión distinta de la vida, un paisaje más completo y
eso produciría canciones tuyas diferentes, y qué tan diferentes
a las del joven Moustaki?
-Son diferentes. Tal vez esa sea la razón por la
cual decidí escribir libros, porque en un libro hay más espacio
para decir cosas que en una canción. Tengo recuerdos y cosas por
decir y al lado de mis canciones quería hacer en un libro un discurso
más largo. Por lo pronto, es tiempo de vivir.