Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 18 de mayo de 2002
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Cultura

Juan Arturo Brennan

Foro frío

Por varias razones, entre las que destacan la organización un tanto anárquica y la difusión tibia y poco convincente, la versión de 2002 del Foro Internacional de Música Nueva ha transitado hasta ahora sin pena ni gloria en marcado contraste con el interés que ha generado en años anteriores. Sin duda, ha contribuido a ello el hecho de que este año la realización del Foro ha coincidido con la del Encuentro Internacional de Música Antigua, lo cual habla mal de la coordinación interinstitucional que, en teoría, debiera existir en estos casos. No ha faltado quien diga que no importa la superposición de ambos eventos, en el (falso) entendido de que se trata de públicos distintos. Por el contrario, me consta de buena fuente que el público, harto un poco de Bach, Beethoven y Brahms, acude con igual gusto a la música antigua y a la música contemporánea como remedio contra la rutina sonora. Ya sólo falta que en 2003 se realicen al mismo tiempo el Foro, el Encuentro, el Festival Cervantino y el del Centro Histórico.

El miércoles por la noche, en un auditorio Blas Galindo frío, desangelado y con poco público, se realizó el concierto del Foro protagonizado en lo esencial por el Ensamble 3 (Mauricio Náder en el piano, Salvador Torre en las flautas y Fernando Domínguez en el clarinete bajo), con la colaboración de los guitarristas Pablo Gómez y Juan Carlos Laguna. Como suele ocurrir con casi todos los conciertos del Foro, éste ofreció un programa no muy homogéneo de claros altibajos y contrastes en cuanto a la calidad de las obras, pero con buen nivel de ejecución instrumental. Dos obras mexicanas y dos japonesas resultaron lo mejor de la noche. Vértigos, de Ana Lara (piano, flautas, clarinete bajo) representa una expresión sonora inesperada en el contexto de la obra de la compositora, tanto en lo que se refiere a técnica como a expresividad.

Resonancias, interferencias, reiteraciones sutilmente controladas, el uso insistente de sonidos contiguos y un interesante tránsito dramatúrgico entre la oscuridad y la luz son las características principales de Vértigos, que en varias de sus secciones se desarrolla con base en torbellinos y pequeños oleajes sonoros que marcan una clara distancia con las acumulaciones sonoras verticales (de inspiración polaca) que marcan a muchas de las obras anteriores de Ana Lara. Muy atractivo aquí, en particular, el uso diferenciado que la compositora hace de los distintos registros del clarinete bajo.

A su vez, Hebert Vázquez presentó Espacios transitorios (dos guitarras), una exploración muy coherente (y formalmente sólida) de sonoridades específicas, en la que los modos de producción del sonido son inteligentemente dosificados, lógicamente encadenados y rigurosamente organizados. El uso de esos mismos modos de producción sonora provoca por momentos la inesperada aparición de sutiles referencias y alusiones populares, no muy usuales en la obra de Vázquez. Por contraste, las dos piezas para guitarra sola que abrieron el programa (Solo, de Robert Zuidan, y Ronda, de Arturo Fuentes) pecan de los excesos típicos de un ''guitarrismo contemporáneo" en el que la idea principal parece ser la de acumular un catálogo o muestrario de recursos sonoros que, finalmente, parecen no conducir a nada. Aquí se sustituye la forma con feroces ataques sobre el instrumento; tan feroces que uno de ellos le costó la dolorosa pérdida de una uña al guitarrista Pablo Gómez.

Piano distance (piano solo), de Toru Takemitsu, es una muestra más de la sabiduría del maestro japonés para darle tiempo al tiempo, para proponer el ambiente y el respiro necesarios para que cada sonido cumpla a cabalidad su función poética y expresiva. En otro extremo se coloca la obra A color song on B (flauta sola), de Tomoko Fukui, especie de fogoso delirio lleno de numerosas formas de convertir el aire en sonido, digitaciones alternativas, apariciones de la voz del ejecutante y, en general, un discurso potente, expresivo e intenso. El flautista Salvador Torre hizo una muy buena versión de la pieza de Fukui, integrando los muy variados elementos de una pieza que remite con claridad al ámbito sonoro de un shakuhachi de bambú en manos de un samurai alucinado.

Este programa del Foro Internacional de Música Nueva de 2002 fue redondeado con sendas piezas para piano de Yuzuru Sadashige y Marc Antonio Consoli. La primera, Sad flower, con una propuesta armónica muy interesante, sobre todo en sus primeras páginas, contrastada más tarde con elementos de mayor fuerza y empuje. La segunda, Memorie pie, marcada por una alternancia de reiteraciones y contrastes que aluden con claridad al título de la pieza.

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