Expone ante académicos, intelectuales y empresarios españoles su nueva política exterior
Gobiernos priístas, culpables de la pérdida de liderazgo de México en el mundo, afirma Fox
Prioritarios, temas como derechos humanos, democracia y corrupción, indica el Presidente
JUAN MANUEL VENEGAS ENVIADO
Madrid, 16 de mayo. Ante académicos, intelectuales y empresarios españoles el presidente Vicente Fox expuso los cambios que pretende imprimir a la política exterior mexicana, y atribuyó a la ''incapacidad'' de sus antecesores priístas para reconocer que el mundo estaba cambiando, la '''cerrazón y la pérdida de liderazgo'' de México en el mundo.
En tal sentido advirtió que su gobierno no dudará en seguir participando en el ''nuevo sistema internacional'' y en el establecimiento de ''normas y principios de jurisdicción universal, por encima de las soberanías nacionales'', en temas como derechos humanos, democracia y corrupción, entre otros.
Por ello, apuntó, ''ahora estamos evitando la tentación de hacer tabla rasa de nuestra tradición diplomática, o al contrario, limitarnos a repetirla''. Y definió los ''dos ejes principales'' que desde ahora regirán sus relaciones internacionales: primero, el despliegue de una actividad más intensa en los foros multilaterales en temas de la nueva agenda exterior como el respeto a los derechos humanos, democracia y corrupción; segundo, la búsqueda de una más profunda y estratégica relación con Estados Unidos y Canadá.
Como parte de la gira de trabajo que realiza por España, previa a su participación en la cumbre de países de la Unión Europea, América Latina y el Caribe, el mandatario mexicano se presentó en la Fundación Siglo XXI, donde ofreció la conferencia Política exterior de México en el nuevo siglo.
Además de los anfitriones españoles, se dieron cita en ese acto, entre otros, el canciller Jorge G. Castañeda; el embajador de México ante la Unión Europea, Porfirio Muñoz Ledo; el embajador en Madrid, Gabriel Jiménez Remus, y Bernardo Sepúlveda Amor, quien fuera secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Miguel de la Madrid.
En la explicación de los cambios que ha experimentado y seguirá experimentando la diplomacia mexicana, Fox dio la ''bienvenida'' a las críticas que ha recibido por su nueva estrategia internacional, ''en la medida en que nos ayuden a fortalecer la presencia de México en el exterior''.
Y luego explicó el origen de los cambios: ''Al asumir el gobierno encontramos, como ocurre en todo proceso de alternancia después de un largo monopolio del poder, un legado complejo de avances y rezagos, así como un reto difícil de continuidad y cambio. En materia de política exterior, la diplomacia practicada durante los 70 años de gobierno unipartidista merece un juicio matizado (pues) a pesar de las pretensiones de que existía una doctrina inalterable, que el antiguo régimen quiso asegurar al punto de plasmar en nuestra Constitución los principios de Naciones Unidas, su diplomacia conoció rupturas''.
Explicó: hubo ''profundas diferencias'' en la actividad de gobiernos anteriores; si no, pidió, ''compárense las políticas de los presidentes Luis Echeverría y Carlos Salinas de Gortari, o la de José López Portillo con la de Ernesto Zedillo''.
En todos los casos hubo ''periodos de pasividad, pero a la vez momentos activos y brillantes, como el mantenimiento de las relaciones diplomáticas con la República de España, el rechazo al aislamiento de Cuba, la ruptura de las relaciones con el régimen de Augusto Pinochet, en Chile, y la condena al apartheid en Sudáfrica. De igual forma, se dieron gestos vanguardistas, como el papel jugado en el conflicto de El Salvador'', reconoció
Pero aquí es donde entra el matiz, pues según Fox, todos esos esfuerzos ''fueron paulatinamente paralizándose'' como resultado de la incapacidad de ese régimen priísta para reconocer que el mundo había cambiado. Además, el ''deshielo bipolar le fue adverso, en la medida en que las nuevas prioridades de la agenda internacional se centraban precisamente en los flancos débiles de la falta de democracia, transparencia y derechos humanos'' en México.
Lo anterior -abundó- llevó a la cerrazón y a la pérdida de liderazgo, en tanto que la ruta escogida en este nuevo contexto internacional, basado en la construcción de un andamiaje de acuerdos de libre comercio, amplió las relaciones de México, ''pero hizo aún más evidentes las limitaciones de la democracia y el estado de derecho en el país''.
Entonces, ahora, si bien tenemos claro lo que hay que conservar, también habrá que ''desechar'' lo que ha dañado la política exterior y empezar a construir las bases de nuestro futuro. ''La política exterior de México debe seguir protegiendo los intereses medulares de la nación: su seguridad nacional; la preservación de su capacidad de maniobra internacional; la estabilidad y la cooperación internacionales; el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, conforme a las necesidades y prioridades del país; el impulso al desarrollo nacional integral, sostenido y sustentable, y la capacidad soberana para asumir sin cortapisas decisiones en beneficio de estos intereses''.
Poder suave
Para conducir con éxito el cumplimiento de esos valores propuso aprovechar los instrumentos diplomáticos tradicionales, pero reforzarlos con ''aquellos atributos de lo que hoy se denomina poder suave y con los que cuenta nuestro país como resultado del cambio democrático''.
Y en ellos radica la fuerza de los dos ejes mencionados, que regirán el rumbo de la participación de México en el concierto internacional, toda vez que ''en años recientes se ha venido desarrollando un nuevo sistema internacional orientado hacia el establecimiento de normas y principios de jurisdicción universal, por encima de la soberanía nacional, en ámbitos de la llamada nueva agenda, como los derechos humanos y la democracia, las cuestiones de género y discriminación, la protección del medio ambiente y el combate al crimen organizado, el terrorismo y la corrupción''.
México ''siempre ha luchado por un sistema internacional basado en el derecho y en sus reglas y normas, y lo que hoy ha cambiado es la naturaleza de estas últimas, no el interés del país por un orden internacional codificado''.
Puntualizó: ''Es precisamente en la codificación de esta nueva agenda global en la que México puede y debe incidir, porque la construcción de nuevas reglas de convivencia internacional habrá de continuar, ya sea con nuestra participación o sin ella, y no tengo la menor duda de que a México le conviene desempeñar un papel activo en su definición, tanto por su posición como país puente entre culturas y regiones, como por su tradición diplomática y por la legitimidad democrática del gobierno actual''.
En cuanto al ''segundo eje'', orientado a fortalecer las relaciones con Estados Unidos y Canadá, explicó que esto se debe a la necesidad de atender a los millones de migrantes mexicanos en esos países y a la conveniencia de ampliar el Tratado de Libre Comercio hacia una comunidad económica de Norteamérica que beneficie el desarrollo de nuestra nación.