La
Jornada Semanal,
12 de mayo del 2002
375
Susana Zaragoza Huerta
Busca
en todas las cosas un alma y un sentido oculto; no te ciñas a la
apariencia vana.
Enrique González Martínez
La segunda razón es la necesidad de compartir puntos de vista sobre esta peculiar antología. A propósito de este verbo democrático, compartir, en cuyo seno siempre están presentes los otros o la otredad, es que "La historia de los otros" del Subcomandante Marcos cobra especial significado. El tema del relato me permite plantear el valor más importante del libro: la multiplicidad de interpretaciones que en cada relato puede tener cada quien, siendo lectores distintos. Tienen toda la razón aquellos que piensen que esta cualidad de hecho determina no sólo las diferencias en las lecturas, sino nuestra relación con los otros y el mundo. Es cierto. Sin embargo, insisto en este valor porque los textos que componen esta antología lo que hacen es potenciarlo o multiplicarlo. Además, esta particularidad mucho depende de tres rasgos comunes entre los relatos: son ultracortos, híbridos y lúdicos. Las particularidades arriba mencionadas son el ingrediente estético que hace original a esta antología. La extensión más frecuente de los relatos va de dos a tres cuartillas, en ellos se rompe con la división formal de géneros para dar origen a relatos donde conviven dos o más formas literarias, y, por último, el ludismo lo podemos percibir por el marcado tono irónico sobre los temas o el remedo subido de tono de alguna estructura formal en el tratamiento de un asunto serio, como sucede en "Una carta muy íntima" de Lazlo Moussong. Antología de relatos mexicanos posmodernos puede analizarse al menos bajo dos enfoques: como lectora y como maestra. La división obedece a estos dos roles que mutuamente se influyen cuando me topo con un libro que me gusta y que me parece puedo compartir con mis alumnos. Inicio por el lado menos cerebral y más inclinado al simple y llano gusto de leer por el placer de leer. Lo que más llama la atención de este libro es su diversidad temática. Algunos relatos (que no cuentos) rayan en apariencia en el absurdo; no obstante, su sentido está en el enfoque poco ordinario con que es abordado el tema. Recuerdo para el caso "La cuerda", de Fabio Morábito, o "El camaleón que finalmente no sabía de qué color ponerse", de Augusto Monterroso. Una lectura literal de estos textos implica una pérdida de tiempo y una actividad poco divertida, pues en realidad el sentido está oculto y sólo se puede encontrar si, y sólo si, contemplamos a los textos como una analogía de la realidad que nos circunda. Una cuerda, esa cosa tosca que utilizamos para colgar la ropa recién lavada o que nos sirve para improvisar un columpio, no es vista por Morábito como tal. La contempla como una serie de metáforas, de usos y significados opuestos. La cuerda es vista como la vida y su sucesión de etapas o como el hombre que se debate entre la aceptación y el rechazo de lo que es. El camaleón y su capacidad para cambiar de color a Monterroso le sirve como pretexto para dibujar con mucho humor el carácter voluble de los políticos, pero no se queda ahí. La mordacidad con que recrea su retrato alcanza a aquellos personajes que no faltan, "las moscas que siempre están alrededor de la miel": los que para ganarse el favor del político caen en el juego del camaleón, cambian de color según su conveniencia. En cuanto al lado racional y didáctico de la lectura, revisando con calma me pareció útil por su enfoque nada ortodoxo sobre los temas cotidianos y por los temas en sí mismos: pensar en cómo pensamos a cada momento y que para conseguir lo que se quiere hay que pensar como pensaría el interpelado; el baile como arte hace algunas décadas y su reducción a actividad alevosa en nuestros días; el impacto de los detalles en la valoración de una obra en donde un detalle minúsculo se convierte en el detalle y contamina tu apreciación, etcétera, me permitiría romper con las visiones acartonadas de mis alumnos sobre asuntos de varia lección. La predicción se cumplió. Todos los alumnos en las primeras lecturas mostraron cierta frustración por no haber entendido los textos. Tengo que confesarlo: fui feliz. Pero no me quedé ahí, les propuse que practicaran la lectura analógica y fue entonces cuando de forma más intensa fui feliz: cada relato, al compartirlo en clase, desembocó en una variedad de interpretaciones y en la satisfacción de cada alumno al haber superado el reto de la comprensión de los textos. No quiero agraviar la inteligencia de mis alumnos y por eso cabe una aclaración: es más fácil romper esquemas de pensamiento en un lector adolescente que en un lector adulto (porque los hay, pocos pero los hay). Lamento ofender a los que ya dejaron (dejamos) esa feliz etapa, pero es la verdad. Por eso el libro me pareció oportuno; su propuesta es fresca, antirretórica, genuina, sin falsas pretensiones, igual que los adolescentes. Cada relato es el trozo de una visión elaborada sobre la vida puesta en papel de manera simple, y tal hallazgo lo debemos a su antologador y prologuista, Lauro Zavala. En definitiva, puedo enumerar antologías cuyo punto de arranque me han seducido de un año para acá. Recuerdo, por ejemplo, una antología del cuento triste; una antología poética organizada en función del amor como tema y cuyos poetas comienzan a crear una nueva corriente literaria; otra antología en donde a través de un poema quizá no el más conocido elegido por el poeta, éste expone su arte poética y la circunstancia vital en que lo escribió. Por supuesto, son libros valiosos para mí; sin embargo, esta antología es más importante que las otras porque la he podido compartir con mis alumnos. De la coincidencia en el aula recuerdo los rostros de satisfacción ante la metáfora revelada; esa parte de su historia como lectores forma parte de mi historia como lectora. Por ese motivo festejo que Lauro Zavala, el antologador mexicano del cuento ultracorto o mínimo, comparta con nosotros sus obras preferidas. Sus Relatos vertiginosos y sus Relatos mexicanos posmodernos han propiciado coincidencias afortunadas. Su gusto como lector y conocedor de estas historias lo convierten en el iniciadorde otras historias personales
N O V E L A No es otra tonta novela fast food Gabriela Valenzuela Navarrete
Sin embargo, este posible mayor defecto también puede ser considerado su mejor virtud: vista desde otro enfoque, la novela se convierte en un análisis pormenorizado del estilo de vida norteamericano en una ciudad prototipo como Los Angeles, y de las dificultades de una mujer que busca una relación de pareja estable en un medio en el que lo único que se necesita para ser considerado "profundo" "es comprar, y no necesariamente leer, el New York Times los domingos". Cigarette girl es lo que los críticos de hoy podrían considerar una novela del fast food, con personajes totalmente cotidianos, arquetípicos y extraídos del entorno californiano más conocido. Y junto con los personajes ordinarios, se abordan cuestiones que hoy preocupan principalmente a las mujeres de una cierta edad: el matrimonio, la maternidad, el sexo. "Nunca pensé que sería la clase de mujer que va en busca de un tío", dice Elizabeth West, una guionista (al igual que la propia Carol Wolper) distinta al común denominador de la Meca del cine, que ha desarrollado una teoría con la cual explica la enajenación mental transitoria de las mujeres entre veintiocho y treinta y cinco años por formar una familia. Antes de los veintiocho, podía salir con cualquier tipo de hombre; una vez llegada a "la zona", Elizabeth empieza el rastreo de un candidato viable... que por lo regular no corresponde a los tipos malos de Hollywood por los que siente una atracción casi patológica. Más que un relato de acción, Wolper hace aquí un retrato de la parte psicológica de sus personajes, dividida principalmente en dos vertientes: la individual, con sus sentimientos, motivaciones y vivencias, y la social, sobre todo en lo que se refiere a lo económico, lo familiar y lo ideológico, aunque algunas de las filosofías personales sean, por ejemplo, "que una buena tanga y un buen par de zapatos de tacón de aguja hacen más por tu autoestima que una década de terapia". Es ese examen psicológico lo que tiene más peso en la novela que, por señalar algo, los recursos estilísticos o narrativos. La progresión de las acciones es lógica y lineal; la presentación de los personajes es directa y la narrativa tiene algo de cinematográfica: cada final de capítulo equivaldría, transformado en un guión, a un "corte a". Resulta curioso, aunque no innovador, que los puntos más altos de algunas "secuencias" estén redactados precisamente en formato de guión, casi como si West hubiera escrito los diálogos y dado las indicaciones. Cigarette girl bien podría tener otro título: No es otra tonta chica americana, haciendo referencia a la reciente ganadora del Oscar. Entre las Barbies y las mujeres que se cuelgan del brazo de algún famoso, siempre hay por ahí alguna que se sale de la clasificación, alguna capaz de reconocer que su ansioso deambular con un celular encendido en la mano "se había convertido en una versión actualizada de Esperando a Godot"
La música oculta Iván Cruz Osorio
Para
Ana
La poesía
es un acto ordenado por poderes obscuros.
La poesía es música antes que la música... A las sílabas no les gusta pensar; les encanta estar, entremetidas, jugando a vivir. Jaime Augusto Shelley Al atardecer, cuando los niños, cansados de sus juegos, comienzan a dulcificar las voces y el aire huele a pan recién horneado; las horas ésas cuando la abuela camina, despacio, hacia el sillón, para encender la radio y afuera los pájaros inician su decir las buenas noches. Esas tardes, esas tardes que guardo en la memoria.El poeta comienza con un aullido y el desarrollo es hacia la música y finalmente hacia las palabras, palabras que sugieren música, palabras con un ritmo que conservan un rasgo perfecto de la impresión emotiva, de la emoción originaria. Para hacer más tangible el vínculo con la música (si no es ya visible de por sí), el poeta utiliza como título principal de cada uno de los poemas de este libro los nombres de las formas musicales más clásicas de Occidente, como suite, divertimento, pasacalle, sonata, vals lento, coda, aria, entre otras. A estos nombres que le dan a priori una propia personalidad musical a los poemas, Shelley agrega un segundo apelativo, mismo que les da el perfil de lo que se cuenta. Y el rango de lo que se canta contando en este poemario es muy variado, va desde ritmos sarcásticos hasta lo sórdido, pasando por momentos chuscos, divertidos, insólitos, apasionados, críticos e irónicos. Los poemas de Shelley nos dan buena información para determinar qué tipo de criatura es el hombre; estos poemas ahondan en conocimientos y conceptos de lo que el hombre es, y aportan datos psicológicos y sociales del ser humano. Vicente Huidobro decía que lo que debe hacer el poeta, es hacer una cosa que no sea ni imitación ni exageración de la realidad. En este caso, Jaime Augusto prueba estar en ese punto medio, desde el cual mira con objetividad los sucesos que lo circundan. Una característica importante dentro de la crítica que realiza Shelley en sus poemas, es la sátira, la cual de forma primordial nos recuerda que ciertas cosas no valen la pena, y nos lleva a pensar en el tiempo perdido que hemos ocupado en ellas: Si me lo permite: Sr. MinistroCon su vocabulario sencillo, sus palabras comunes, Jaime Augusto Shelley se adscribe a una actitud poética que revela, que rompe, que transcribe fielmente las vibraciones de un alma que responde a los llamamientos de la vida terrestre. Según sus propias palabras, el autor odia el conformismo, enfrenta la mediocridad y destierra la autocomplacencia; enfrenta, pues, los grandes males del México de los tiempo actuales, desde su trinchera, desde su sagaz pensamiento e intrépida pluma, para agregar crítica y verdad a una sociedad que empieza a envejecer con los mismos vicios del pasado, no sin antes contaminar a las nuevas generaciones. En la sociedad del futuro C U E N T O Salpicados de agua y sal Jorge Moch
Nacido en la costa de Asturias, en el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón, que además de turrones exporta avezados marineros y agrupa escritores, Cuentos del mar recoge el fruto marino de algunas de las más feraces y feroces plumas de la narrativa contemporánea: nueve autores y nueve cuentos que se vinculan a la naturaleza del hombre y su relación unívoca, movediza y permutable con el mar para escarbar hondo en algunos de los rasgos más jocosos y también más repulsivos de nuestra voluble naturaleza, porque sin ser propiamente una recopilación de cuento negro, Cuentos del mar es capitaneado a ratos por sus autores hacia radas ciertamente oscuras. Cuentos del mar endereza una buena colección, representativa de esa singularidad que nos hermana a los hispanohablantes: México, Argentina, Perú, Uruguay, España y Chile sorprende un poco, sin embargo, la ausencia de escritores cubanos, que algo han de querer contar con tanta mar que les circunda representados por Antonio Sarabia, Mempo Giardinelli, Alfredo Pita, Mario Delgado Aparaín, Rosa Montero, José Manuel Fajardo, Hernán Rivera Letelier, Ramón Díaz Eterovic y Luis Sepúlveda. Cada cuento es a su manera característico
no sólo del estilo narrativo de su autor, sino de su antecedente
cultural y hasta biográfico. Habiéndoles leído, puede
uno tal vez darse el lujo indecente de preferir alguno sobre los demás
FICHERO LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION Wilt soy yo. Conversaciones con Tom Sharpe, Llátzer Moix, Col. Crónicas 51, Editorial Anagrama, Barcelona, España, 2002, 266 pp. EDUCACIÓN
ENSAYO
ENSAYO
(SOCIOLÓGICO)
HISTORIA
NARRATIVA
PERIODISMO
POESÍA
REVISTA
|