Ofrece un concierto dentro del 24 foro internacional
Manuel Enríquez
Asume Moritz Eggert que lo banal y lo profundo deben
tener cabida en la música
El arte sonoro de hoy y de siempre puede transformar
el mundo, opina el compositor
ANGEL VARGAS
La música de hoy no es ni más ni menos revolucionaria
que la del pasado, y si bien en términos políticos no tiene
influencia, sí puede modificar el pensamiento y contribuir a transformar
el mundo, sostiene Moritz Eggert, uno de los compositores más influyentes
de la nueva generación alemana.
El también pianista se encuentra en México
para participar hoy, en su doble faceta de autor e intérprete, en
el quinto programa del 24 Foro Internacional de Música Nueva Manuel
Enríquez, que tendrá lugar a las 18 horas en la sala Manuel
M. Ponce del Palacio de Bellas y que está dedicado de manera íntegra
al arte sonoro alemán.
El concierto incluye también obras de Wolfgang
Rhim, quizá el más reconocido y prolífico autor de
esa nacionalidad de nuestros días; Wilheim Killmayer, a quien se
le ve con frecuencia como una especie de excéntrico; Claus Kuehnl,
quien, como Rhim, pertenece a la generación ''media"; y Ernst Bechert,
que a menudo trabaja en los campos de la música para teatro y danza,
y su obra, por tanto, presta gran atención al ritmo.
Humorismo y desparpajo de Mozart
Nacido hace 36 años en Heidelberg, Moritz Eggert
se asume como un caso sui generis en el ámbito de la composición
musical alemana: ''Soy visto algo así como un fenómeno".
Ello se debe a que varias de sus obras están cargadas de un alto
contenido de humor, explica, lo cual contrasta con la sobriedad y solemnidad
de la cultura de su país.
''Ese es uno de los grandes problemas de la música
contemporánea alemana, que se piensa demasiado. Creo que sería
conveniente dejar aflorar un poco más las vísceras. De pronto,
tengo problemas por lo absurdo y el sentido humorístico de mi trabajo",
abunda.
''Estoy interesado en la vida y ésta tiene muchas
aristas, una gama muy amplia desde lo banal hasta lo sumamente profundo.
Estoy convencido de que todo debe tener espacio en la música y por
eso considero que sería un pecado excluir lo banal, ya que es también
parte de la realidad humana, de lo que somos. Uno de mis ideales en ese
tenor es Mozart, quien tiene mucho humorismo en su música, incluso
desparpajo."
Entrevistado, el pianista subraya que ''es muy importante
que la música del presente no sea vista como una personalidad histórica,
es decir, estoy en contra del cliché de ser un autor incomprendido
en mi tiempo, de creer que las personas van a entender mis obras hasta
después de mi muerte.
''Soy de la idea de ser un artista de mi época,
de incidir en la actualidad. El presente está lleno de preguntas
y la responsabilidad del compositor consiste en reaccionar a ellas."
Por eso es que se manifiesta en contra de ''la arrogancia"
en la que ha ''caído" la música contemporánea, donde
muchas de las composiciones están destinadas sólo al aspecto
intelectual y exigen leer algo antes para poder entenderlas; ''esa es una
concepción sumamente elitista".
Agrega: ''Soy partidario de esa corriente de compositores
que buscan hacer música bella y más emocional. Algunos autores,
al querer cumplir ciertos compromisos, dejan de ser auténticos.
Cierto que busco también la intelectualidad, pero sin descuidar
el aspecto emotivo ni emocional, como lo hizo Beethoven, quien guardó
gran equilibrio.
''Lo más importante es poder comunicarme cuando
tengo la oportunidad de que mi música aparezca en conciertos. Felizmente
hay elementos que nunca se han conocido u oído, y lo que busco es
abordar algunos de ellos e introducir nuevas ideas, pero mediante un lenguaje
que todo mundo pueda entender. Mi objetivo es abrazar a los escuchas, invitarlos
a mi mundo y mis descubrimientos, y guiarlos por ellos."
Los lineamientos en mi quehacer, resume, parten de un
pensamiento de Platón: Quien piensa más profundamente
vive y ama más profundamente. ''Siempre busco ese balance entre
lo intelectual y la parte que intenta comunicarse con el corazón".
Eggert -quien ha explorado prácticamente todos
los géneros en su obra; su catálogo incluye cinco óperas
de gran formato, ballets, teatro musical y danza- señala que es
abismal la brecha entre los compositores de otras épocas y los de
ahora, debido a la acumulación de conocimientos y al desarrollo
de las manera de comunicarse. Sin embargo, lo que nunca se verá
alterado, concluye, es el talento y la intuición.