REPORTAJE
Autoridades, empresarios y público nada hacen
por difundirla: Serrano
México cuenta con toda una tradición
circense a la que se niega el estatus de arte
En el contexto de los encuentros culturales México-Quebec,
efectuados el pasado marzo, la presidenta del Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes (CNCA), Sara Bermúdez, reconoció el olvido
en que se tiene al arte circense. Sin embargo, hasta hoy esa instancia
no ha emprendido ningún proyecto concreto en la materia
ANASELLA ACOSTA NIETO
El circo recibe en México el trato de un género
menor a pesar de ser una actividad artística con posibilidades de
lograr un desarrollo similar al teatro, la danza o la música. Esto
ha derivado en la dispersión y atomización de esa comunidad,
la falta de reconocimiento al artista, la fuga de talentos hacia el extranjero,
la carencia de apoyo y fomento institucional, el anquilosamiento del espectáculo
y la inexistencia de escuelas que den cauce a la capacidad creativa de
propuestas novedosas.
A
diferencia de lo que ocurre con futbolistas o cantantes, en el país
se concede escasa importancia e interés al hecho de que artistas
mexicanos trabajen en las carpas de los circos más prestigiados
del mundo y que muchas veces tengan a su cargo el número estelar
del espectáculo.
Los acróbatas mexicanos durante el siglo XX fueron
reconocidos como los mejores del mundo y han obtenido numerosas distinciones
en competencias internacionales, más que en cualquier otra disciplina
cultural, artística, científica o deportiva, señala
el investigador Federico Serrano Díaz.
Al respecto, manifiesta que ''ni las autoridades culturales,
ni deportivas ni los propios empresarios -salvo contadas excepciones- y
menos aún el público han hecho algo para preservar, fomentar,
renovar y difundir este patrimonio (el arte circense), en contraste con
lo que ocurre en otros países, en los cuales el Ministerio de Cultura
otorga importantes sumas de dinero para apoyarlo".
En Quebec, el apoyo financiero del gobierno de Canadá
al circo y la existencia de escuelas como la Ecole Nationale de Cirque
y L'Ecole de Cirque de Verdun han propiciado la generación de un
movimiento que ha revolucionado el concepto de esa actividad artística
en el ámbito mundial al incoporar otras formas de las artes escénicas,
como la danza y la actuación.
Ejemplo de lo anterior es el Cirque du Soleil que mezcla
el arte acrobático, la pericia técnica y la inspiración
musical para destacar la belleza, la imaginación y la agilidad física
del ser humano.
Las escuelas del circo de Quebec se basan en la sensibilización,
enseñanza y desarrollo del arte circense como parte de una carrera
profesional, a partir de la concepción del circo como instrumento
pedagógico y de inserción social, y como vínculo con
la comunidad.
En Francia, el Ministerio de Cultura creó el Centro
Nacional de las Artes Circenses en 1987, destinado a la formación
de alto nivel de los jóvenes profesionales, a la investigación
y la creación en esta disciplina.
En el nuevo circo francés música y poesía
se conjugan con acrobacia para plantear la visión del mundo, la
violencia y la desesperanza de los barrios desamparados
Esta renovación de la tradición del arte
circense en Francia es resultado de las nuevas generaciones de jóvenes
artistas formados en escuelas como la de Annie Fratellini o la de Chalons-sur-Marne,
que persiguen la expresión artística por encima de la proeza
técnica.
El especialista francés Jean Vinet, jefe de estudios
de la escuela de Chalons, se refiere a las dos vertientes desarrolladas
por el circo en aquel país: ''La evolución del circo es semejante
a la de la danza, que ha desembocado en la distinción entre danza
clásica y contemporánea. El circo tradicional da prioridad
a la proeza técnica y a la pureza de la ejecución, mientras
que el nuevo circo hace hincapié en el desarrollo de la expresión
personal del artista y en conceder un sentido al espectáculo".
La presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes (CNCA), Sara Bermúdez, reconoció el olvido hacia esta
disciplina en el contexto de los encuentros culturales del pasado marzo
entre México y Quebec, provincia canadiense que se ha colocado a
la vanguardia en el desarrollo y el fomento del arte circense. Sin embargo,
hasta el momento el CNCA no ha emprendido ningún proyecto concreto
en la materia.
Algunos de los esfuerzos para impulsar la actividad circense
en el país serían la creación de una escuela nacional
de circo y la impartición de talleres con carácter social
que capten el talento de niños y jóvenes de la calle, como
ocurre en Brasil.
Serrano Díaz, coordinador de la mesa redonda de
arte circense que formó parte de los encuentros culturales entre
México y esa provincia canadiense, destaca la necesidad de fundar
una escuela nacional de artes del circo en México, que funja como
espacio de preservación y de vanguardia, de aprendizaje, experimentación
y vinculación entre las artes circenses y las demás formas
de expresión escénica más avanzadas.
Ignacio
Escárcega, director de la Escuela de Arte Teatral del Centro Nacional
de las Artes (CNA), considera que la fundación de una institución
educativa de circo en México abriría un territorio para la
vinculación con las disciplinas del teatro y la danza, no sólo
para la cuestión actoral, sino para la construcción del espectáculo
en su conjunto.
Escárcega, también participante en el encuentro
con la delegación de Quebec, considera que México podría
importar la relación entre formación (escuelas) y campo de
trabajo (empresas circenses) de esa provincia pero sólo eso, pues
la realidad cultural de nuestro país es muy distinta.
Al respecto, Serrano Díaz aboga porque se desarrolle
un programa de rescate de los actos acrobáticos que se ejecutaban
en las antiguas civilizaciones, pero ahora en novedosas puestas en pista,
lo que sería más digno para México ante el extranjero.
De acuerdo con el especialista, aunque no se dispone de
un censo confiable, se calcula que en el país operan más
de 600 circos grandes y pequeños, y más de 20 mil personas
trabajan de forma directa o indirecta en las diferentes áreas vinculadas
con esta actividad.
Las cifras anteriores ''demuestran la amplitud del fenómeno
circense en México y fundamentan la necesidad de que el arte del
circo sea preservado, estudiado, apoyado y difundido como parte de nuestro
patrimonio cultural", sostiene.
Entre la comunidad de artistas circenses la convicción
es generalizada: la importancia de impulsar la cultura del circo radica
en la necesidad de impulsar la cultura del asombro y de la imaginación,
cualidades que junto con el lenguaje son las manifestaciones más
altas del ser humano ante sí mismo.