Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 11 de mayo de 2002
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Cultura
REPORTAJE

Autoridades, empresarios y público nada hacen por difundirla: Serrano

México cuenta con toda una tradición circense a la que se niega el estatus de arte

En el contexto de los encuentros culturales México-Quebec, efectuados el pasado marzo, la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Sara Bermúdez, reconoció el olvido en que se tiene al arte circense. Sin embargo, hasta hoy esa instancia no ha emprendido ningún proyecto concreto en la materia

ANASELLA ACOSTA NIETO

El circo recibe en México el trato de un género menor a pesar de ser una actividad artística con posibilidades de lograr un desarrollo similar al teatro, la danza o la música. Esto ha derivado en la dispersión y atomización de esa comunidad, la falta de reconocimiento al artista, la fuga de talentos hacia el extranjero, la carencia de apoyo y fomento institucional, el anquilosamiento del espectáculo y la inexistencia de escuelas que den cauce a la capacidad creativa de propuestas novedosas.

A diferencia de lo que ocurre con futbolistas o cantantes, en el país se concede escasa importancia e interés al hecho de que artistas mexicanos trabajen en las carpas de los circos más prestigiados del mundo y que muchas veces tengan a su cargo el número estelar del espectáculo.

Los acróbatas mexicanos durante el siglo XX fueron reconocidos como los mejores del mundo y han obtenido numerosas distinciones en competencias internacionales, más que en cualquier otra disciplina cultural, artística, científica o deportiva, señala el investigador Federico Serrano Díaz.

Al respecto, manifiesta que ''ni las autoridades culturales, ni deportivas ni los propios empresarios -salvo contadas excepciones- y menos aún el público han hecho algo para preservar, fomentar, renovar y difundir este patrimonio (el arte circense), en contraste con lo que ocurre en otros países, en los cuales el Ministerio de Cultura otorga importantes sumas de dinero para apoyarlo".

En Quebec, el apoyo financiero del gobierno de Canadá al circo y la existencia de escuelas como la Ecole Nationale de Cirque y L'Ecole de Cirque de Verdun han propiciado la generación de un movimiento que ha revolucionado el concepto de esa actividad artística en el ámbito mundial al incoporar otras formas de las artes escénicas, como la danza y la actuación.

Ejemplo de lo anterior es el Cirque du Soleil que mezcla el arte acrobático, la pericia técnica y la inspiración musical para destacar la belleza, la imaginación y la agilidad física del ser humano.

Las escuelas del circo de Quebec se basan en la sensibilización, enseñanza y desarrollo del arte circense como parte de una carrera profesional, a partir de la concepción del circo como instrumento pedagógico y de inserción social, y como vínculo con la comunidad.

En Francia, el Ministerio de Cultura creó el Centro Nacional de las Artes Circenses en 1987, destinado a la formación de alto nivel de los jóvenes profesionales, a la investigación y la creación en esta disciplina.

En el nuevo circo francés música y poesía se conjugan con acrobacia para plantear la visión del mundo, la violencia y la desesperanza de los barrios desamparados

Esta renovación de la tradición del arte circense en Francia es resultado de las nuevas generaciones de jóvenes artistas formados en escuelas como la de Annie Fratellini o la de Chalons-sur-Marne, que persiguen la expresión artística por encima de la proeza técnica.

El especialista francés Jean Vinet, jefe de estudios de la escuela de Chalons, se refiere a las dos vertientes desarrolladas por el circo en aquel país: ''La evolución del circo es semejante a la de la danza, que ha desembocado en la distinción entre danza clásica y contemporánea. El circo tradicional da prioridad a la proeza técnica y a la pureza de la ejecución, mientras que el nuevo circo hace hincapié en el desarrollo de la expresión personal del artista y en conceder un sentido al espectáculo".

La presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Sara Bermúdez, reconoció el olvido hacia esta disciplina en el contexto de los encuentros culturales del pasado marzo entre México y Quebec, provincia canadiense que se ha colocado a la vanguardia en el desarrollo y el fomento del arte circense. Sin embargo, hasta el momento el CNCA no ha emprendido ningún proyecto concreto en la materia.

Algunos de los esfuerzos para impulsar la actividad circense en el país serían la creación de una escuela nacional de circo y la impartición de talleres con carácter social que capten el talento de niños y jóvenes de la calle, como ocurre en Brasil.

Serrano Díaz, coordinador de la mesa redonda de arte circense que formó parte de los encuentros culturales entre México y esa provincia canadiense, destaca la necesidad de fundar una escuela nacional de artes del circo en México, que funja como espacio de preservación y de vanguardia, de aprendizaje, experimentación y vinculación entre las artes circenses y las demás formas de expresión escénica más avanzadas.

Ignacio Escárcega, director de la Escuela de Arte Teatral del Centro Nacional de las Artes (CNA), considera que la fundación de una institución educativa de circo en México abriría un territorio para la vinculación con las disciplinas del teatro y la danza, no sólo para la cuestión actoral, sino para la construcción del espectáculo en su conjunto.

Escárcega, también participante en el encuentro con la delegación de Quebec, considera que México podría importar la relación entre formación (escuelas) y campo de trabajo (empresas circenses) de esa provincia pero sólo eso, pues la realidad cultural de nuestro país es muy distinta.

Al respecto, Serrano Díaz aboga porque se desarrolle un programa de rescate de los actos acrobáticos que se ejecutaban en las antiguas civilizaciones, pero ahora en novedosas puestas en pista, lo que sería más digno para México ante el extranjero.

De acuerdo con el especialista, aunque no se dispone de un censo confiable, se calcula que en el país operan más de 600 circos grandes y pequeños, y más de 20 mil personas trabajan de forma directa o indirecta en las diferentes áreas vinculadas con esta actividad.

Las cifras anteriores ''demuestran la amplitud del fenómeno circense en México y fundamentan la necesidad de que el arte del circo sea preservado, estudiado, apoyado y difundido como parte de nuestro patrimonio cultural", sostiene.

Entre la comunidad de artistas circenses la convicción es generalizada: la importancia de impulsar la cultura del circo radica en la necesidad de impulsar la cultura del asombro y de la imaginación, cualidades que junto con el lenguaje son las manifestaciones más altas del ser humano ante sí mismo.

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