Sus textos son golpes de liberación intelectual
en la época de una sociedad oscura
El teatro actual en Estados Unidos es sobre todo ''divertimento'',
deplora Miller
Las obras teatrales millerianas transformaron a la sociedad
de ese país
Fue de los pocos que durante la cacería de
brujas se enfrentaron al comité macartista
YANIRETH ISRADE
Las obras de Arthur Miller cambiaron a la sociedad estadunidense,
suelen expresar los críticos de su país, aserto que al dramaturgo
le resulta grato y en absoluto descabellado, si bien con el talante crítico
que lo distingue asevera que el teatro hoy en Estados Unidos es, sobre
todo, ''divertimento".
Es conocida la disputa entre los especialistas que, muy
en el estilo de aquel país pendiente de los récords, intentan
definir quién es el dramaturgo estadunidense más grande del
siglo XX: Miller, Tennessee Williams o Eugene O'Neill. El título
no parece importarle demasiado a Miller, quien conoció en los años
50 la persecución de los cazacomunistas en la era McCarthy por su
posición liberal y de izquierda.
Activista
político y social, Miller arremetió contra el masificador
antihumanismo estadunidense, se acercó al marxismo, luego lo criticó,
denunció la intervención de su país en Corea y Vietnam
y se opuso a la cacería de brujas del general Joseph McCarthy.
Víctima de la persecución emprendida por
el senador McCarthy, Miller sufrió las investigaciones y condenas
del Comité de Actividades Antiamericanas.
Fue uno de los pocos que mantuvieron silencio y se enfrentaron
a las acusaciones del comité, que le valieron diversas condenas.
Resultado de esta experiencia fue Las brujas de Salem (1953), considerada
una de las mejores obras del teatro estadunidense, en la que el autor describe
juicios por brujería que le sirvieron para denunciar las investigaciones
del Congreso. A ésta siguieron Recuerdo de dos lunes (1955)
y Después de la caída (1963), una de sus obras más
controvertidas, por su carácter autobiográfico.
El encomio a su obra provino de los grupos intelectuales
que celebrarían sus obras como golpes de liberación intelectual
en el oscuro paisaje de la sociedad estadunidense de la época.
Teatro autobiográfico
No obstante, el título de ''maestro indiscutible
del drama contemporáneo" ?como reconoció a Miller el jurado
del Príncipe de Asturias? lo consiguió en 1949 con La
muerte de un viajante, que obtuvo los premios Pulitzer de Teatro y
del Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York, y a menudo
se cita entre las mejores obras del teatro contemporáneo. En un
estilo casi poético, narra la trágica historia de un hombre
ordinario, muy parecido a su padre.
A partir de ese momento sus obras se empezaron a traducir
a numerosos idiomas, a ser representadas por los más importantes
actores y llevadas al cine por los directores de mayor prestigio.
Miller había vivido muchas de las situaciones que
luego llevó a escena. Experimentó en su propia familia el
ascenso hacia la prosperidad y el posterior hundimiento. Como fabricante
de ropa, su padre había acumulado un patrimonio que perdió
en la década de los 30.
El escritor se ganó la vida como camionero, obrero
de fábrica y redactor nocturno de un pequeño periódico,
ahorrando dinero para pagar sus estudios de literatura y dramaturgia en
la Universidad de Michigan.
En 1956 Arthur Miller contrajo matrimonio con la actriz
Marilyn Monroe, a la que siempre intentó ayudar y de la que dijo
que fue ''una poetisa callejera que había querido recitar sus versos
a una multitud ávida de arrancarle la ropa". Miller se divorció
de Marylin en 1961, un año antes de la muerte de la actriz, y en
1963 se casó con la fotógrafa de prensa Inge Morath, quien
falleció hace seis meses y con quien tuvo una hija; ella dio a conocer
a Miller España, país que fascinaba a la mítica fotógrafa
de la agencia Magnum. También escribió un libro sobre China
en 1979 y en 1987, a la edad de 72 años, publicó una larga
autobiografía Timebens.