Regresa el Ballet Kirov para escenificar El
Quijote y El lago de los cisnes
La forma pura de la danza clásica habita en
la parte interna del actor, asegura Vasiev
Interpretarán Las sílfides, obra
del coreógrafo Mikhail Fokine, en función de gala
Luego de la anterior visita, ''sentimos ahora más
responsabilidad'', señala el director
CARLOS PAUL
El Ballet Kirov del Teatro Mariinsky, encabezado por Makhar
Vasiev, agrupación considerada una de los más relevantes
en el ámbito internacional, regresa a México para presentar
El Quijote y El lago de los cisnes (versión completa),
en el Auditorio Nacional.
Con más de 150 ''actores", maestros, vestuaristas
y técnicos ofrecerá también una función de
gala, con música en vivo, en la que se interpretará Las
sílfides, obra del famoso coreógrafo Mikhail Fokine,
conocida en Rusia como Chopiniana.
Vasiev, su director, luego de comentar que existe la posibilidad
de firmar un contrato por una década para presentarse en México
cada año, ''como se hace en otros países", explica en entrevista
cuál es su visión de la danza clásica de cara al tercer
milenio y su concepto de técnica que aplica el Kirov.
Experiencia e historia
''La
forma pura de la danza clásica -expresa Vasiev- en realidad es algo
abstracto. Es en la parte interna del actor en la que se encuentra y es
por eso que no tengo dudas de que siempre se va a desarrollar. Incluso,
creo que se volverá más interesante, porque lo que consideramos
nuevo es muy poco, y eso (lo nuevo) se basa muchísimo en lo hecho
con anterioridad. En nuestro trabajo actual, utilizamos la experiencia
y la historia que nos da el Ballet Kirov, que cumplirá 220 años
en 2003."
Sin embargo, añade el creador escénico,
''muchas personas no saben tratar lo clásico, lo que es un problema
mundial muy grave y lo que nos hace ser, como agrupación, más
responsables. Nuestra historia nos obliga a serlo.
''Estoy seguro de que la danza clásica va ha existir
mientras exista la humanidad y que el interés por lo clásico
nunca va a disminuir."
Respecto de la técnica, explica el otrora primer
bailarín del agrupamiento de San Petersburgo, ''siempre se desarrolla
junto con los actores; yo digo actores y no bailarines. Es un trabajo cotidiano.
La técnica sólo cambia en el ámbito del subconsciente.
Allí revisamos que es lo que se hizo antes, lo que nos impulsa a
algo nuevo. Estoy seguro que lo técnico en el ballet se relaciona
de manera orgánica con la escuela y el repertorio. Por ejemplo,
El lago de los cisnes no supone una técnica fantástica,
pero en cada presentación, paso a paso, de manera automática
recibimos un impulso. ''Todos los ballets clásicos fueron puestos
en escena desde hace un siglo, pero durante ese lapso y cada año
hemos desarrollado algo nuevo, aunque tengamos un contexto muy definido
para todos los espectáculos. La paradoja es que ese contexto nos
da la libertad interna."
La importancia del talento
Vasiev, quien se asume ''bastante exigente, más
que rígido" y para quien lo ''más importante en este arte
es el talento'', sostiene que ''no existen los milagros, sino un plan de
trabajo con los actores, a quienes hay que tenerles confianza. Entre más
trabaja el actor en diferentes tramas, más interés tiene
por conocer lo clásico".
Este regreso a México, comentó, "nos obliga
a ser mejores", ya que la ocasión anterior -hace un año-,
aún es muy reciente, comparada con otros lugares a los que hemos
retornado luego de un lustro. ''Sentimos una gran responsabilidad.
''Sin embargo, creo que esta vez vamos a ver algo todavía
mucho mejor que en nuestra visita anterior.''
En esta ocasión el Ballet Kirov, entre cuyos solistas
destacan Sofia Gumerova, Andrian Fedeyev, Irina Golub, Yulia Makhalina,
Igor Kolb y Natalya Sologub, presentará tres funciones de El
Quijote, los días 8, 9 y 10 de mayo, mientras que El lago
de los cisnes se escenificará el sábado 11 y domingo
12.
La función de gala, programada el 14 de mayo, se
complementará con El pas de deux de Arlequinada, con música
de Ricardo Drigo y coreografía de Marius Petipa; El dúo
de Scherezada, con música de Nikolay Rimsky-Korsakov y coreografía
de Fokine; La bella durmiente, con música de Chaikovski y
coreografía de Petipa; El adagio de Espartaco, con música
de Aram Khachaturian y coreografía de Leonid Yakobson; y el Gran
pas de Don Quijote, con música de León Minkus y coreografía
de Alexander Gorsky.