lunes 6 de mayo de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Tauromaquia

Euforia sin sustento

n Alcalino

Tercermundismo taurino. En la apertura de la feria, todo lo previsto se cumplió. El calor asfixiante, el lleno a reventar, la presentación del ganado, las orejas y el rabo inexplicables pero aclamadísimos, el jugueteo con las masas del experimentado showman regiomontano... Se cumplió lo previsto, pero hubo más, no menos lamentable. La banda de música, por ejemplo, nunca llegó; la suplió un mariachi contratado de emergencia, que llegó tarde e hizo lo que pudo, amplificadas sus notas con ayuda del mismo micrófono por el que el señor juez ordenara cambios de tercio verbales hasta poco antes, provocando cuchufletas sonoras. El tiro de arrastre, por su parte, daba muestras de la mayor descoordinación, todo coces y encabritamientos mientras uno de los arreadores hacía leña de su otate contra las ancas de una malmandada mula torda. Y a cambio de la escasa oportunidad que brindó un manso de lo más pacífico a la juvenil caballista Mónica Serrano, entre los banderilleros andaba desatada la manía de rejonear a pie con el mayor cinismo. Cuando uno de los palos voló peligrosamente en dirección de las barreras de sombra, surgió entre ellas una mano y la atrapó al vuelo, hazaña circense que, desde luego, suscitaría encendidas aclamaciones. A todo esto, el estacionamiento aumentó tarifa y los cuidacoches callejeros, no queriendo ser menos, privatizaron la vía pública sin pasar por cámaras. Era su desinteresado aporte a la Globalización, muy acorde con el detalle de los torileros de usar la libra inglesa para adecentar el peso de reses de reducido kilaje.
La cruel verdad. Lo demás fue lo de menos. Joven pero avisada, Mónica empezó por autorrecentarse una pachanguera vuelta al ruedo que la compensó de una actuación llena de sinsabores: un rejón, media docena de banderillas puestas una a una y el de muerte, tal fue la lluvia de palos arponados sobre la piel de "Triunfador", ninguno en las proximidades del hoyo de las agujas. Ya encarrerado, Eloy manteó descompuesto a "Notable" -sería por lo debilucho-, le arreó un sartenazo mortal al hilo de las tablas y, muy orondo, paseó su primera oreja de la jornada. En plan de superación, El Zotoluco le cortaría dos -nada serias- a un noble y repetidor "Adorado" con el que tardó en acoplarse, pero no en demostrar lo bien aprendido que se traía le número de los rodillazos y desplantes exhibido previamente por Eloy, con lo que más que componer descompuso su templada segunda parte de faena. La réplica del reinero fue contundente, aunque tuviera que apoyarse también en los dislates del juez de plaza: dos orejas y rabo en premio a vertiginoso trasteo realizado con "Princesito" -que no "Principito", según dictaría el castellano- despropósito sólo equiparable a la increíble vuelta al ruedo ordenada para los despojos de aquél manso dócil y repetidor, que en el tercio de varas había salido de estampida deshaciendo la reunión nada menos que en cinco ocasiones. La culminación de la mojiganga estuvo a cargo del cuarteto de diligentes monosabios que terminaron paseando en hombros al "máximo triunfador" a los acordes de Las Golondrinas (sólo si la despedida de Eloy va en serio habrá valido la pena soportar tan triste mascarada). Antes, El Zotoluco había tenido el buen detalle de mandar callar al desafinado marichi cuando éste irrumpió con sentidos cánticos en mitad de su segunda faena, en la que por cierto no exhibió Eulalio ningún deseo de arriesgar ante el geniecillo de un animal que chico y todo lo trajo a mal traer. En cambio, nada hubo rescatable en la actuación de un crispado José Luis Angelino, que salió a aviso por utrero y se dio el lujo de desperdiciar al diminuto y suavote tercero.
La de ayer, mañana. Busque usted en su Jornada de mañana la crónica de lo sucedido en el segundo festejo, que sin duda prometía mejores cosas.