lunes 6 de mayo de 2002 |
Semanálisis De la Champions a la Liber n Horacio Reiba |
Antes de que el
Mundial se ponga en marcha -Seúl, mayo 31-, la Champions
League, y la Libertadores de América tendrán campeón.
Que los europeos les resta tan sólo la final plantea una
primera diferencia entre la buena organización de sus
torneos y el caos habitual de América Latina, que obliga
a equipos y aficiones a un sobre esfuerzo del que sale
irremediablemente dañado el propio futbol. Ver un
partido de la Champions deja, además, un sabor bien
diferente al que produce un choque cualquiera de la
Liber, empezando por el entorno -festivo, multitudinario,
con la tensión y la pasión a flor de piel allá; en
estadios medio despoblados y sobre canchas descoloridas e
irregulares si nos trasladamos a la histórica justa
sudamericana-. Pero la verdadera diferencia compete al
juego y su dinámica, pues sin desmedro de la proverbial
sensibilidad del latino hacia la pelota, es difícil ver
jugadores quietos en pantalla, al contrario de lo que
sucede en Sudamérica, donde el que da el pase casi
siempre se concreta a mirar, y las opciones que tiene el
que transporta la pelota muchas veces no pasan de dos, lo
que hace bastante más lenta la progresión de las
jugadas, con abundancia de caracoleos y fintas donde la
habilidad -o lo que va quedando de ella- intenta suplir
la ausencia de trabajo asociado en los equipos y de fondo
físico en los futbolistas. Si hubo un tiempo en que los
grandes clubes sudamericanos eran casi siempre favoritos
para la Intercontinental, ese tiempo ya pasó, y hoy
día, el industrializado futbol europeo se encuentra
muchos palmos arriba -en organización, dinero y
desarrollo- que la vieja escuela del túnel, la rabona y
la cola de vaca de donde, paradojas del destino, siguen
importando sin embargo figuras de relumbrón para sus
multimillonarios clubes. El descuido en lo físico y en
lo colectivo de que hoy adolece el futbol de Cono Sur y
la constante exportación de sus mejores valores ha hecho
que incluso nuestros equipos parezcan en comparación
superiores, MadridLeverkusen. La final de la Champions -a disputarse en el Hampden Park de Glasgow el miércoles 15- tiene ya un favorito clavado en el Real Madrid, listo para conquistar su novena Copa de Campeones. Su rival más temible ha sido un Bayern Munich a la baja que, sin embargo, vendió cara la derrota (2-1 y 0-2, en cuartos), pues Barcelona fue un adversario empeñoso pero sin mordiente -no jugó Rivaldo, lesionado-, incapaz de recuperarse del golpe de la derrota en casa (0-2, 1-1). Bayern Leverkusen aparece como el caballo negro con el que nadie contaba, y la falta de costumbre se le notó ya en su propio campo la noche en que eliminaron al Manchester, cuando, a pocos minutos de la meta, entraron en pánico y se dejaron apabullar por el empuje de unos Rojos alejados de sus mejores días pero poseídos de la furia elemental que define a los grandes. No les sirvió para ganar, pero sí para exhibir los puntos débiles de un cuadro de muy buen ver, más amigo del medio campo y el toque de lo que suelen ser los equipos alemanes y con jugadores de tanta valía como el central brasileño Lucio, el lateral argentino Placente, el temible extremo Ze Roberto, el delantero croata Basturk, y sobre todo Ballack, medioapunta y goleador del equipo, y con toda seguridad el germano más en forma de cara al mundial. La Liber. Los absurdos tiempos de la liguilla -emblema de la codicia de nuestros directivos- tiene metidos en problemas de calendario a Morelia y América, de cuyo duelo saldrá de todos modos un semifinalista mexicano por tercer año consecutivo. Pero los verdaderos candidatos, dicen allá abajo, se llaman como siempre Boca, Peñarol o Gremio, que fulminó en octavos al River Plate. Veremos y diremos. |