lunes 6 de mayo de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Del hecho al dicho

¿Qué debemos pensar?

n Manuel de Santiago

La Jornada, en su edición nacional, ha tratado en los últimos días el asunto de la lana -convertida en dólares gringos- que algunos mexicanos han depositado en el extranjero para protegerla de alguna devaluación.
¿Estos paisanos, ricardos, tendrán información privilegiada o sólo son desconfiados? ¿Habría forma de saber si alguno de los funcionarios-empresarios del gobierno actual ha tomado esta medida para cuidar su dinerito? ¿Tendremos la garantía de que los "patriotas" que alaba Bush se habrán empinado por México y con ello lograrán evitar que nos dejen morir solos como a los argentinos? Como se puede ver, hay muchas incógnitas para nosotros, los mexicanos comunes, los ciudadanos que no tenemos dinero que enviar al extranjero y que vivimos al día, por no decir con el retraso de varios días.
¿Quién nos informa? ¿En quién confiamos? Si usted sabe la respuesta, hágamelo saber, no hay que ser.
Pa' lo malo sí se nos toma en cuenta. Que si los Fobaproas, ahí estamos los mexicanos para "apechugar". Que si hay que ajustarse el cinturón, ahí estamos los güeyes de siempre. Que si se trata de ahorrarles impuestos a los banqueros en algunas de sus operaciones, nosotros debemos decir que sí, ¡pobrecitos! Que si hay que financiar los viajes del "preciso" para conseguir cosas para México, pues cómo no, faltaba más, que viajen para que hagan sus discursos bonitos. ¿Dónde están los beneficios pa' tu charro cantor? ¿En qué libro leemos la mayoría del paisanaje?
La lana, generada en México con el trabajo de muchos, sale... sale y sigue saliendo a los bancos extranjeros. Después llega una devaluación y los que estamos aquí tenemos que "amachinar", porque el mexicano de verdad nunca se raja o no le queda de otra. ¡órale! Sigamos esperando cien años más a nuestro político redentor que nos comprenda y nos saque del hoyo. Las "tepocatas", alimañas y víboras negras, ni sudan ni se acongojan, siguen ahí, protegidas por sus compadres de siempre, zurrándose de la risa, porque con la lana que han amasado la devaluación les... pela los dientes.