LETRA S
Mayo 2 de 2002

La fuerza del cariño

Antonio Medina

Martha tiene 36 años de edad y es madre de Lorena y Eduardo, de trece y cuatro años de edad. La manera en que adquirió el VIH, explica a Letra S, fue por contacto sexual. "Mi esposo se contagió con otra persona y sin saberlo me contagió a mí, lo que provocó que nuestro segundo bebé se contagiara durante el parto."

Un par de meses después de que nació Eduardo, el médico familiar le recomendó a Martha que se hiciera la prueba del VIH, pues veía en el recién nacido algunos síntomas que no son propios de un bebé. Después de dos semanas, Martha y su esposo recibieron la noticia de que ella y su hijo tenían VIH.

"No podíamos entender de lo que se trataba; para mí era algo imposible de creer. Mi esposo no soportaba la idea de que estuviera sucediendo esto y en más de una ocasión intentó suicidarse; yo también quería morir junto con mi hijo, pero entramos en razón cuando una gran amiga que es trabajadora social en el DIF nos hizo ver que la vida tenía que continuar y si no poníamos de nuestra parte todo podría complicarse y acabar mal. El amor --nos dijo-- era lo único que podía salvarnos para enfrentar la vida.

"Al principio sí fue muy difícil para ambos. Primero vino una etapa de desconcierto y negación que se acompañó de mucho dolor por la infidelidad, que hoy en día no me interesa aclarar. Después, nos preocupó mucho la salud de nuestro bebé. Pensamos que él moriría pronto, pero han pasado cuatro años y el niño está con muy buena salud.

"Mi esposo y yo estamos muy optimistas y llevamos una vida relativamente tranquila. Él regresó a su trabajo después de poco más de un año de ausencia, y yo me dedico a vender artículos de belleza y a maquillar novias y quinceañeras. Esos ingresos nos ayudan mucho para los estudios y gastos extras que el Seguro Social no cubre.

"Sin saber cómo, empezaron a acercarse personas de organizaciones civiles a brindarnos su apoyo. Pronto mi esposo y yo comenzamos a asistir a grupos de auto apoyo y de empoderamiento en donde hemos aprendido a vivir con VIH.

"En cuanto a mi hija Lorena, todo esto ha sido difícil para ella; primero porque nosotros mismos no podíamos explicarle lo que estaba sucediendo; después, porque toda la atención en cuidados estaba enfocada al niño y a mi esposo quien se puso mal de salud después de que nos enteramos. Hoy en día, Lorena, que ya entró a la secundaria, tiene muy claro que sus padres y su hermanito tienen una enfermedad crónica y no mortal.

De la sexualidad entre mi esposo y yo, puedo decir que al principio sí estuvo ausente, pero después de dos años la volvimos a experimentar y cada día que pasa la vivimos con mayor amor y mucha pasión.

"Quizá soy demasiado optimista, pero yo sí creo que pronto habrá una cura y quienes vivimos con VIH podremos seguir nuestra vida a lado de los nuestros. Por eso, hago un llamado al gobierno para que ponga de su parte y que todas las personas que vivimos con VIH tengamos todos nuestros tratamientos y, como mi esposo y yo, puedan seguir siendo productivas y esperando de la vida lo mismo que el resto de la ciudadanía."