LETRA S
Mayo 2 de 2002

Crónica Sero

Joaquín Hurtado

La transa se da más o menos así. No lo sabe pero usted es lo que algunos llaman paciente virgen, sólo porque jamás ha tomado nada contra su bicho. Viene y consulta a su médico del IMSS, ISSSTE o Coesida. Usted no lo sabe, pero muchos activistas se han fregado para que usted tenga al menos la posibilidad de que su médico le diga que lo suyo no es para que lo traiga tan nervioso, que no es para pensar en lo peor, que a Dios gracias hay excelentes medicamentos que lo van a controlar.

Bien. Usted toma la receta y va a farmacia. Usted no sabe que años atrás hombres y mujeres han gritado, levantado los puños, dado la cara para que en esa farmacia que no tiene ni paracetamol, esté al día en la canasta antiVIH que usted trae garrapateada en el papelito que le dio el frío doctor. Usted no lo sabe, pero ya se está surtiendo del famoso coctelito antiviral. Le dan las cajas, los frascos, las mágicas pócimas y usted firma un papelito descolorido. Se va bien contento.

Usted sabe que es difícil, imposible, salir ante mamá o papá o jefe o novia y decirles tengo eso. Pero no hay necesidad. Usted ya no tiene que andar a salto de mata, escondiéndose de los curiosos o de los morbosos que le hacen el fuchi por lo que padece. Dirá en casa: es medicamento contra la colitis. Punto. Bien por usted.

Lo que usted no sabe es que lo que está tomando quizás no le dé los resultados óptimos. Que no importa que usted tome por uno o dos años esas cápsulas con precisión cronométrica, como si ingiriera obleas. Usted no lo sabe, pero los medicamentos no eran los indicados para su situación particular. Usted lo va a saber cuando un amigo lo lleve a hacerse una carga viral y allí salga que la relación de CD4 es muy baja, mientras que la cantidad de virus en su sangre es alarmantemente alta. ¿Qué pasa? Va con su doctor y éste lo regresa a la ventanilla de farmacia con una combinación distinta de cápsulas, de una generación anterior en eficacia y potencia.

Lo que usted no sabe es que el doctor ni es especialista en esta área ni siquiera se ha tomado la molestia en capacitarse en el manejo de pacientes con VIH/sida. O a lo mejor sí sabe, pero el muy ruin comenzó mal su tratamiento. Le dio lo de vanguardia, creando resistencias anticipadas en un virus hábil y desenfrenado. Usted no lo sabe y por eso no se explica por qué esas fiebres, por qué los hongos, por qué la diarrea. Lo que pudo haber sido un padecimiento crónico, incurable pero indoloro, ahora lo tiene postrado en una agonía exprés.

Ahora se está sabiendo por qué sucede tal cosa: los laboratorios, las trasnacionales del sida, que son más voraces que su virus; ofrecen viajes, coches, obsequios a manos llenas a hospitales, médicos, instituciones, gobiernos, para que adquieran y prescriban sólo su línea de fármacos. La más costosa, por supuesto. Sin importarles la condición de cada individuo, los efectos, las terribles consecuencias de saltarse los escalones de un manejo regulado, gradual, individualizado, honesto, profesional.

Eso, que ahora usted ya sabe, es no tener madre.