En la iglesia
católica también se roba
Llevado y traído
ha sido el tema de los curas pederastas. Un
asunto añejo que la iglesia católica negó con
vehemencia por años pero que, ante las pruebas
proporcionadas por víctimas y abogados, ha
tenido que aceptar, ofrecer disculpas -que no
sirven para nada, en vista del daño inferido- y
mostrar disposición a que los violadores con
sotana sean juzgados por las leyes de los
hombres.
Que la pederastia de algunos miembros de la
iglesia católica sea tratada abiertamente hoy
resulta sano para la vida pública. Los líderes
religiosos, cuya influencia es muy grande en un
amplio sector de nuestra sociedad, eran antes
considerados casi santos y por lo tanto exentados
de cualquier tipo de cuestionamiento. Actualmente
también son sujetos de escrutinio y precisamente
lo que se trata de confirmar es el apego que
tienen a la moral que pregonan, pues sólo
cumpliéndola pueden ser sujetos de crédito.
Los tonsurados son antes que todo hombres de
carne y hueso, susceptibles como cualquiera de
convertirse en seres de bien o de seguir el mal.
Sin embargo, su investidura los obliga a un
comportamiento social ejemplar, cosa que no
siempre se cumple.
En Puebla ha habido muestras de toda la viña del
Señor: Desde sacerdotes comprometidos con causas
justas y concretas, como quienes profesan la
Teología de la Liberación, hasta verdaderos
sátrapas que han aprovechado su condición para
beneficio propio, aun en detrimento de la grey a
la que dicen servir y guiar.
Como este espacio es de naturaleza vil, sólo
hablaremos de lo peor que hemos conocido en el
tópico que hoy nos ocupa. Está por ejemplo el
caso de Francisco Fuentes, quien fuera párroco
de Tlaxcalancingo y supuestamente intentó un
exorcismo que concluyó en las quemaduras
inferidas a una creyente de ese municipio, la
misma que lo acusó de intento de violación. Al
final, la
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denuncia por el pretendido abuso
sexual no prosperó ante la ausencia de pruebas,
aunque las lesiones sí fueron confirmadas, pero
la agraviada concedió el perdón a su agresor.
Sin embargo, el comportamiento de la jerarquía
católica local, que está representada por
Monseñor Rosendo Huesca y Pacheco, mantuvo
durante toda la polémica un comportamiento que
puede ser calificado como tibieza disfrazada de
imparcialidad. En Puebla también
pecamos
En estos días
resurgirá otro escándalo en el que está
involucrada buena parte de los grandes señores
de la iglesia católica a nivel nacional,
incluidos los de la Arquidiócesis de Puebla. Se
trata del fraude millonario perpetrado a cientos
de fieles a nivel nacional que compraron boletos
y estancias para el Jubileo 2000 celebrado en El
Vaticano y que no recibieron nada de lo
prometido.
El Jubileo fue otro gran negocio de la Iglesia de
San Pedro. El principal producto ofrecido fueron
los indultos para todos aquellos que acudieran a
Roma a la celebración, aunque también hubo otro
tipo de souvenirs, como esos curiosos frasquitos
de cristal que contienen "verdadera tierra
de Tierra Santa".
Muchos clérigos mexicanos de baja y alta
alcurnia promovieron ampliamente el "Tour
Jubileo 2000" entre sus parroquianos. En la
faena publicitaria participaron activamente
algunos purpurados, como Juan Sandoval Iñiguez,
Cardenal de Guadalajara, al que el ex procurador
General de la República, Jorge Carpizo Macgregor
ha llamado en su libro más reciente "una
mente perversa". También fueron promotores
del viaje turísticocelestial, organizaciones
como el Instituto Mexicano de la Doctrina
Católica.
En Puebla , según nos contaron víctimas de la
farsa clerical de hace dos años, la promoción
del tour corrió a cargo de maestros del
Seminario Palafoxiano y párrocos de todo el
estado, principalmente de la
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Angelópolis. Incluso hubo
reuniones en la pomposa Casa de la Cristiandad
para convencer a los fieles de que la ida a Roma
valía más que el dinero, la gracia de ser
excusados de todo pecado, por más grande que
fuera éste. ¡Qué cosa más divina que ser
perdonados en vivo y a todo color por Karol
Wojtyla!
Los creyentes se entusiasmaron. Los más
interesados fueron jubilados y pensionados,
quienes pagaron entre 3 mil y 6 mil dólares para
asegurar un viaje al Vaticano que jamás se
realizó.
Desde el año del incumplimiento hasta la fecha
los defraudados han hecho todo lo humanamente
posible para recuperar su dinero, pero la
respuesta ha sido negativa. La iglesia católica,
como Poncio Pilatos, se lava las manos en este
asunto, afirmando que el robo fue perpetrado por
seculares.
En marzo pasado, un grupo de mujeres católicas
timadas envío una misiva a Rosendo Huesca y
Pacheco, misma que ni siquiera ha sido respondida
por el arzobispo. El silencio guardado por el
jerarca es verdaderamente vergonzoso.
Hoy ese grupo de mujeres timadas ofrecerá una
rueda de prensa para contar con lujo de detalles
el sufrimiento quienes abusaron de su fe.
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