En su propia voz

Mucho brillo rítmico en un matraz, otro tanto de energía contenida, por parte de los chilangos, en un tubo de ensaye. Viene la alquimia. Las explosiones de los Chemical Brothers suben, suben y estallan cual fuego artificial en ojos y sangre. Sus intensos flashazos rítmicos y las frenéticas imágenes en pantalla de humanos alterados en sus colores, formas y movimientos, recrean un pequeño universo digital: extracto cósmico proveniente de la imaginación de estos dos ingleses, paladines del ritmo. Universo al que los capitalinos se adhieren cual si se echaran un chapuzón a una alberca percusiva y a las pantallas coloridas; cual si fueran capturados por el Playstation. La generación es una sola, no es necesario entender el idioma, si acaso dos o tres frases pinceladas, y obedecer lo que los pies indican.

Los Chems no tiran choros verbales, sino el mero choro bailador. Sin palabras transmiten límpidos su intención: "No tratamos de transmitir mensajes políticos, sin embargo la música bailable tiene en sí misma gran poder de congregación. Mucho tiempo fueron prohibidos en Inglaterra los raves; una ley detuvo que los jóvenes se reunieran... algo poderoso debe de haber ahí como para que lo prohibieran, algo de amenaza", había dicho Tom Rowlands, uno de ellos, por la mañana en conferencia

Al terminar el viaje alquímico, cerca de 10 mil fans están extasiados, y pocos parecen molestos por haber pagado 450 pesos. La mayoría son carnalitos pudientes, no sólo por su estrato sino por su edad. Hay pocos adolescentes y el grueso es de mayores de 21. José Manuel y Nacho, de 22 y 26, están contentos: "Estuvo muy completo; me encantó la comunicación de ellos con la gente. Ojalá organizaran más conciertos de éstos pero al aire libre o en lugares como el Foro Sol". Carlos y Julio, de 23 y 22, de la Del Valle, hubieran querido que los Chems tocaran más tiempo, y que se hubiera alargado la fiesta hacia el amanecer, como pasó con Fat Boy Slim. Jorge y Francisco, de 25, de Colonial Iztapalapa: "Merecen lo que costó, por su importante trayectoria. šSí se rifaron! Además esto ayuda a que crezca la cultura del rave" Coinciden en que hubiera sido mejor un lugar más grande: "no me late que encierren la música electrónica, es mejor al aire libre". Curiosamente, de cinco grupitos encuestados, todos repiten la misma frase, como si se hubieran puesto de acuerdo: "No tenemos palabras, no hay cómo describirlo". Y es que, en efecto, se consiguió compartir alegres sensaciones, el puro soltar energía. El propósito alquímico logró su cometido.

PATRICIA PEÑALOZA