Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 2 de mayo de 2002
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Cultura

La sociedad margina a la mujer que supera la edad de 45 años, expresa Mirta Blostein

Debe AL abolir el prejuicio en contra de ver un cuerpo maduro en escena

''El arte no ofrece producciones para esa dama que aún tiene mucho por decir''

La bailarina y coreógrafa estrena mañana espectáculo dancístico en el Centro de las Artes

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Para la sociedad en la que vivimos la mujer después de los 45 años no existe como tal, no se le da un lugar y esto se vive también dentro del arte, en el que no existen producciones destinadas a esa dama madura que aún tiene muchas cosas por decir, cosas que pueden convertirse en hechos artísticos.

Más aún, a los latinoamericanos ''nos hace falta romper ese prejuicio terrible de ver un cuerpo maduro en escena", señala la bailarina y coreógrafa argentina Mirta Blostein, quien este viernes estrenará el montaje Tiempo-Vida-Movimiento, en el que trabaja con ''cuerpos con historia": bailarinas mayores de 45 años.

Tiempo-Vida-Movimiento está integrado por dos obras: Cincuenta y pico..., interpretada por Blostein, y El pie, los pies, la historia en el zapato, en la que participan Margarita Baz, Beatriz de Miranda y Cecilia Muzquiz.

El potencial, más allá de los 50

En Cincuenta y pico... la bailarina, radicada en México desde hace más de dos décadas, habla de lo que siente una mujer al llegar a esa edad: ''un montón de cosas muy duras. Se hace presente ese cambio del cuerpo que ocurre a partir de los 40. El cuerpo embarnece y el médico te dice que ya no puedes pesar 49 o 50 kilos, que ahora tu peso es de 53 o 54. Empiezas a tener redondeces que no tenías y aceptar todo eso es algo muy fuerte. Los hijos se van y entonces el tiempo ya es tuyo".

Esta parte abre con un texto, escrito por Blostein, en el cual subraya que la vida continúa y existe un potencial de crecimiento muy fuerte que no vivieron las mujeres de generaciones anteriores, ''porque ellas a los 50 ya estaban viejitas". Y eso, agrega, ''sigue existiendo: a las mujeresMIRTA nos ponen a un lado cuando pasamos de los 45. La mujer ya no existe como mujer" y aquí hay una contradicción mayúscula porque la ciencia ha demostrado que la vida dura más.

Se dan los cuestionamientos internos sobre qué es lo que pasa: ''Las mujeres adultas no tenemos un lugar, la producción no va dirigida a la mujer madura y sólo se dan intentos tímidos con películas como Sinfonía otoñal, El chofer y la señora Daisy, y algunos en danza."

Sin embargo, la realidad es que los coreógrafos difícilmente ''plantean una obra para que sea interpretada por bailarines maduros en Latinoamérica. En otros países sí existen compañías que tienen bailarines jóvenes y de más de 40 años. Pero a nosotros nos falta romper ese prejuicio terrible de ver un cuerpo maduro en escena".

Mujer con incógnitas

A los cincuenta y algo Blostein, profesora en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, se ve como una mujer ''con incógnitas, con necesidad de seguir explorando y conocer todo el tiempo. De repente a esta edad una se da cuenta de que tiene un bagaje y, si puede atravesar esa malla terrible de los prejuicios y del qué dirán y de toda esa cosa tan pesada de enjuiciamientos en nuestra sociedad, uno puede recuperar parte de esa historia, darse el permiso de abrirse y advertir que se trata de un momento pleno y privilegiado".

En el caso de El pie, los pies, la historia en el zapato, Mirta Blostein convocó a bailarinas de más de 45 años, edad a la que muchas ''ya dejaron de bailar o no se animan o no tienen el tiempo para hacerlo". Esta obra no podría montarla con una mujer de 30 años porque todas las consignas de exploración del trabajo apuntan a cuerpos con historia; además, después de los 40 ''hay como un destape, algo como soltarse la trenza. Los seres humanos, mientras estemos ágiles y vivos, tendremos cosas para decir".

En El pie, los pies o la historia en el zapato la coreógrafa recupera esa parte del cuerpo que a menudo se olvida. Los pies ''son los que te llevan por la vida y de los que nunca nos acordamos; tienen su propia historia, sus recuerdos", mientras que los zapatos son para vestirlos, cuidarlos y convertirlos en seductores y, como objeto, ''son muy eróticos".

Llegar al fluido del movimiento

Como coreógrafa y bailarina Blostein apuesta por movimientos cargados de emoción, que no sean sólo técnica, formas y secuencias porque ''dentro tenemos varios personajes y poco a poco los vamos sacando. Se trata de llegar al fluido del movimiento con esa carga expresiva que permita proyectar la emoción y que ésta mueva al espectador".

En los bailarines, explica, existe una contención muy grande de la emoción que te da la secuencia del movimiento. Sí sienten y expresan, por supuesto, pero las emociones tienen un límite. Para ella ''es importante poner en claro esta capacidad de entrega que tienen los bailarines hacia al coreógrafo. Hay que entender que el trabajo es mitad y mitad".

Y, mientras, ''sigo en esta locura del desarrollo del lenguaje corporal propio, porque cada ser humano, más allá de ser bailarín o no, tiene su propia capacidad de expresarse. El lenguaje del cuerpo es de una riqueza increíble, pero está amarrado a un montón de conceptos, de estéticas y de estilos".

(Tiempo-Vida-Movimiento se presenta viernes, sábado y domingo a las 18 horas a partir del 3 de mayo, en el teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes, en avenida Churubusco y calzada de Tlalpan.)

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